CODEMA19-URB-1809 CODEMA19-URB-1809 Resumen Tratado de urbanidad "Discurso sobre la necesidad de la buena educación de las mujeres" (autora: María de los Dolores Ponce de León), publicado en Málaga en 1809. Archivo Archivo Díaz de Escovar Typology Otros Fecha 1809 Lugar Málaga Provincia Málaga País España
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DISCURSO
SOBRE LA NECESIDAD
DE LA BUENA EDUCACION
DE LAS MUGERES .
POR
DOÑA MARIA DE LOS DOLORES PONZE
DE LEON .
EN MÁLAGA
POR EL IMPRESOR CARRERAS E HIJOS .
AÑO DE 1809 .
Con las licencias necesarias .
A TODAS MIS AMADAS
CONCIUDADANAS .
SEÑORAS .
Un diseño escaso de los sentimientos que abri -
ga mi alma en el punto interesantísimo de
nuestra educacion , consagro y dedico con el ma -
yor rendimiento á la utilidad pública por me - [ margen inferior : a 2 ]
dio de Vste de s . Yo no puedo en este caso hablar
si no con aquellas virtuosas y nobles matro -
nas , que desean y trabajan en la felicidad
de sus hijas , ni son otras las que deben ser
oidas ante el trono de la autoridad y del po -
der ; yo , dispensándome el honor de que es -
tas sensatas mugeres me escuchan , me atre -
vo á decirles con un sábio de nuestros dias ( I ) :
„ la madre que no tiene cuidado de los su -
„ yos ha negado su fe , y es peor que el in -
fiel . “ No es esto enseñar , es recordar la obli -
gacion que tenemos como madres , y como cris -
tianas . Parece que en las circunstancias en
que nos hallamos no debia yo distraer la aten -
cion de Vste de s de los cuidados patrióticos ; pe -
ro ¿ acaso hay tiempo mas oportuno de cor -
regir los vicios , de remediar las costumbres ,
de tratar seriamente sobre el bien de la so -
ciedad , que aquel en que la falta de estas
cosas ha traido á la Nacion al mayor in -
fortunio ? ¿ Qué ocasion mas favorable para la
reforma de nuestra educacion , que aquella en
que se necesitan buenas ciudadanas ? Hablo ,
señoras , con toda la ingenuidad de mi cora - [ margen inferior : ( I ) Cevallos , falsa filosofía , tomo I. página 163 , cí -
tando á San Pablo . ]
zon , hasta este tiempo de calamidad , no ha
llegado mi zelo y mis deseos á su mayor in -
cremento . El patriotismo y la humanidad ( que
dice un soberbio filósofo ( I ) que son incompa -
tibles en su energía ) me han llegado á ele -
var sobre mí misma en esta época , y han
tomado entrambos , con la mas dulce amistad ,
toda la posesion de mi espíritu . Ellos son los
que han movido mi tosca pluma para una
produccion , que sino llena el espacio de la ins -
truccion de Vste de s , manifiesta por lo ménos el
deseo que enciende mi pecho por la de nues -
tro sexô , y el placer con que yo me sacrifi -
cara en beneficio de mi amada patria para
un asunto tan interesante . La causa que me
mueve es clara , la necesidad que tenemos es
bien conocida ; y ya que no podamos reformar
los abusos de los tiempos que nos han prece -
dido , cuyos desgraciados efectos tocamos por
haber fixado nuestra educacion en mucha par -
te segun el modelo de esa perversa nacion , que
tanto ha variado nuestras costumbres y nues -
tros usos , trabajémos en adelante por volver
á la nuestra el carácter nativo que la dis - [ margen inferior : ( I ) Rousseau , citado por Cevallos en la misma
obra , tomo I. página 272 . ]
tingue entre otras naciones menos religiosas .
Si mis débiles conocimientos alcanzáran á tan
alta empresa , veria Málaga una hija zelosa
del bien de las familias y de la sociedad ; pe -
ro esta es obra de un talento superior , apo -
yado , defendido y fomentado por el Público ,
por los Magistrados y por las señoras ma -
dres de familia , que deseosas de la recta edu -
cacion de sus hijas , despreciando las preocupa -
ciones de los enemigos de nuestro sexô , y en -
sordeciendo á las vanas palabras de la ini -
quidad:::::clamen por el remedio de una dolen -
cia , que sino se corrige en tiempo , nos llega -
rá á privar de la vida social .
Yo espero de la benignidad de Vste de s acep -
ten este pequeño obsequio , y el afecto de la
mas inútil ciudadana .
Que Besa Su Mano .
María Dolores Ponze
de Leon .
Erró desde el fundamento aquel impio , que
mas bien por autorizar la libertad de las costum -
bres , que por distinguirse con un sistema nuevo
en el mundo literario dixo con aquel vano ma -
gisterio propio de un frances de su clase : la
muger se debe considerar siempre como un mucha -
cho ( I ) . Esta es la impia máxîma que como prin -
cipio de la educacion sienta el abominable Rou -
seau , enemigo de la sociedad , hombre por tan -
tos títulos indigno de llamarse tal . Mas digo otra
vez que erró , y su mismo yerro lo está conde -
nando á un olvido y desprecio eterno . Máxîma
detestable , que mira con horror todo hombre sen -
sato , que desaprueba toda sociedad , que abor -
rece la misma naturaleza ; pero que este filóso -
fo no se avergüenza de establecer en su mal - [ margen inferior : ( I ) Padre Rosselli , filosofía tomo 6 . ]
dito Emilio , libro que no es bueno ni aun pa -
ra la educacion de un gentil .
Exâminemos la naturaleza de esta máxîma ,
no para impugnarla con prolixidad , sino para des -
cender por ella al asunto de este discurso . La
muger se debe considerar siempre como un mucha -
cho . Es decir , una muger no debe ser tratada
como individuo de la sociedad : debe siempre
mirarse como incapaz de ser útil á la Religion
y al Estado : no se debe atender en ella á otra
cosa que á la parte animal y vegetal ; y así co -
mo los varones en el estado de muchachos no
deben saber mas que comer , sin meterse en ins -
truirlos en materia de Religion , porque son in -
capaces de comprehender sus verdades , ( así se
explica Rouseau I ) del mismo modo las hem -
bras no deben saber en toda su vida una pala -
bra de Religion , de Ciencias , de Artes , ni de
cosa alguna que pueda ilustrar su entendimien -
to y proporcionarlo al conocimiento de su úl -
timo fin . Todas estas conseqüencias saco yo con
solo las ideas que me subministra la moral cris -
tiana , y se deducen de la detestable máxîma
de Rouseau . ¡ Quánto podrán inferir los sábios
que conocen las relaciones de las cosas y pe - [ margen inferior : ( I ) Como dice el Padre Rosselli , tomo 6 . ]
netran los perjuicios de las falsas doctrinas ! Mas
¿ qué fin pudo proponerse este filósofo al esta -
blecer este principio ? ¿ Seria acaso que las mu -
geres fuesen infieles en qualquiera secta ? ¿ Se -
ria hacerlas incapaces de otros sentimientos que
los que inspira la misma naturaleza ? ¿ Seria que
sirviesen en la sociedad como sirve un páxaro ,
un perro , un caballo ? ¡ Oh sexô mio ! Si este
regenerador de la educacion , ó alguno de sus
sequaces se encargara de nuestro destino en la
sociedad , ¡ qué lugar tan inferior ocupariamos
en ella ! ¡ Qué léjos estaria de nosotras aquella
felicidad preparada á los hijos de Adan redimi -
dos por Jesucristo !
Pero no temed , que por fortuna nuestra , y
particular providencia del Cielo , vivimos en el seno
del cristianismo . Aquí somos nosotras consideradas
en el destino en que Dios nos puso : aquí go -
za nuestra alma , igual en la sustancia á la de
todos los hombres , de aquella ilustracion que la
hace capaz de gozar de la Divinidad : aquí en
fin tenemos el lugar que merecemos como ra -
cionales , como cristianas , como mugeres y co -
mo madres de familia . ¡ Grande es nuestra di -
cha ! Y grande la necesidad que tenemos de cor -
responder por nuestra parte á tan singulares fa -
vores de la Providencia , de contribuir con nues - [ margen inferior : b ]
tras fuerzas á labrar la corona de nuestra felicidad ,
de llenar con abundancia el lugar que se nos
ha preparado , y de falsificar por todos caminos
la máxîma del monstruo frances . Penetrada yo
de estos sentimientos , y animada con la confian -
za de la buena acogida que hallará entre mis
conciudadanos amantes de la educacion esta de -
fectuosísima produccion de mi pluma , suplico
lean con reflexîon algunas razones sobre la ne -
cesidad de nuestra buena educacion .
Una grande experiencia adquirida en po -
cos años , me ha hecho conocer aquella ver -
dad que casi todos los oradores sagrados traen
por apoyo y fundamento de la necesidad de la
buena educacion de las mugeres . „ La muger sá -
bia , edificará su casa “ dice el Espíritu Santo ;
„ y la ignorante la destruirá “ ¿ Y quién no ve en
esta sola expresion al mismo tiempo que nues -
tro destino la necesidad de nuestra sábia educa -
cion ? Por lo que hace á lo primero , yo en -
tiendo que aquí el nombre de casa no puede to -
marse de otro modo , que en aquella segunda
acepcion que le considera el diccionario de la len -
gua castellana . „ Casa , dice , es el conjunto de
hijos y domésticos que componen una familia . “
Segun esta idea , la muger sábia , esto es , la
bien educada , la prudente , instruida y gober -
nosa edificará , dará buen exemplo y enseñará á
sus hijos , á sus domésticos y á todos los que com -
ponen su familia . Mas : la muger , cuyo destino
generalmente es para ser madre de una familia : la
muger , cuyo encargo es ser cabeza y gobernadora
de una porcion de individuos de la especie hu -
mana , los quales han de ser algun dia miem -
bros , quizá principales de la sociedad , esta es
la que ha de educar y edificar á esta pequeña
república , cuya cabeza doméstica es la madre .
¿ Y cómo ha de edificar y gobernar una mu -
ger , que ni conoce mas vida que la animal ,
ni tiene otros principios que el instinto , ni otras
reglas que las de la viciada naturaleza ? Es pues
indispensable , que , ó dexen de tener las madres
el destino que tienen en la sociedad , ó propor -
cionarse para él por medio de la educacion mas
sábia y mas prolixa . Si se ha de hacer lo pri -
mero ; fórmese con ella una república separa -
da del comercio de los hombres , y gobiérnese
como una porcion de ganado , ó ténganse co -
mo fieras que habitan los bosques ; mas si se ha
hacer lo segundo , ¿ cómo habrá de mirarse con
indiferencia lo que ha de formar en parte la fe -
licidad de un Estado ? Aquí es necesario divi -
dir nuestra consideracion en aquellos principales
puntos que aclaren el discurso , y que hagan co - [ margen inferior : b2 ]
nocer con individualidad el preciso enlace que
el destino de la muger tiene en la sociedad con
la sociedad misma , y con todo el agregado de
circunstancias que en ella se encuentran .
Supongo probada , y justamente defendida ,
contra el impio y grosero Rouseau , la verdad
de tantos sábios , ó por lo ménos , hombres en
quienes no es imaginable el menor vestigio de
preocupacion en esta materia , los quales afir -
man en defensa de las mugeres lo mismo , y mu -
cho mas de lo que yo pudiera decir en este
breve discurso . Tales son los que cita el Padre So -
to y Marne , los citados por el Padre Feijoo , y
este mismo en su defensa de las mugeres : contra
quienes , ni los sistemáticos impios , ni los char -
latanes indiscretos , ni aquellos que por una ne -
cesidad dolorosa vomitan rayos de venganza con -
tra los verdugos de su desenfreno , pueden pre -
valecer ni adelantar un paso en descrédito de nues -
tro sexô . Esto supuesto , consideremos á una mu -
ger sucesivamente en aquellos estados á que por
lo regular llegan las mas , de niña , de solte -
ra y de casada ; discurramos por cada uno de
ellos , y en todos hallarémos necesidad de edu -
cacion , ventajas por ella , y perjuicios por su
falta .
Una niña que apenas abre los ojos á la luz
del mundo , que no siente otros impulsos que los
movimientos de la naturaleza , y que obra , por
decirlo así , como una máquina sensible , todo es
novedad para ella , todos los objetos le roban la
atencion : ella ve las plantas , ve los animales ,
las aguas , las frutas , los árboles ; todo lo to -
ca , todo lo mira , de todo se acuerda ; mas de
nada puede discurrir con perfeccion , ni sacar una
idea nueva que le presente con alguna exâctitud
el principio y causa de aquel objeto ... ... Aquí
me interrumpiera un cliente de Rouseau , edu -
cado por las reglas del Emilio , y con afectacion
francesa me diria : „ ve ahí por qué trabaja en
„ vano el maestro que pretende sugerir á los in -
„ fantes ideas de la Divinidad , principios de Re -
„ ligion y otras cosas abstractas : ellos son inca -
„ paces de impresiones del espíritu : ellos no pue -
„ den fixar sus conocimientos , ni pueden exer -
„ cer mas funciones que las que se facilitan por
„ los resortes de los sentidos . “ Á tan vanas pa -
labras , y tan poco meditados principios , es la
mejor respuesta el desprecio . Vuelvo pues al es -
tado de esta niña , y veo que su tiernecita ima -
ginacion me proporciona el terreno mas hermo -
so para sembrar sin sorpresa la semilla de la Re -
ligion . En todas aquellas cosas que ella aprehen -
de y conoce por solo los sentidos , y de quie -
nes no tiene mas idea que la material que por
ellos les entra , en todas puede formársele una
idea mas espiritualizada y exâcta , que le de á
conocer ( del modo que esto puede ser ) las per -
fecciones del Criador , y , como en un espejo ,
hacerle ver en ellas al Criador mismo , pintán -
doselo baxo aquel objeto material mas hermoso
y mas agradable que ella manifieste haber apre -
hendido : y ¿ qué indolencia mas perjudicial que
perder en estos infantes unos momentos tan fa -
vorables para radicar los principios de la fe ? ¿ Qué
importa que ellos no puedan formar una cabal
idea de las cosas espirituales , si pueden por lo
menos proporcionarse para ello ? ¿ Y quien de no -
sotros tiene perfecta idea del espíritu ? Basta pues
( dice el autor del verdadero método de estudiar )
que el entendimiento de los infantes , como el nues -
tro esté , por decirlo así , cautivo de aquellas co -
sas mas altas que aprehende y que conoce , pa -
ra que de este modo , quando mayores conoci -
mientos , y mayor número de objetos lleguen á
ocupar sus potencias , fortifique estas tiernas ideas ,
plantas que darán su fruto en el tiempo de la
madurez .
Así es que los rudimentos de la fe de -
ben posponerse á los conocimientos científicos : ya
porque ellos son los primeros en dignidad , ya
porque con ellos se imprime , si con mas tra -
bajo , con mas firmeza el temor de Dios , prin -
cipio de toda sabiduría . Mas no por esto dexa
de ser indispensable al mismo tiempo los elemen -
tos de las primeras artes , que dan tambien la pri -
mera labor á aquella tierra vírgen del entendimien -
to de las niñas . Quando aquella alma va sacudien -
do los sentimientos puramente animales ; quando ya
aquel entendimiento va empezando á formar com -
binaciones , y á extraer algunas razones particula -
res de las generales ; quando en fin , aquella razon
pueda hallar en cierto modo las diferencias de las
cosas , entónces es quando el conocimiento de la
lengua nativa , la calografia , la buena ortogra -
fia , y todos los demas elementos tienen su lu -
gar , y entran como á proporcionar el hospe -
dage á los demas conocimientos que han de ve -
nir despues . Tales son un estudio mas profundo
de la Religion por los catecismos ordenados á
este fin : la noticia de la historia sagrada : des -
pues la leccion de libros devotos , ó que tengan
exemplos á la vista de virtudes , y todo aquello ,
que sino la pone en estado de sociedad , la po -
ne á lo menos en defensa contra los vicios .
¿ Y quántos son los que se pueden contraer
en esta edad ? ¿ Quántos los escollos que le ame -
nazan ? ¿ Quántos los males que pueden temerse
en estas circunstancias por la falta de educacion ?
Es verdad que esta falta regularmente no se des -
cubre hasta aquellos casos en que la muger , li -
bre é independiente de agena voluntad , necesi -
ta valerse de sus principios para labrar su fe -
licidad ; pero es tambien verdad que no hay al -
guna tan estúpida que no llore con lágrimas har -
to inconsolables la pérdida de un bien que des -
conoce . Millares de infelices caminan por la sen -
da que guia al precipicio , por no haber cono -
cido jamás otro camino : no pocas intentan afir -
mar sus pasos , quando ya , ni conocen la tier -
ra que pisan , ni la debilidad de sus pies : mu -
chísimas buscan la tabla quando ya la tempestad
las va sumergiendo y ahogando ; y otras ¡ quan -
tas son estas ! aunque quieren y pueden liber -
tarse no acaban de resolverse por no faltar á aque -
lla maldita ley del mundo que condena como dé -
biles á las prudentes . Todos estos perjuicios , y
los infinitos que de ellos producen trae la falta
de educacion en los primeros años . Sus venta -
jas ( sobre el aprecio que merece una niña quan -
do en su modestia , en sus conocimientos , en su
apego al trabajo , y en todos aquellos resplando -
res de virtud que se asoman por sus palabras ma -
nifiesta su educacion ) se conoce mas bien en los
demas estados de la vida .
Si nosotras crecieramos con la edad solo en
los conocimientos y en la estatura , no sería tan
necesaria como es una regla para dirigir nues -
tras acciones , y poner en método aquella varie -
dad de sentimientos que vienen con los años ; mas
como tenemos ademas un enemigo poderoso que
vencer , un muro altísimo que superar , y un es -
collo peligrosísimo que evitar , es forzoso armarnos
con todo género de armas de que podamos usar , no
solo para la conservacion de esta vida que vi -
vimos sobre la tierra , sino tambien y principal -
mente para no perder la del Cielo . Crecemos ,
no hay duda , y con nosotros todas las pasiones
que casi á una voz acometen como enemigos de
nuestra existencia para destruir á un tiempo nuestro
ser físico y moral . Llega una niña á la edad de
la pubertad , y al paso que la naturaleza se va
desplegando en ella , van tambien las pasiones
poniéndose en agitacion y la máquina toda á po -
ner en uso todos los resortes del movimiento .
La lascivia , la ira , la venganza , el amor des -
ordenado : despues la envidia , el ocio , la va -
nidad , el luxo , y en seguida de estos vicios
todos los demas que se le proporcionan segun
su estado , condicion , haberes ó libertad son las
primeras explosiones de la naturaleza . Este es el
estado en que la culpa original pone á todo hu - [ margen inferior : c ]
mano , con especialidad á nuestro sexô , que aun -
que es verdad que el Criador les puso por cus -
todia de sus vicios y pasiones la muralla del
natural pudor , tambien es verdad que estos ene -
migos se hacen mas poderosos quanto mas de -
fendidos ; y si en el otro sexô son mas freqüen -
tes las tumultuosas salidas por menos guardados ;
en nosotros , aunque no son tan freqüentes , son
mas temibles , porque una vez que lleguen á sal -
tar la barrera , con dificultad volverán á reco -
gerse . Un exército desmedidamente ansioso de
pelear , una vez que á la voz de los gefes , ó
incautos ó temerarios , salió de los campamentos ,
¿ qué ley , qué precepto , qué fuerza podrá po -
ner en órden sus movimientos hasta haber des -
truido al enemigo ? No es otro , en verdad , el
estado de nuestras pasiones desde los doce años ,
hasta que la mutacion de estado , ó la madu -
rez de la edad templa el calor que nos agi -
ta . ¿ Mas no habrá un remedio que evite ó que
cure esta enfermedad al parecer inevitable ? To -
dos saben que lo es , y muy poderoso , la bue -
na educacion . Esta es la que con el freqüen -
te uso de los suaves lenitivos , compuestos de
las dulces esencias de las virtudes y buenos exem -
plos llega á moderar en mucha parte ( aunque
dificultosamente á sanar del todo ) una enferme -
dad , que obrando á su arbitrio acabaría con
nuestra exîstencia . Esta es la que valiéndose de
la voz imperiosa de la Religion detiene el fu -
ror desmedido de estos impetuosos guerreros , cu -
yo principal adversario es nuestro mismo ser .
Si fuera el objeto principal de este discur -
so dar una menuda instruccion en todos los pun -
tos de educacion conforme á los diferentes esta -
dos , diria yo ahora , que una muger en esta edad
mas bien debe ser educada por los consejos y
buenos exemplos de su madre , que por las ins -
trucciones de qualquiera otra persona que se en -
cargue de su educacion . Ella aprenderá á ser
humilde , si advierte que su madre obra con -
forme á aquel conocimiento que debemos tener
de nuestra miseria y baxeza ; ella será obedien -
te , si ve que su madre obedece á su marido
en todas las cosas lícitas ; ella será recatada , si
su madre mide sus palabras y sus acciones ; ella
será honesta , si su madre en todos sus movimien -
tos le derrama el suave olor de esta virtud ; ella
será laboriosa , si su madre no es holgazana ; ella
será modesta y silenciosa , si no ve disensiones en
su casa ; ella crecerá en las virtudes , si su ma -
dre las practica ; y ella será en fin todo quan -
to su madre sea . Mas no quiero yo inferir de
aquí , que esta jóven haya de carecer de toda [ margen inferior : c2 ]
otra instruccion ; ántes bien se le debe propor -
cionar aquella que sea conveniente á su edad
y condicion , segun el estado á que se incline .
Un estudio mas profundo de la historia sagra -
da y profana da insensiblemente á beber las vir -
tudes en las aguas de los buenos exemplos , da
á conocer los escollos de los vicios , y enseña
á huirlos y temerlos ; unos conocimientos de eco -
nomía en todo ramo , facilitan el desempeño de
las obligaciones domésticas ; un exercicio mode -
rado , y conforme á su calidad y complexîon , de
todas las labores de manos , enseña , ó á valerse
de ellas quando no haya otros arbitrios para sub -
sistir , ó á moderar los gastos que sobrevienen
á una familia , quando ( ¡ oh desgracia ! ) ignoran
las señoras lo que deben hacer las criadas : unos
breves conocimientos de dibuxo , de poesía , de
música ( aunque en esto último hay regularmen -
te exceso , creyendo las ignorantes que la mu -
ger que no sabe tocar , cantar y baylar , no
tiene educacion ) puede servir para llevar sua -
vemente los trabajos de la vida : y por lo que
hace á la música es constante , y no pocas ve -
ces sucede , que la melodía de un instrumento ,
ó la dulzura de una voz , ó templa las disen -
siones de una familia , ó logra el recogimien -
to de un marido , ó hace crecer , y es lo mas
comun , el amor con que deben unirse los que
viven baxo un mismo techo .
Sola esta que parece haber sido una digre -
sion , empieza á demostrar las ventajas de una
jóven bien educada . ¡ Qué confianza no inspi -
ra en el pecho de unos padres , saber que la
virtud , el talento y la prudencia de una hija son
el apoyo de sus cuidados ! En ella ven los demas
hijos una madre , una hermana , una amiga , una
sábia maestra , que con sus exemplos los ense -
ña , que con su amor los reune , que con su
discrecion los edifica : en ella ven los criados
una señora sin despotismo , económica sin mise -
ria , y protectora sin acepcion de personas . To -
dos los que freqüentan aquella casa , ven en ella
una jóven virtuosa , una amiga leal , una mu -
ger sociable , y capaz de hacer la felicidad de
un marido , así como está haciendo la de sus
padres y domésticos : todo hombre sensato la apre -
cia , toda muger la envidia , el bueno la alaba ,
el malévolo la respeta , el Cielo la protege y Dios
la bendice . ¡ Quántos bienes trae en su compa -
ñía la buena educacion ! Pero variemos por un
momento la escena .
¿ Quién puede calcular los males de una jó -
ven sin educacion , ó mal educada ? ¿ Habrá al -
gun peligro á que no se exponga ? ¿ Habrá al -
gun daño que ella misma no se proporcione ? ... .
Jóvenes perdidas , mugeres que llorais sin con -
suelo , esposas desgraciadas , viudas tristes , no
necesito yo de recordaros vuestros infortunios , y
manifestar al público yerros que él mismo , bien
á pesar vuestro , conoce y palpa ; lo que ni
él , ni vosotras debeis olvidar es , que todos tie -
nen su orígen en la mala educacion . Aquí se en -
turbió aquel arroyo que corria claro desde el Bau -
tismo : aquí empezó á torcer el camino la natu -
raleza ; y por este flanco , que debió ocupar la
educacion , han entrado los enemigos , las po -
derosas pasiones , y han tenido lugar de con -
sumar sus estragos . Aquella que gime solitaria
toda la vida , quizá porque confió demasiado en
sus prendas naturales , halla la falta de educa -
cion quando , perdida la flor , quiso echar ma -
no del fruto . La otra que se entregó á las li -
viandades en lugar de dedicarse á la instruc -
cion , se halla al fin de sus dias ignorante y
disfamada , acaso por los mismos compañeros de
sus disoluciones . La otra que en el tiempo opor -
tuno descuidó su educacion , por atender á la mú -
sica , al bayle , y á los vanos amores , cono -
ce su yerro quando ya ni sus gracias y ha -
bilidades pueden valerle , ni es ocasion de em -
prender otra carrera . ¡ Terrible apuro para una
jóven que quiere ya tomar estado , y que nin -
gun hombre la mira como objeto de su felici -
dad ! ¡ Lamentable desgracia para unos padres
que no supieron evitar los dolorosos aconteci -
mientos de una hija , que á veces no quisieran
haber engendrado ! Pero ¿ cómo no han de llo -
rar , quando ellos mismos no han acabado de
enjugar las lágrimas que derraman por igual des -
gracia ? ¿ Acaso el orígen de los yerros de es -
ta hija no es la misma infortunada madre ? Sí ,
esta madre está llorando su desgracia desde que
la tomó por esposa un hombre , que pensó ha -
cer con ella su felicidad . ¡ Ay esposa ! ¡ Ay ma -
dre ! ¡ Ay estado , quanta falta os hace la bue -
na educacion !
El estado del matrimonio ¡ me estremezco al
considerarlo ! El estado del matrimonio es el que
mas echa de ver la falta de educacion ; así co -
mo por el contrario es el que mas participa de las
dulzuras que ella proporciona . Una muger instrui -
da es una buena esposa , una buena madre y una
buena ciudadana . Toda la historia está sembra -
da de estos exemplares , y solo el corto núme -
ro que trae el Padre Feijoo puede darnos bastan -
te idea de lo que puede una muger bien edu -
cada . Mas si este sábio nos da á conocer es -
tas ventajas en los exemplares de virtud que nos
pone á la vista , nosotras vemos entre nosotras
mismas la dispersion de una familia , la ruina
de un caudal , la desolacion de una casa por una
madre ignorante ó viciosa . No es esto tan general
que no haya á quien exceptuar ; pero no se pue -
de negar que es muy largo el número de in -
felices , que lo son porque no aprendieron á ser
esposas y madres de familia . Este es el caso
en que yo debo hacer ver , que la buena edu -
cacion es la que pone á cubierto de estos ma -
les , y la que facilita todas las felicidades que
reune el estado del matrimonio .
No necesita una moza bien educada de men -
digar atractivos , ni prodigar favores para lla -
mar la atencion de un hombre , que anda es -
cogiendo entre las mejores la mas proporciona -
da para su esposa : muy léjos de esto , se ve -
rá precisada á hacer desde su gabinete el mis -
mo oficio que hace el que la busca . Entre mul -
titud de amadores que fixan en ella sus ojos y
felicidad , podrá hacer una discreta y acertada
eleccion ; y para este caso sabrá usar de aque -
llas reglas que la experiencia y la instruccion
le han enseñado . Elige pues el que le parece
mejor , y sabe ciertamente que desde el primer
dia de su desposorio va á ser el depósito de
las confianzas de su esposo , el objeto de su amor ,
el lugar de sus delicias , y su tesoro mas apre -
ciable y mas guardado . Segun estos diversos des -
tinos , sabe unas veces mostrarse prudente , otras
fiel , otras amable , otras recatada , y en todo
y siempre procura llenar sus obligaciones . El
hombre que se ve con una esposa de tan al -
tas prendas , ¿ qué no hará para conciliarse su
amor ? ¡ qué agrado ! ¡ qué respeto ! ¡ qué fi -
delidad ! ... . . Si es comerciante , comunicará con ella
sus negocios ; si es letrado , gustará de conferen -
ciar con ella ; si es labrador , contará con ella
para sus adelantos ; si es artesano , sabrá que tie -
ne una compañera en su taller . ¿ Y podrá cal -
cularse quanta satisfaccion es esta para un ma -
rido ? Él no tiene necesidad de buscar diver -
siones fuera de su casa , ni tertulias , ni ami -
gos , ni consoladores , ni consejeros ; todo lo tie -
ne en su casa , todo lo halla reunido en su es -
posa , que si le mira afligido le consuela , si
cuidadoso le ayuda , si irritado le templa , si
distraido le atrae , si disipado le aconseja , si
tenaz le convence , si pervertido le convierte ,
si vicioso le enfrena ; y que , en fin , pobre ó
rico , sábio ó ignorante , siempre será feliz en -
tre tanto que goce de su amable compañera .
No se limitan á solo su esposo las virtudes
de una muger bien educada , no , tambien par - [ margen inferior : d ]
ticipan de ella sus hijos . Ellos principian á ser
felices desde que son concebidos en el seno de
una madre virtuosa , continuan siéndolo en su
infancia baxo la tutela de una madre cuidado -
sa , y consuman su dicha con la educacion que
les proporciona una madre instruida . Me hicie -
ra interminable si quisiera darle á este pensamien -
to toda la extension que merece . Las ventajas
que una madre proporciona á sus hijos , las to -
camos nosotros , y todo hombre sensato que ha -
bla de esta materia nos las hace conocer . Basta
pues , y sepamos que estos son los efectos de
una buena educacion , y lo contrario no pue -
de tener otro orígen que la falta de ella . Hay
casos en que las desgracias de una familia pro -
ceden de un padre perverso y disipado , y en me -
dio de esto vemos no pocas veces que una ma -
dre discreta y virtuosa , ó repara estas desgra -
cias , ó las hace mas soportables . Muere un hom -
bre de caudal , y creyendo todos haber llegado
la ruina de aquella casa , hallan con admiracion ,
que su muger lo maneja como él mismo . Enfer -
ma ó muere un negociante , y todos compade -
cen la viuda , mirando en ella un despojo de la
fortuna ; pero se asombran quando la ven con -
tinuar con desembarazo los negocios de su ma -
rido . ¿ Qué es esto ? No es otra cosa que efec -
tos de una buena educacion . Esta muger , esta es -
posa , esta madre bebió en la niñez el agua pu -
ra de la Religion , de la virtud y de la instruc -
cion ; rectificó y perfeccionó estas ideas en su
juventud , y quando tuvo necesidad de ponerlas
en práctica , supo con prudencia aplicarlas á aque -
llos casos particulares que le ocurrieron .
Diga ahora el desgraciado Rouseau , que
á la muger se debe considerar siempre como á un
muchacho ; dígalo , y aunque yo no pueda li -
sonjearme de haber impugnado suficientemente su
iniquo y desatinado principio , podré á lo mé -
nos decir que he contribuido con mis cortas lu -
ces á falsificarlo : yo lo haría con mas gusto
y con mas felicidad , si mi suerte en esta mate -
ria hubiera sido mas afortunada . Por desgracia
carecemos en nuestra Patria de una casa , don -
de una completa , sana y verdadera educacion ,
hiciera á nuestro entendimiento todo el honor
que merece , diera á nuestra alma toda aquella
dilatacion de que es capaz , y aprendiéramos á ser
buenas cristianas , buenas mugeres , buenas espo -
sas , buenas madres y buenas ciudadanas . No pue -
de mirarse sin dolor , que una madre de familia
haya de tomar sobre sí la insoportable tarea de
instruir á sus hijas desde los primeros años , por
no haber una casa donde ( lo repito llena de pa -
triotismo ) donde beban las niñas una completa ,
sana y verdadera educacion . Si esto lo lográra -
mos en nuestros dias , yo seria la primera que
sacrificara todos mis cuidados en el fomento de
la educacion , y empeñara mis fuerzas y mis des -
velos en el beneficio comun . Mas entre tanto que
me llega esta satisfaccion , estoy contenta con ha -
ber manifestado , que si mi fortuna anduvo esca -
sa en la riqueza y en el poder para una obra
tan loable , es abundantísima en buenos deseos ,
con los que , y las cortas luces de mi entendi -
miento consagro á mi amada Patria este cor -
to fruto de mis tareas , esperando que indulgen -
te lo reciba , benéfica lo acalore , y sábia le de
el cumplimiento que el público ha menester .
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