CODEMA_19-PRE-EG-453 CODEMA 19-PRE-EG-453 Summary Número 1 de la segunda serie de "El Guadalhorce" que incluye los artículos "Dos palabras al Guadalhorce por vía de introducción", "La Alcazaba" y "Literatura de la Edad Media" y dos poemas. Repository Hemeroteca Digital. Biblioteca Nacional de España
Typology Otros Date 1840/04/05 Place Málaga Province Málaga Country España Note Imágenes: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=411617d2-fe5a-4908-8a97-775be5e1a039
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El
Guadalhorce .
PERIÓDICO SEMANAL
DE
Ciencias , Literatura y Bellas Artes .
Númer o .
SEGUNDA SERIE
TOMO 1.º
MÁLAGA . 1840
No habiendo llegado el papel de color para las cubiertas , las damos en el blanco , y esperamos que
los Seño res Suscritores disimulen una falta involuntaria , aunque compensada ventajosamente , con la
calidad del papel de las laminas .
El Guadalhorce .
PERIODICO SEMANAL
DE CIENCIAS , LITERATURA Y BELLAS ARTES .
Segunda Serie . DOMINGO 5 DE ABRIL DE 1840 TOM O . 1.º == NUMER O 1.º
Dos palabras al Guadalhorce
por via de introduccion .
Mas de una vez tomé la pluma , y
mas de cuatro hizómela caer de
las manos la idea de la penosa em-
presa que iba á acometer . No vaciló mas
aquel porta latino ( que no era chato por
mas señas ) , el dia de su destierro , pa-
ra retirarse de su hogar , que he vacilado
yo para tocar tu umbral respetable , ó buen
Guadalhorce , el dia de tu segunda inaugu-
racion , el dia de boda de tus segundas nup-
cias , en que precisamente habia de servir
de paraninfo este mi pobre articulejo . Por-
que á la verdad , esto de presentarte de la
mano , y anunciarte con la consideracion
que mereces , es asunto harto delicado y que
trae consigo el recuerdo de aquella brillan-
te invocación ( ) , tan linda y ligera , que
aun en medio de tu grave circunspeccion ,
no te fué posible , todo conmovido , rehusar-
la tu patrocinio . Empero por mas desalen-
tado que me sienta , convencido de mis po-
cas fuerzas , no te ocultaré , ó nuestro Me-
cenas , la grata emocion que esperimento
al verte renacer , tanto mayor , cuanto que
el cantarte hoy la aleluya , me indemniza
con usura del sentimiento que tuve al ento-
nar tu requiem ; que siempre el adios fue
palabra desabrida .
Primera serie de este periódico número . primero .
En fin ya que es preciso hacerte cono-
cer de nuevo , ¿ qué podré decir en tu elo-
gio ? Enumerar tus relevantes prendas se-
ría parodiar la magnífica dedicatoria de tu
predilecto Bachiller : referir ese caudal de
inspiraciones y de poesía , que brilla en ca-
da contorno de tus cristalinas ondas , seria
marchitar su natural encanto ; hablar de tus
caprichosas incursiones por esos trigos de
Dios , sería provocar tu enojo , en ocasion en
que por un arrebato de tu sublime cólera has
dado al traste con el poco puente que te que-
daba : en fin , si invocando tu nombre hu-
biera yo de hablar en profecía , ó para de-
cirlo mas á la moda , si reseñando un pro-
grama hubiese de hacer ahora un propósi-
to de tu vida futura ; despues de ser sobra-
da impolítica apropiarme la voz del pros-
pecto , precursor de tu resurreccion , sería
un atrevimiento picando en osadía , hipote-
car tu nombre para garantir nuestra flaque-
za , y comprometer tus canas por un momen-
to de imprevision . Pero no hayas miedo .
Los mismos que en otra época te sacaron ai-
roso , los mismos que con un afecto filial pre-
gonaron tus lindezas , esos mismos levantan
hoy tu losa funeraria y vuelven á ponerte
en escena ; pero sin otras condiciones , ni
mas formas reglamentarias , que las que tu
proverbial veleidad les indique ; que asi lo hi-
cieron otra vez y les fué bien , y asi lo harán
ahora y les irá mejor . Es decir con esto que
volarán con libre vuelo del pensamiento
mas atrabiliario , mas negro , mas románti -
2
co , á la sátira mas festiva y burlona : de la
verdad mas positiva á la fantasia mas pin-
toresca , y de las adelfas de tus orillas á los
bosques de bambues del lejano Ganges . En
una palabra todo el saber humano ] será su
campo , su guia tu inspiracion .
Aun asi , no se nos oculta , ó nuestro
patrono , que no faltarán sinsabores que
devorar ; porque pensar que has de agradar
á todos , es pensar en lo [ imp osible. Sobra-
rán por ahi quienes , dados enteramente
al sentimentalismo , te reconvengan por
las chanzas y la causticidad de tus carica-
turas : otros , rígidos espartanos , te tirarán
á un lado , si nada le dices de la oposicion ,
ni de la mayoria , ni de los ministros , ni de
los partes oficiales : los mas , sectarios del
positivismo moderno , te echarán en cara
la falta de los precios corrientes , de los
cambios , y de las ventas de los bienes na-
cionales : algunos pacatos y meticulosos te
juzgarán mordaz y virulento , si , hijadeando
de risa , señalas con el dedo alguna ridi-
culez de nuestros felices tiempos : en fin no
faltará tampoco quien , á fuerza de erudito
y reventando de sabio , te mire con un gesto
de compasion . Mas nada de esto te inquie-
te , ni désete un bledo de sus censuras ; dan-
do impavido á tus lectores artículos de to-
das clases , en prosa ó verso , tristes ó ale-
gres , triviales ó importantes según mas te
convenga .
Quedame , pues , que pedirte , venerable
viejo , acojas benigno esta nuestra humil-
de empresa , y que lleno de paciencia ... . .
¿ pero me atrevo á hablarte de paciencia ,
cuando permites que con mi inesperta ma-
no deshoje las rosas que ciñen tu frente ?
P. Gómez Sancho .
POESIA ORIENTAL
Una cuestión de arte nos proponemos
presentar en este artículo . Muéve-
nos á ello el haber observado que ,
acaso sin mas razon que la moda , se aplica
con frecuencia el nombre de orientales á com-
posiciones que , en nuestro concepto , no
reunen los caracteres propios y distintivos de
aquella poesía : y como de semejante hipóte-
sis se deduce precisamente la diferencia que
debe ecsistir en ella respecto de nuest[r]as
maneras de versificacion , procuraremos ave-
riguar si la poesía oriental tiene suficien-
tes títulos para ofrecerse como un género
esclusivo en la república de las bellas
letras .
La poesía árabe ó arábiga puede adop-
tarse por tipo de la de todos los pueblos en
general que llamamos orientales . Es cier-
to que los chinos , los indios y especial-
mente los persas , cultivaron tambien en la
antigüedad esta hermosa flor de la inteli-
gencia ; pero ninguno de ellos ejerció sobre
la civilizacion de aquellas regiones una in-
fluencia tan dirceta [ sic ] , como la que llegaron
á ejercer los afortunados guerreros de Ma-
homa . Por otra parte , la Arabia , antes de
servir de cuna á tan célebres conquistado-
res , lo era ya de la poesía pastoral ; y , se-
gun manifiesta el erudito orientalista Wi-
liam Jones , hace cerca de tres mil años
que en el Yemen ó Aràbia feliz , aquellos
dichosos moradores , inspirados por una na-
turaleza encantadora , entregados á esa dul-
ce indolencia que producen la suavidad
del clima y la simplicidad de las costum-
bres , consagraban en sus cantos la ternu-
ra de sus amores y las gracias de sus que-
ridas . La ley de la conquista , aumentan-
do el esplendor de los árabes , impuso tam-
bien el caracter de su civilizacion á los pue-
blos que anonadaba el poder de sus armas ;
y la poesia que nació humilde en los fron-
dosos jardines del Yemen , no solamente
estendió su prestigio á la mayor parte de
los pueblos de allende el Cáucaso , sino que
posteriormente y por mucho tiempo fué la
mas clara luz que se divisaba entre las ti-
nieblas do se hallaban envueltos los pai-
ses occidentales de Europa . Mas no por
esto perdió la poesía árabe su primitiva in-
dole , ni se mostró desdeñosa de su origen :
bien al contrario lo atrevido de sus metá -
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foras y alegorías descubren el gusto de un
pueblo acostumbrado á observar la natu-
raleza física en sus mas hermosas crea-
ciones .
La fantasía de los orientales se eleva
contemplando los primores de una vejeta-
cion fragante y pintoresca : y el poeta ,
enervado con el balsámico perfume de la ro-
sa de Bengala y del almizcle de Hadramuz ,
imprime en sus pensamientos ese sabor ve-
jetal , digámoslo así , que forma uno de los
distintivos caracteres , y tal vez la principal
belleza de su estilo . La mayor parte de los
similes de que abundan sus composiciones ,
estan sacados de los objetos naturales , y
así es muy comun encontrar en ellas figu-
ras semejantes á estas . Pintando un poe-
ta la actitud de un guerrero que se prepara
al combate , dice :
Ya sobre el lomo del caballo salta .
Ya se mueve y enhiesta como un monte .
Ya cual nube de invierno se apresura ,
Alta la asta y espada diamantina .
Dijeras : ¿ es la lumbre , el dia , el cielo ? ... .
¿ O algun turbion de lluvias veraniegas ?
Dijeras : arbol es de fino acero
Y cual ramos de plátanos sus brazos .
Otro hablando de una muchacha jura
Por las rosas que esmaltan sus mejillas ,
El mirto de su bozo , los risueños
Rubies y las perlas de sus dientes .
Por su olor agradable , por su acento ,
Que cual gotas de miel y leche sale
Con desliz delicioso de su boca ;
Por su cuello y el ramo delicado
En que enhiesto reposa y las granadas ,
Que firmes en su pecho se mantienen ;
Que el precioso ] perfume del almizcle
No es otro que su olor & ( 1 ) .
La valentía de estas imágenes indica su-
ficientemente hasta donde remontan el vue-
lo de su fantasia los poetas asiáticos ; pero
en muchas de ellas no podemos menos de
notar un completo estravio del buen gus-
to y sobrada violencia en las compara-
ciones .
( 1 ) Poesias asiáticas publicadas en Paris por el con-
de de Noroña .
Para conocer mejor la singularidad de
la poesía árabe preciso era considerarla en
sus diferentes géneros , los cuales en nues-
tro concepto , sin embargo de lo que dice
el respetable abate Andrés , no pudieron
nacer de los de la griega y romana , en ra-
zon de la poca analogia que ecsiste entre
unos y otros ¿ Quién duda de que si los clá-
sicos de la antigüedad hubieran servido de
modelo á los escritores orientales no ha-
brían estos llevado el género épico y el
dramático á una altura que estàn muy le-
jos de alcanzar ? El mismo abate Andrés
confiesa que no merecen llamarse poemas
épicos las dos obras de Ebu Arabschad y
de Ferdusi , no obstante de que son tal vez
las únicas asiáticas que por tales se repu-
tan ; y que tampoco pueden compararse con
nuestros dramas algunas composiciones dia-
logales que se encuentran en la poesía ará-
biga , pues no tienen el enredo , la dispo-
sicion de la fábula , la espresion de los
afectos ni los [ sic ] principales dotes que consti-
tuyen una trajedia ó comedia . Es , pues ,
evidente que los que escribieron estas mez-
quinas parodias de los dramas y poemas
griegos y latinos , ni estudiaron á los có-
micos de una ni otra nacion , ni menos co-
nocieron á Homero ni á Virgilio . En los
demas géneros que cultivaron los árabes
encontramos igualmente tan pocos puntos
de contacto con la poesía europea que no
creemos puedan confundirse con ella ; y si
en esta parte merece alguno una escep-
cion , solamente la hallaremos en la oda
anacreóntica cultivada por Hafiz bajo el
nombre de gazela con singular maestria .
Esta composicion tiene en efecto todos los
caracteres que distinguen los festivos ver-
sos de Anacreonte , y el vate persa que
con tanta gracia la manejó , presenta titulos
para competir con el bardo de Teya . Las
gazelas de Hafiz , llenas de animacion y de
voluptuosidad , espresan con natural vive-
za esos delirios bacanales , esa embria-
guez febril que hiere profundamente el co-
razon en medio de la ecsaltacion que pro-
duce en los sentidos ; mas el mismo tono
inspirado que en ellas se descubre nos ha -
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ce considerarlas como abortos de una fanta-
sia acalorada , mas bien que como obras de
estudio ni de imitacion .
La poesía sagrada es sin duda la que
tiene alguna mas analogía con la lírica de
los orientales , y muchos creen por lo mis-
mo que esta se deriva de aquella . Sin atre-
vernos á sostener ni á impugnar semejan-
te opinion , diremos no obstante , que esta
concordancia podría dimanar de la que ec-
sistía entre las costumbres pastorales de
los antiguos hebreos y de los árabes , no
menos que del espíritu religioso que domi -
naba en ambos pueblos , prescindiendo de
los errores dogmáticos de estos últimos .
Si quisiéramos citar ejemplos de ello
no tendriamos que ir muy lejos á buscarlos .
Vivos están esos magníficos recuerdos que
nos han dejado los àrabes entre las filigra-
nas de la Alhambra : allí vemos repetidas
las elegantes inscripciones , en las cuales
ya se representa á Dios bajo la figura de
una constelación encendida con óleo divi-
no , ya se le ensalza como luminar de la ver-
dadera sabiduria , ó ya donde quiera se
le dirigen alabanzas y se implora su mi-
sericordia . Son muy dignas de estudiarse
estas hermosas inscripciones ] , y si el temor
de traspasar los límites propios de un ar-
tículo de periódico no nos lo impidiese ,
dariamos á conocer en este lugar algunas ,
cuyo tono profético y pomposo , al paso
que caracteriza la poesía de que nos ocu-
pamos , justifica nuestros asertos respecto
de su semejanza con la de los autores sa-
grados .
En suma la poesía oriental , pintores-
ca al par que sencilla , rica en floridas
metáforas y llena de animacion , vigor y lo-
zania , escasea no obstante en dotes de in-
genio , los cuales , si rara vez suelen em-
plearse , hacen que el estilo pierda la viveza
de su colorido y que dejenere en hincha-
do y confuso ; ó cuando mas se reducen á
buscar diferentes y afectadas combinacio-
nes al equivoco ú á otros triviales artifi-
cios que son muy bien recibidos entre los
asiáticos .
Observando , pues , con meditacion el
caracter de esta poesía , vemos que donde
quiera lleva el sello particular de la indo-
le y costumbres de aquellos pueblos , cu-
yos principios religiosos rodean de pres-
tigios el espectáculo de una naturaleza gi-
gantesca y magnífica , donde todo respira
fuego , aromas y deleites , donde todo con-
dena el ensayo de razonadas filosofías y de
eruditas investigaciones . Ahora bien ¿ lle-
van este mismo sello y participan de este
mismo caracter todas las composiciones que
se titulan orientales ? Nosotros creemos
que no ; y aunque nos abstengamos de ci-
tar ejemplos por el respeto que nos causan
los nombres que podrian comprenderse en
nuestra crítica , no podemos menos de re-
mitir esta observación al ecsamen detenido
de las personas inteligentes y estamos per-
suadidos de que encontrarán tambien inec-
sacta semejante calificacion .
Ciertamente el desarrollo de las com-
binaciones políticas ó tal vez el ansia de la
novedad parece que con una voluntad su-
perior nos señalan el oriente como un cam-
po vastisimo y digno de nuestra investiga-
cion . Allí se clavan las miradas escudri-
ñadoras de la Europa entera y allí tam-
bien conduce al poeta una fuerza májica é
irresistible , como si hubiese de encontrar
en aquellas regiones de luz y de verdura
ese idealismo que tanto alhaga su pensa-
miento y que en vano buscará en el es-
píritu de nuestra civilizacion . ¿ Parecerà ,
pues , estraño que la palabra oriental sea
un epiteto de moda y que satisfaga comple-
tamente nuestra fantasía , cuando todo cons-
pira á presentarle lleno de interés y de
seduccion ? No , seguramente , pero ese mis-
mo atractivo le hace mas peligroso ; y la
ecsactitud con que debe hablarse en mate-
rias de literatura , por los graves errores que
pueden resultar de la impropiedad en las
denominaciones , nos hace opinar que , en
rigor artístico , el nombre de orientales debe
aplicarse , no precisamente á las composi-
ciones que nos pinta en costumbres ó inci-
dentes de aquellos paises , sino á las que reu-
nan el estilo y el tono nacional que se dis-
tingue en las obras de los poetas asiáticos y
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que las presentan como un género especial ,
dificil de confundirse con los caracteres de
nuestra poesía .
J. M. Bremon .
Sentimos la mayor satisfaccion en ofre-
cer á nuestros lectores la siguiente poesía que
debemos al talento de la señorita doña María
Mendoza . Al observar la delicadeza de sus
imágenes , la valentía de su espresion y esa
diccion tan sonora como fácil , tan noble co-
mo sencilla , no podemos menos de enorgulle-
cernos por la adquisicion , y de reconocer en
su jóven autora ese don privilegiado , ese es-
tro [ sic ] poético , que en vano se buscará tras lar-
gos años de vigilias y de estudios , si la natu-
raleza no lo concede . Ya en la primera série
de este periódico se publicaron otras compo-
siciones de la misma señorita , y las personas
que las hubiesen leido habrán tenido ocasion
de observar en ellas los primeros vuelos de
un genio , que se presenta desde luego á recla-
mar una corona en el templo de la inmorta-
lidad . Dispénsenos la modestia de la señorita
de Mendoza , si , en gracia del honor que nos
proporciona con ser paisana nuestra , nos ade-
lantamos á pronosticar que le está reservado
el inmarcesible premio á que aspira .
UNA NOCHE
MEDITACION .
No se ve el sol espléndido y radiante
en la celeste esfera relucir ,
como encendido y colosal diamante
sobre un inmenso campo de zafir .
Ni jugando la brisa trasparente
entre las flores del vergel se pierde ,
ni ya rodando la parlera fuente
cordon de plata por la alfombra verde .
Ni elevaban sus cálices las flores
de la ancha selva en la frondosa falda ,
ni cantaban amantes ruiseñores
en flecsibles columpios de esmeralda .
Que se apagaba el esplendente dia
y era el cielo sin ráfagas de luz ,
ancho campo que en el desenvolvia
la lóbrega tiniebla su capuz .
Ya la noche medrosa y soñolienta
sus enlutadas alas desplegó ;
con rayos de esterminio la tormenta
al adormido mundo amenazó .
Mas el rico en espléndido palacio
solo al placer abriendo el corazon ,
no vió la sombra que llenó el espacio
poblándole de torpe confusion .
Ni sintió de la lluvia la ancha gota
que resonó sobre gigante pino ,
ni el revuelto huraran que recio azota
el alcazar en raudo torbellino .
Ni el rodar desde el monte hasta su falda
el arbol colosal que destrozó ,
envolviendo sus copas de esmeralda
con el polvo y la lluvia que arrastró .
Que entre el tumulto de la zambra loca
y perdido en la impura vacanal ,
no escucha el trueno que de roca en roca
su bronco acento repitiendo vá .
Pero si álguno la fortuna insana
marcara con el duro padecer ,
entre las sombras del falaz mañana
y los recuerdos del perdido ayer ,
Hoy mendigara solo y sin camino
á merced de la agena voluntad ,
porque otro mundo le mostró el destino
al traves de miseria y orfandad .
Porque perdido entre la densa sombra
en el alcazar rico penetró ;
era otro mundo , donde alli le asombra
lo que avara la suerte le negó .
Tanta gala y riqueza en el había
que era un remedo del perdido Eden ,
y entre flores , y pluma , y pedreria
sus bellos seres deslizar se ven .
Pero á la orilla de tan bello mundo
mortal cicuta rebosando está ,
un abismo tan lóbrego y profundo
cual oscura , insondable eternidad .
Allí perdido el miserable se halla
solo con su dolor y con su fé ,
y allí contempla la anchurosa valla
que la pobreza socabó á su pié .
En ella su esperanza sepultaron ,
que si al palacio penetrar quería
los ricos del vergel le rechazaron
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como á las sombras esplendente dia .
Por que hasta les afrenta su memoria
entre sus sueños de oro confundida ,
por que no ven cual lámpara mortuoria .
la luz de una ecsistencia carcomida .
Que es la vida una antorcha misteriosa
encerrada en un mágico fanal ,
y el pesar con su planta dolorosa
ya rompiendo su fúlgido cristal .
Y de la muerte el hálito medroso
acaba de apagar la turbia luz ,
y pierde su recuerdo pavoroso
de la espantosa noche en el capuz .
En esa noche misteriosa , oscura ,
el mísero al traves de su dolor ,
otro mundo contempla de ventura
igual para el pechero y el señor .
En ese mundo ni purpureas flores ,
ni aves , ni brisa , ni árboles se ven ,
ni alli tienen imperio los dolores
por que es mas bello que el perdido Eden .
Las ricas puertas como estenso foso
espantosa caberna circundó ,
y un centinela inmovil y medroso
su pavorosa entrada defendió .
Va el rico entre el placer y la esperanza
flores sin fin hollando en su camino ,
y por opuesta senda el pobre avanza
cual debil y doliente peregrino .
Y uno cansado de esperanza loca ,
otro cansado de gozar se vé ,
y ambos llegando á la medrosa boca ,
ambos detienen el cansado pie .
Y mirando los dos aquel profundo
de ambos el corazon se estremeció ,
y uno suspira porque deja el mundo ,
y otro suspira porque en el sufrió .
La muerte cual medroso centinela
junto á la cueva pavorosa está ,
y alli incansable y silenciosa vela ,
guardando eternamente el mas allá .
Su ceño adusto , su ademan que asombra
el triste sin espanto contempló ,
y de la tumba tras la densa sombra
un mas allá de glorias entrevió ,
Mira el otro su ceño con espanto
las tinieblas le cercan por do quier ,
y entre su asombro , su amargura y llanto ,
hondos recuerdos del perdido ayer .
Empero llega la tremenda hora
y envuelto del festin en el tropel ,
no se acuerda del mísero que llora
de su espléndido alcazar al dintel .
Porque allí entre los brindis y las danzas
entre flores , y pluma , y pedreria ,
todo es amor , y encantos , y esperanzas ,
todo placer , cantares y armonia .
Que hasta las sombras lóbregas ahuyenta
con su luz el palacio en derredor ,
mientras voraz y recia la tormenta
sigue elevando su tronante voz .
Mares de lluvias desatados bajan
torrentes que sus diques arrollaron ,
las densas sombras con imperio rasgan
los rayos estruendosos que chocaron .
Un piélago de fuego es el espacio
que la lluvia no apaga en su furor ,
¡ oh noche de placer en el palacio !
¡ oh noche á sus dinteles de dolor !
¡ Oh noche , que el furor de Dios encierra !
ten al menos del pobre compasion ...
que hogar le niega la anchurosa tierra ,
y abrigo el inclemente pabellon .
Maria Mendoza .
LA ALCAZABA
Las generaciones hierben delante de
la eternidad del tiempo ! . . El fa-
ro de los fenicios ó la dudosa ata-
laya de los romanos conviértese por siete
siglos en un antiguo castillo ... otros siglos
se suceden , y aquellos carcomidos muros
derríbanse por otros hombres y se comple-
ta el anatema ... ¿ qué dice Málaga al via-
gero con el lenguage indeleble de sus an-
tiguos monumentos ? ... Los templos de los
romanos , las estatuas de los Césares , los
vastos saladeros públicos y las calzadas de
Cartima y Anticaria tan célebres cuando
Augusto , derribadas por los vándalos , solo
responden con polvo ! ... Y de esas altas mu-
rallas , de esos torreones cuadrados , y de
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esa mezquita mora de los años de Almanzor
dentro de muy breves dias ni aun nos que-
dará la huella ... . Ay ! las páginas de piedra
que respetaron las edades , harian latir el
corazon del observador futuro que viniese
á contemplarlas , si una codicia reptil no se
pluguiera en destruirlas . El corto espacio
de otro siglo cruzará la inmensidad , y esas
últimas ruinas serán tambien mudo polvo ... ! !
Pero el gigante de la Alcazaba enve-
jecido y orgulloso , mirando con compasion
esos reducidos nidos de las habitaciones mo-
dernas que parece que le asaltan , ó mas
bien que se colocan bajo la egida de sus mu-
ros , todavia está dominando la tabla azul
de los mares , la llanura de la vega y la ciu-
dad de los cristianos . ¿ Qué le importa su
deterioro si su íntegra magestad , si su ori-
ginal arquitectura ha resistido á los tiem -
pos , acaso con mas constancia que al ene-
migo de sus reyes ? Es un soldado toda-
via , es un antiguo veterano , glorioso con
sus heridas ! Salve viejo monumento ! ... .
Unico timbre de Málaga que han respetado
los siglos . El sin número de tus torres , tus
tres murados recintos , el palacio de Gra-
nada donde vinieron á hospedarse los mo-
narcas de la Alhambra , y este patio de los
cautivos donde me paro sorprendido para
admirarte solitario , es para mi un libro
estenso de reflecsiones inagotables y de gra-
ve filosofia . Y con que solemnidad se des-
tacan tus ruinas si las apiñadas nubes cor-
tando el azul del cielo y haciendo opaca la
tarde esparcen su melancolia y los silvos del
huracan por tus ennegrecidos muros ! En
vano la generacion débil que ha sucedido
al vigor de los héroes de la conquista busca
la hospitalidad debajo de tus portadas y de
tus descarnados rebellines como en los tiem-
pos de tu pueblo , en vano te desfiguran
esas manchas blanquecinas que cual banda-
da de palomas han invadido tu albergue ;
tu original arquitectura sobresale todavia
elocuente como la historia y rival digna del
tiempo . Ahí se agitaron mil tribus y mil na-
ciones diversas . En la opacidad de esa ven-
tana que sesga una doble ogiva y que di-
vide todavia una delgada columna , brilla -
ron los ojos árabes de una hermosura del
harem , esclavizada odalisca que no amaba á
su señor . Allí rojos pavellones y en hasta-
das medias lunas , al clamor Dios es Gran-
de , señalaban el valor de los enfurecidos go-
meres , y en esa torre elevada donde se blan-
dió la cruz y el estandarte de Castilla , la
penetrante mirada de Hamet el Zegrí fue
la mirada del tigre ante la hueste de Fer-
nando .
La Alcazaba empero ecsiste , y presta
una hermosa página á nuestros anales pa-
trios ; la reproducimos hoy . En hacerla per-
durable consignamos un servicio que sabrán
agradecernos las generaciones venideras , de
menos positivismo que las generaciones
presentes . Cuando la Alcazaba se destruya
por que debe destruirse antes que la ani-
quile el tiempo , cuando esas torres vene-
randas [ sic ] , que no rinden las tormentas ni
los funestos meteoros , se desmoronen al fin
al débil papel moneda ó á un proyecto fi-
nanciero , se abrirá con avidez nuestro mo-
desto repertorio , y los hijos de nuestros
hijos amarán por él su cuna . Esta gloria
nos impulsa .
Ildefonso Marzo .
EL CIMBEL Y LA PALOMA
Soneto .
Vuela en los aires el cimhel galano ,
y aunque el cuello lazado al rojo hilo
por libre vaga huyendo el fausto asilo
entre las camas del vergel lozano .
Las plumas abre juega , canta ufano ,
revuela inquieto , ronda mas tranquilo ,
hasta que al silvo del pueril Batilo
recoje el vuelo , busca la fiel mano .
Tú tambien cual con mágica cadena
que penda en mi , inmortal Paloma mia ;
lúcete y trisca por la selva amena ,
Pero á mi tierna voz nada te enguia ,
vuelve á mi pecho , arrullame serena
y hazme feliz desde la noche al dia .
El Solitario
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LITERATURA DE LA EDAD MEDIA .
Ecsaminar con rapidez el adelanto de las
letras durante el tiempo que medió en-
tre la caida del imperio latino ó de
Occidente estinguido en el siglo XV [ sic ] , y del grie-
go ó del Oriente que terminó en el décimo
quinto , intérvalo de mil años , es la materia de
este artículo . Desde Augusto , último poseedor
de aquel poder colosal , hasta el conquistador
Mahomet el grande se dilata la Edad-Media ,
tan fecunda para la historia y tan llena de
maravillas . Como un gigante , que se vislum-
bra por la estensa noche de diez siglos , apa-
recen las cruzadas , los soberbios paladines ,
los amantes trovadores y los muros de Soli-
ma . Hombres záfios y groseros eran los ad-
ministradores de la justicia : no habia gusto
para las artes ni las letras , y solo cierto ar-
dor guerrero impulsaba á las generaciones en
tan dilatado espacio . Debian transcurrir mas
años para que los dulces metros del Tasso bo-
rrasen aquella decadente versificacion latina
atribuida a Leon Pariciense ( 1 ) . Burlábase la
fortuna en época tan estraordinaria viendo
desaparecer los imperios por hombres de tan
obscura clase como Pedro el Hermitaño . . Si-
glos tristes de obscuridad , de fanaticos ] iconoclas-
tas , de depredaciones y de hierro ... ! pero en
esta densa noche algunos pocos luminares , un
corto número de sabios , preservaron de su
naufragio los conocimientos humanos . Los
griegos bizantinos , los árabes ó sarracenos , y
algunos hombres de Occidente depositaron su
saber en páginas inmortales , alzándose esos
monumentos de misteriosa arquitectura en -
( 1 ) Los versos Leoninos .
tre la estólida muchedumbre como las pal-
mas del desierto .
Simplicio y Ammonio son dos autores grie-
gos que escribieron en Atenas cuando la fi-
losofia tocaba su decadencia , y cuando ol-
vidado el Estoicismo , desaparecieron sus doc-
trinas con los partidarios del sistema . Tan so-
lo se cultivaban en aquella ilustre ciudad las
mácsimas de Aristoteles y las lecciones de
Platon , como originarias ambas de las escue-
las de Sócrates . Modestos estos dos sabios juz-
garon que el servicio de mayor importancia
que harian á sus semejantes era escribir los
comentarios de los antiguos filósofos , intima-
mente persuadidos de la dificultad de esce-
derlos . Simplicio comentó á Aristoteles ilus-
trando su fisica con doctrinas de Democrito ,
de Anaxagoras y Parmenides ; y Ammonio ,
abundando en un estilo claro , afluente y cor-
recto , dió ampliaciones á la lógica del célebre
Peripatético . El prólogo de esta obra refirién-
donos á Porfirio , envuelve la mas peregrina
definicion de la filosofia en todas sus acepcio-
nes , y el que antecede á su comentario sobre
el Tratado de las Condiciones , encierra un
plan de mucho ingenio , sana crítica , y esa
série de principios que han ayudado y ayu-
darán á todas las generaciones para fundar un
juicio recto sobre los escritos de los hom-
bres .
Continuará .
lndice de este número . — Dos palabras al Guadalhorce por via de introduccion . —
Poesía oriental . — Una Noche . Meditacion : poesia . — La Alcazaba . — El Cimbel y la
Paloma , Soneto . — Literatura de la edad media . Lámina la Alcazaba .
EL CONSERVADOR , periódico político , literario y mercantil que se publica en Sevilla .
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Director y Editor , A. J. Velasco Ymprenta del Comercio .
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