CODEMA_19-PRE-AP-246

CODEMA 19-PRE-AP-246

SummaryNúmero 6 de "Atalaya patriótico de Málaga" que incluye una carta al director, un fragmento de "Ensayos políticos en forma de diálogo entre Carlos III y el Conde Floridablanca", noticias militares, las embarcaciones que entran y salen del puerto y un catálogo de precios de algunos productos.
RepositoryHemeroteca Digital. Biblioteca Nacional de España
TypologyOtros
Date1809/03/18
PlaceMálaga
ProvinceMálaga
CountryEspaña
NoteImágenes: https://hemerotecadigital.bne.es/hd/es/viewer?id=75df867f-5270-4d91-9f90-0eb1153736fe

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ATALAYA PATRIÓTICO DE MÁLAGA. NÚMERO. VI. DEL SÁBADO I8 DE MARZO DE 18o9. SEÑORES REDACTORES. Mucha salud y bastantes pesetas: he visto con no poca satisfaccion los cinco periódicos que ustedes han publicado: es-tan buenos; pero valga verdad; les falta fuego, tanto mas necesario tratándose, de atacar en sus mismas trincheras ciertos abusos, á que debe su origen el lastimoso estado en que nos vemos, y que conti-nuados precisamente darán en tierra con todo el entusiasta aparato de nuestro pa-triotismo: conozco las trabas que detienen ( I22 ) á ustedes para hablar con libertad, y mientras no se resuelvan á soltarlas con la generosa valentia de un Sócrates, na-da adelantarán con sus buenas intenciones: amanecieron los dias claros; por la mise-ricordia de Dios nos rige una sábia mano, y mientras ésta no vea que el dogma se ofende, que se dan torcidas interpretacio-nes al espíritu de la Iglesia y de las le-yes, ni que se personaliza en la sátira, muy lejos de sentir, se complace íntima-mente en el, trabajo que toman los aman-tes de la filosofia para desarraigar los vi-cios: asi, pues, amigos míos, duro, duro; Santiago y á ellos. Ya que la distancia que nos separa no me permite manifestar á ustedes las espe-cies que me ocurran en el momento mis-mo de su mayor ebullicion, que es quan-do la fantasía les da todos los vivos de que son susceptibles, espero me dispensen la libertad que me tomo en comunicar-les aquellas, que ó por su mérito, ó por haber dexado marcas mas es-tampadas en mi memoria las he creído ( I23 ) dignas de que el talento de ustedes las desarrolle para utilidad del público. El silbo de las balas, el estruendo del mortero, la vista espantosa del sable te-ñido en sangre humana, la aguda bayo-neta penetrando las entrañas del guerrero, los lastimosos clamores del herido, los entrecortados suspiros del moribundo, la algazara provocadora del vencedor, el des-órden y confuso atolondramiento de los vencidos, la desesperada lucha de todos con los horrores de la muerte... Vean ustedes aquí los arrullos con que, quando me pongo en la cama, trato de dar al-gun descanso á mi débil exîstencia, harto fatigada con las ocurrencias del dia, que todas son bien desagradables. ¿Y quien puede prescindir (yo no alcanso) de estas melancólicas ideas, hijas naturales de los grandes intereses que tan de cerca nos pulsan? La otra noche me tiranizaron con tan cruel despotismo, que me casi es-pirar, cubierto mi corazon de un torrente de amargura; pude rehacerme algun tanto y apartando de mi afligida imaginacion aquellos ( I24 ) tristísimos objetos, hice que les reempla-zasen dentro de la misma esfera otros mé-nos enojosos: fixé mi atencion en la ga-llarda figura de un oficial. No, no esperen ustedes la ponga en ri-dículo, pintando un gran sombrero, cuya ala posterior sin equivocacion remeda el cabezero de un catre, ó bien la popa de un navio de tres puentes con su lucido gallardete ó plumero. Tampoco aguarden que delinee geométricamente el almido-nado tabique con que se muralla el cue-llo de un petimetre militar, haciéndolo impenetrable al golpe de un sablazo, sir-viendo con sus ángulos elevados hasta las cejas de firme apoyo á la gran maquina del sombrero, y cercando tan exâctamente el bello jardin del filigranado semblante, que no se dexan ver sino las precisas venti-laciones de la aguda nariz, el relumbrante arete de la oreja, y las crestas de la ar-boleda de una bien poblada patilla: mé-nos se engrian, creyendo que me detuve en reir y hablar de aquellas dos cuerdas de campana de que pende un pesado bri- ( I25 ) llante sable, cuyo bamboleo y golpes á compas sobre las pantorillas les ponen á toda prueba de firmeza: no, no estaba mi fantasía con aquel temple alegre que re-quiere una crítica jocosa, ni era fácil pa-sar á este extremo desde el del dolor, en que me veia sumergido. Para acabar pronto: las hebillas de un oficial embarga-ron toda mi consideracion. ¿Pues qué (dirán ustedes) un pe-dazo de metal de velon pudo fixar la atencion de un filósofo? , señores, , la fixó: no pude menos que tributar mil admiraciones y elogios á la sabia política mano, que supo desimpresionar á la oficia-lidad española de la necia adhesion con que estaba por el partido de la hebilla de plata, sin haberle pasado por la idea el gran desfalco que sufrian las pagas con el intrínseco valor de ellas, y el mucho mas considerable á que periódicamente se sujetaban, habiendo de seguir los locos caprichos de la moda: Hebilla quadrada, hebilla redonda, hebilla de punta de dia-mante con piedras ó figuradas, ya gran- ( I26 ) de ya pequeña, á lo chatre con rezorte, sin el, en fin mil otras drogas. ¡A quan-tas sacas se miraba expuesto el infeliz bolsillo de un oficial! De todo lo libertó la económica diestra mano, que le hizo substituir el pedacito de metal, que cos-teado con doce reales le produce igual ventaja, igual adorno, é igual lucimiento que el desenfrenado luxo de las hebillas de plata. ¿Y paró aquí mi reflexîon? nada mé-nos: como de la mano fui conducido á la muy obvia, de que la inmensidad de onzas de plata que se invertian en tanta hebilla, abolida ésta se destinarian precisa-mente al cuño con un considerable aumen-to del numerario, precisamente escaso á lo ménos con respecto, quando por falta de barra se vió muchas veces que los pla-teros fundieron la moneda por que no les faltase obra, y con ella el lucro exôrbitante de las hechuras. Bendita mil veces, dixe, la destreza de tal mano. ¿Y paré aquí repito? No pude menos que aplicar todas ( I27 ) reflexiones á las circunstancias del dia: España en una guerra la mas justa, la mas costosa; España en la inexcusable precision de subvenir á ella con los gas-tos mas crecidos; España distante del so-corro de sus minas ultramarinas; España agotada con las incalculables extracciones que le ha hecho el mas pervertido go-bierno; luego España pobrísima; luego Es-paña no puede continuar la guerra; lue-go España va á ser tragada de sus ene-migos: ¡qué tres conseqüencias tan mal tiradas! España no puede ser vencida por falta de recursos, sin contar con otros que los que encierra la península; Espa-ña por tanto es riquísima, y consiguien-temente puede tolerar muchos años de guerra. Si valen las consideraciones hechas so- bre el pequeñísimo artículo de las hebillas de plata del oficial, háganme ustedes el gusto de extenderlas al incalculable nú-mero de arrobas de aquel metal, que in-utilísimamente entretienen las inumerables botonaduras que gastan la harrieria de la ( I28 ) Extremadura, de las Manchas, de las An-dalucias y del reyno de Valencia. Den una ojeada sobre los muchos superfluos y costosos agnus, relicarios y dixes, que en todas estas provincias se han hecho como de primera necesidad. Ea, pues, levanten ustedes la punteria, y mediten sobre el crecidísimo número de cubiertos de plata que ostenta el corrompido capricho de la mesa, aun del mas pobre artesano: su-ban ustedes mas arriba... Pero no, basta; sin temeridad se puede asegurar que estos renglones cortos, respecto de los asombro-sos trenes, baxillas y otros, son capa-ces, si se reduxesen al cuño, de producir doscientos millones de pesos fuertes. He dicho. Sentiré haberme excedido con el calor del fuego patriótico, de que me siento inflamado: ustedes, en uso del sagrado encargo que ocupan, y em-pleando la prudencia que les caracte-riza, ampliarán ó restringirán como me-jor les parezca, para servicio de Di-os, del Rey y de la Patria, y dis-pondrán sin límites de su atento ser- ( I26 ) vidor Que. Besa. Su. Mano. Torre Molinos 5 de Marzo de I8o9. Pedro Ingenuo. Continúa el diálogo entre Carlos III y Floridablanca. Floridablanca. Dexaria yo de ser Es-pañol, y aun de ser hombre, si pudiera contar sin lágrimas en los ojos los desas-tres de mi patria, los inmensos males que padece y la horrible suerte que le amenaza. Vuestro hijo Cárlos, siguiendo las instrucciones y exemplos paternales, que vos le dexasteis, empezó su reyna-do gloriosamente, y aun mostró su co-razon christiano y bondoso las mas lison-jeras esperanzas, si lograba tener á su lado Ministros sabios, íntegros y amantes del saber y de la virtud; pero aquellas esperanzas alagüeñas desaparecieron como el humo que se deshace á la presencia del viento, y aquellos primeros momentos de dicha pasaron como un relámpago, pues muy pronto comenzó á difundirse ( I3o ) por el palacio de los Reyes Católicos un ayre pestilente y corrompido, que ame-nazaba contagiar y abrasar la Nacion en-tera. Maria Luisa, cuyas pasiones y de-seos eran mas vivos y antojadizos de lo que deben ser los de una muger qual-quiera, y cuyo ascendiente y dominio en el corazon de Cárlos, eran mayores de lo que deben ser los de las Reynas so-bre los Reyes; Maria Luisa tomó muy en breve posesión del corazon de Cárlos y, como si lo hubiera hechizado ó en-cantado, solo pensó en conseguir sus gus-tos y caprichos, y ved aquí, Señor, el principio y origen de tantos infortunios y de calamidades tantas. Son los delitos tanto mayores y mas funestos quanto mas elevada es la clase ó la gerarquia de los delin-qüentes. Ordinariamente son muy cortas las resultas del delito de un particular; pero en muchos años no se rehace lo que un mal gobierno deshace en algunos días. ¡Y que dolor! que mientras esto pasaba vues-tro hijo Carlos entregado al ocio y á la caza no advertía la mareta sorda, que se ( I3I ) levantaba en su gabinete, y que tomando despues cuerpo en el de Versalles anublaba la nacion entera, y amenazaba ane-garla en la tempestad mas deshecha, sin descubrir la mina que se estaba cargan-do para derribar su trono, y acabar de una vez con la dinastia de los Borbones. Cárlos. ¿Pues y los Ministros que hacían? ¿Por qué no velaban y desper-taban á mi infeliz hijo de ese letargo en que yacia? ¿En que pensaban los jueces y tribunales puestos por la Nacion para ser fieles executores de las leyes, y cen-tinelas alerta de su guardia y seguridad? ¿Y como también no le aconsejabas y dirigías ? Floridablanca. Señor, son inútiles los consejos y los avisos á los Reyes, que no quieren escucharlos; y mucho mas á aque-llos que, como Carlos, entregan á las Reynas sus corazones, y el gobierno y manejo de la Nacion. Algunos zelosos pa-triotas advertimos á Su. Magestad. los males que empezaban á nacer, y las funestas conse-qüencias que resultarian si al principio no ( I32 ) se remediaban y cortaban; pero todo fué en vano, pues era ya llegada la época infeliz, en que el decir la verdad y pro-curar el bien de la patria eran delitos, que se castigaban, ó bien con un destier-ro, ó ya sobre un cadalso. Yo fuí tam-bien desterrado al lugar de mi nacimiento á pasar mis últimos dias llorando la suerte de mi nación; sucedióme en el gobierno Aranda, quien tambien fué brevemente de-puesto para entregar la nacion al despó-tico gobierno de un jóven guardia de corps, hombre sin estudios ni talentos, y que á la suma ignorancia y estolidéz que le caracterizaban unió después un orgullo y vanidad sin límites ni exemplo; pero que por su funesta figura mereció todo el amor y afecto de la Reyna María Luisa. Si la obediencia en los vasallos pudiera ser alguna vez delinqüente y criminal, nun-ca pudo serlo tanto como en aquella época en que el pueblo español vió y sufrió humillaciones y ultrages, que conservará la historia no se si para elogiar nuestra sumisión y respeto á los Reyes ó para ( I33 ) vituperar nuestra indolencia, nuestra inac-cion y nuestras bellas disposiciones, para ofrecer el cuello á qualquier tirano que intente ponernos el yugo. Desde entonces los empleos, los ho-nores y las dignidades, que deben ser po-cas, y que solo pueden ser la recompensa del mérito y la virtud, llegaron á envi-lecerse por su muchedumbre, y solo fue-ron el premio de la disolución, de la lisonja y del dinero. Un favorito insolente, descarado, sin vergüenza y sin temor de Dios, á quien los Monarcas mas podero-sos de todo el mundo colmaron de ho-nores sin merecerlos, debia por conseqüen-cia premiar á los de su faccion; pero no á los hombres de mérito, cuyo bien me-recido empleo hubiera sido un argumento contra su grandeza mal adquirida. Una prebenda, una vara, una toga, una banda dexaron de ser el premio del buen teó-logo, del buen juez, del buen ministro, del buen soldado, y solo se adquirian y compraban por una indigna y prostituta belleza, por un perro, por un caballo, por ( I34 ) una onza de oro, y no pocas veces por la ridicula habilidad de bailar un Wals, (invencion de los mismos demonios ene-migos del pudor y del recato de las mu-geres) ó por el gran mérito de tocar una guitarra. Un soldado disoluto, que no tenia mas estímulos que la concupis-cencia y el interés, corrompió á quantos le rodeaban, y fueron los españoles el escarnio de la Europa, viendo que en España el fausto, las riquezas, el lucro y la infame prostitucion obtenian el lu-gar de la sabiduria y de la virtud, y que estos eran casi los únicos títulos para obtener los grandes empleos y dignidades. Se continuará. NOTICIAS NACIONALES. Relacion fidedigna de una perso-na que presenció lo que refiere, fecha en Tarragona el 28 de Febrero. Ya dixe en mi anterior que nuestro exército se hallaba dividido en tres divi- siones, una al mando de Don. Juan Bautista ( I35 ) de Castro, Mariscal de campo: otra al mando de Don. Luis Winghen, Brigadier, y otra en Tarragona á las ordenes del Señor Reding, ocupando las dos que es-taban fuera posiciones militares como Igua-lada, Momenco, el coll de Santa Cristina, Sant. Magi, Santa Cruz, el Bruch, Marto-rell, Molins del Rey. Y otra division por la costa de Mataró al mando del Coronel Milans y del Teniente Clarós. Todas estas fuerzas estaban dispuestas y preparado el plan de dar á los enemigos un ataque general por todos los puntos, y marchar inmediatamente á tomar á Barcelo-na: pero las espias y los traidores, que no faltan en Cataluña, avisáron al enemigo, y nos desconcertaron el plan en un to-do; pues abandonando sus posiciones ata-caron los puntos de nuestra vanguardia, y desalojaron á los nuestros de Santa Cris-tina, y encerraron á los de Santa Cruz en el convento de Monjas. Sabedor Re-ding de lo ocurrido, y de como todo el cordon se hallaba cortado, sin comunica-cion entre , y con la plaza de Tarra- ( I36 ) gona, formó junta de Generales, y se resolvió que el Señor Reding debia no abandonar la plaza, y que para lo pro-yectado enviase subalternos de su satisfac-cion. Esto no se verificó, y habiendo for-mado de nuevo junta el lunes resolvió Su. Excelencia. salir aquel mismo dia con un ba-tallon del regimiento de su hermano, una compañia de artilleros de á caballo con 6 piezas y toda su plana mayor: en efecto se verificó la salida á las 3 de la mañana con el objeto de librar las tropas de Santa Cruz, y restablecer la comunicacion en toda la linea. Llegamos primeramente á la villa de Bals, (centro de la guerra) reunimos las tropas de Santa Cristina, seguimos la marcha á Pla, lugar cercano á Santa Cruz, y libertamos también la tropa que se hallaba cercada en Santa. Cruz, la que apurada de viveres resistió glo-riosamente por espacio de 6 dias. A con-seqüencia de estas maniobras los france-ses abandonaron los puntos en que nos sitiaban y seguian nuestra marcha entran- do en los pueblos que nosotros dexa- ( I37 ) bamos. El resultado fué llegar á Mon-blach, y unirnos con la division restante de Castro, formando un trozo de 95oo hom-bres y 7oo caballos. En dicha villa vol-vió á formarse junta de Generales y ofi-ciales, y se resolvió ponerse en marcha en dicho dia, tomando un camino muy áspero y montuoso por habernos cortado la retirada: y en caso de encontrar al enemigo, abrirse el paso á viva fuerza, para volver con toda la tropa á Tar-ragona. Verificóse la marcha á las seis de la tarde del dia 24, y se caminó toda la noche por montes casi intransita-bles, y habiendo llegado á los puntos avanzados á las 5 de la mañana, habian ya pasado como unos 6D hombres y toda la artilleria sin que nadie se opusiera; quando de repente, y á tiempo que nues-tro General y toda la plana mayor pasaba un pequeño puente, se descubrió una emboscada de enemigos, que hicieron dos descargas cerradas, solo con el objeto de quitar la vida á nuestro General y com-pañeros. Causó algun desórden en la tro- ( I38 ) pa que, nos seguia; pero la presencia de nuestro General las reunió y animó, y no se continuó la marcha hasta el dia claro, para hacer la descubierta del cam-po. Llegado este seguimos la marcha con las divisiones y demas tropas, situándonos en una posicion militar, y colocadas nues-tras baterias, se empezó un combate muy reñido por una y otra parte. Nuestra tropa se batió con un valor imponderable animada con la presencia del General, que con una velocidad increible discurria por todas partes, presentándose en los mayores peligros, y en las guerrillas mas avanza-das, mirando con una grandeza de ánimo imperturbable, reventarse las granadas en derredor de él. Despues de una noche de marcha sumamente penosa, de un dia sin haber comido, de diez horas y media de fuego vivísimo, en que nuestra artillería tiró ID cartuchos y 4oo granadas, y un combate sangriento, en que llevabamos enteramente destrozado el centro enemigo, lisonjeabamos fundadamente haber conse-guido la mas completa victoria; y asi ( I39 ) era en efecto, quando á las tres y media de la tarde, hora en que esperabamos su total ruina; pues ya se retiraban sin ór-den y precipitadamente; les entró de re-fuerzo de tres a quatro mil hombres. A pesar de fuerzas tan superio-res, nos batiamos gloriosamente; pero no pudimos dexar de ser cortados por la caballería enemiga; y aquí se mudó la suerte de favorable en adversa. Entonces viendo el General nuestras baterias to- madas por el enemigo, tocó retirada, y en ella se vió en la horrible situacion de tener que batirse cuerpo á cuerpo con unos quantos dragones de á caballo de los que pudo escapar como mila-grosamente por el valor de su brazo, y pudo entrar en la plaza herido con 5 cuchilladas, 3 en las espaldas, una en la cabeza y otra en un brazo, de las quales una sola es de alguna consideracion; en la levita le dieron mas de veinte, y con otra le dividieron el sombrero en dos pedazos. Puede asegurarse que el empeño de los enemigos en cogerle vivo, le libertó la ( I4o ) vida. Entre los Edecanes que le defen-dieron, uno fué hecho prisionero, otro muerto y otro herido. De resultas de las heridas, y de tres caidas que dió del cavallo, se halla en cama; pero, gracias á Dios, tan mejorado y animoso, que segun parece se halla con intento de volver á atacar á los ene-migos dentro de tres ó quatro días. A pesar de que el campo de batalla que- por ellos, es seguro que no olvida-rán jamas el 25 de Febrero, en que se derramó tanta sangre francesa, y en que conocieron, con quanto denuedo y valor pelean los españoles, quando son bien dirigidos, y comandados. La nunca bien celebrada Zaragoza es el objeto del amor y gratitud de los españoles, el exemplo de los valientes, la admiracion de la Europa, y el oprobrio, la ignomi-nia y confusion del tirano y de sus dig-nas quadrillas de salteadores, siempre dé-biles, infames y cobardes ante las tapias indefensas de aquella heroica Capital, ora la vensan, ora salga vencedora triunfan- ( I4I ) te. Los amantes de la Patria y los hombres buenos, que desean ver á los zaragoza-nos, ceñidas sus frentes de laureles tri-unfadores, pasear las provincias de la Es-paña, para excitar con su vista exemplos de valor, de lealtad, y de amor á Fer-nando, á la religion, á la patria, á las leyes y costumbres, que hemos heredado de nuestros gloriosos progenitores, se cubrie-ron de tristeza y llanto con las infaustas noticias sobre la suerte de aquellos ilustres campeones, mas merecedores de descen-der al sepulcro, ornado con estatuas y hermosas inscripciones, que los eternisen, que de pasar al poder de unos malvados, que no saben estimar el valor, y el patriotismo, por que ellos no tie-nen virtud alguna. Seria una temeridad decidir positivamente sobre la suerte de Zaragoza en este momento, y asi solo procuraremos consolar á los que precipi-tadamente se entristesen, manifestándoles que aquella ciudad se defendia vigorosa-mente muchos dias despues de la fecha de la supuesta entrega. Pero antes quisiera- ( I42 ) mos, y deseamos vivamente que nunca perdamos de vista los españoles los dos consejos ó advertencias siguientes: . Que toda la aplicacion, y las luces del ingenio humano no son capaces de com-prehender, ni prevenir las intrigas, fraudes y maquinaciones, de que se valen y pue-den valer para engañarnos y vencernos esos caros hermanos, á quienes no les ha quedado mas gracia, ni habilidad, que la de robar, y mentir. . Que tribute-mos una entera y denodada confianza y obediencia al gobierno, que tan sabia-mente nos conduce á la independencia y á la gloria, pues es indudable que la in-subordinacion y desobediencia eran para Bonaparte una victoria, que inevitablemente le aseguraria las conquistas de las Españas y del Portugal. Esta segunda advertencia exîgia un largo discurso, que tal vez en adelante tendrá lugar. ( I43 ) NOTICIAS DEL PUERTO. Embarcaciones que en él han entrado desde el dia 7 hasta el I3 de Marzo con cargamento para esta ciudad y América. Laud Santo Christo del Grao, patron Mariano Coscollar, de Gibraltar con ropas. Bergantin Santo Christo de la Salud, capitan Don. Josef Rodriguez, de la Habana con azucar, cacao y campeche. Xaveque San. Josef, patron Miguel Colomar, de Cartagena con barrilla. Laud San. Antonio, patron Jayme Rodol, de Vi-llaseca con aguardiente. Bergantin Nuestra. Señora de la piedad, capitan Don. Josef Pendon, de Plimouth en lastre. Bergantin la Concepcion, capitan Don. Josef Muse de la Habana con azucar, cacao, cueros, qui-na y campeche. Bergantin Santa Christina, patron Antonio Va-lentin, de Muros en Galicia con sardinas. Bergantin Sueco Luisa, capitan A. G. Walles-ten, de Norskoping en Suecia, con hierro, ta-blas, alquitran, brea, almagra, alumbre. y acero. Laud San. Josef, patron Ramon Muela, de Torre-vieja con barrilla. Laud las Ánimas, patron Pascual Biscarró, de Tarragona con aguardiente. Idem Santo Chrisco del Grao, patron Vicente Romero, de Cadiz con azucar y campeche. Barco el Dorado, patron Vicente Casas, de Gi-braltar con cueros y ropas. Cahique Nuestra. Señora del Carmen, patron Josef Va- ( I44 ) quer, de Lisboa con cueros. Laud Santísima Trinidad, patron Francisco del Moral, de Gibraltar con cera. Idem San. Josef, patron Josef Galeano, de Cadiz con sardinas. Idem Santa Bárbara, patron Andres Rodrigues, de Gibraltar con cueros y ropas. Lancha de Su. Magestad. Británica Campadam, Coman-dante el Teniente de fragata Don. Jorge Ferd, de Gibraltar con pliegos. Laud Nuestra. Señora del Rosario, patron Agustin, Gorgol, de Tarragona con aguardiente. Laud las Almas, patron Antonio Bas, de Peñis-cola con vino y aguardiente. Tartana Jesus Nazareno, patron Christoval Es-pezario, de Algeciras con pertrechos de guer-ra para Tarragona. Bergantin la Esperanza, patron Pedro Pérez, de Cartagena en lastre. Precios de granos y otros géneros en la Alhon-diga y almacenes en I5 de Marzo. Trigo segun calidad la fanega. de 36 á 5o reales. Cebada de la tierra idem. de 23 á 25. Idem de la costa de 2o á 21. Aceyte de oliva la arroba. 45 á 46. Aguardiente. prueba de aceyte arroba. 33 á 35. Cacao de Caracas la fanega. á 70. pesos. Arroz de Valencia la arroba. de 27 á 29 reales. Azúcar blanca de la Habana de 62 á 64. Idem terciada la arroba. á . Manteca de Irlanda la libra. de 8 á 9. Bacalao ingles, el quintal. de 8 á Io pesos. fuertes.

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