CODEMA19-LAPAVERA-1892-3
CODEMA19-LAPAVERA-1892-3
Resumen | Número 11 del periódico festivo "La Pavera", año I, 11 de mayo de 1892, Manila |
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Archivo | Biblioteca Virtual de Prensa Histórica |
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Typology | Otros |
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Fecha | 11/05/1892 |
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Lugar | Manila, Filipinas |
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LA PAVERA.
Periódico festivo
TELÉFONO NÚMERO 348.
Año I. Manila, 11 Mayo de 1892. Número 11.
[margen superior: imagen] NUESTROS CONCEJALES
SUMARIO
Texto. – Gluglús, por Periquito. – Qué descan-
sada vida...!, por Andrés Lizar-Raga – Oh,
el honor!!, por Joaquin M. Bartrina. Pico
tazos. – Mis amores (fragmento de un poema),
por José Velarde. – Cantares populares, por
E. Lafuente. – Estafeta paveril, por El sustituto
de El Diablo Cojuelo. – Anuncios.
Grabados. – Nuestros concejales: Don Juan Ma-
nuel Abad, por V. Rivera y Mir. – Para la Ex-
posición de Chicago (en busca de premio),
por Tenteng. – Están verdes!, por Villar. -
La romería de Antipolo (pequeño poema en
prosa) – conclusión – por Ignacio.
GLU-GLÚS
El calor es sofocante; la atmósfera, de fuego; las ideas que brotan de los
cerebros, abrasadoras.
De ahí que no sea extraordinario que las imaginaciones se exalten, que los
gérmenes de ideas y proyectos racionales para el adelantamiento de esta ciudad
se consuman estérilmente, y que toda nuestra vida social sea un contínuo tejer
y destejer proyectos.
Con razón se llama á este pueblo el de los proyectos.
Queremos tener un teatro y nos pasamos la mejor época en discutir y re-
chazar proyectos.
Deseamos ver la Escolta en forma decorosa y nos metemos en honduras que
harán que todo lo que necesitamos quede en proyecto.
Queremos luz eléctrica para Manila y no tenemos más remedio que apechu-
gar con las trabas de los eternos proyectos.
Intentamos salir de esta atonía en que vivimos y los días se suceden con
fiestas y diversiones en proyecto.
¡Y siempre la fatídica palabra!
Por esto no prosperamos, por esto nuestra vida es difícil, por esto pasan
monótonos nuestros días, por esto...
El calor nos agobia y combate nuestras energías; el calor nos deprime y
amortigua nuestros instintos de cultura y sociabilidad, y el calor hace llenar
nuestras aspiraciones de hoy con una cómoda perezosa, un traje fresco y econó-
mico (¡ya lo creo! cómo frescura y economía, la de los chinos!), un abanico y
una regular disposición para poder acometer con entusiasmo la tarea de no hacer
nada y quedar sumidos en ese peculiar y característico dolce far niente filipino.
Yo no sé el efecto que les habrán hecho á mis compatriotas llegados há poco
de la Península estas costumbres que se nos han impuesto por el clima, pero
comprendo, por el efecto que en mí hicieron, que les ha debido y debe de
hacerles gracia ver la vida social que tenemos, nuestra reglamentaria concurren-
cia por la tarde hasta las ocho de la noche á la Luneta, que en la cena nos
presenta imperturbable el cocinero la clásica tinola, la sucesion de distinguidas
sauteries (imaginarias), las temporadas que en el campo pasamos (¿) huyendo de
este horno con su atmósfera y vaho asfixiantes, nuestros baños de mar, y el
caso que hacemos del campo y del mar, por lo mismo que los tenemos á mano;
todos estos puntos y muchos más que no indico, en gracia á la brevedad, les
tendrán preocupados y para ellos son una incógnita que no podrán resolver hasta
que la realidad les demuestre la proporción de nuestras latitudes geográficas y
nuestra diferencia de meridianos.
Y entonces encontrarán estimable todo lo que ahora abominan por estrafala-
rio y fuera de tono, entonces comprenderán el por qué unas mermadas y defi-
cientes representaciones teatrales hacen el efecto de un acontecimiento, el por
qué una parodia del turf nos encanta y nos atrae como si fuéramos á pre-
senciar unas carreras de caballos tales, el por qué en el país de la morisqueta
nos ocupamos tanto los unos de los otros y nos interesa saber cómo viven ó
se buscan el pan Fulano ó Zutano, el por qué somos tan caritativos que sa-
bemos preocuparnos del modo de ser de los demás y les cortamos frecuentemente
un traje completo, de cuerpo entero, en justa reciprocidad á las prácticas de los
otros...
Y nos pasamos la vida viéndonos á diario, hablando á diario de nosotros
mismos, de miles de pequeñeces...
Pero dejémonos de filosofías, que el calor aprieta, y no está la Magdalena para
tafetanes.
¡QUÉ DESCANSADA VIDA...!
I
Con la pluma en la mano, sintiendo mi cerebro exhausto de ideas, agobiada la
mente, casi estéril, con la fuerza del pensamiento que busca frases y palabras con
que expresar lo que dentro de él se encierra, me encontraba ayer mañana en la oficina
sin saber qué hacer. Verdad es que sobre mi mesa dormían el sueño de los justos
no sé cuántas docenas de expedientes que esperaban la resurrección de la carne para
su despacho.
Pero este trabajo es enojoso por lo árido; me repugnan las frases oficinescas por
su vulgaridad y á veces por su anomalía, sin una figura poética, sin un detalle en
la tramitación de los asuntos que recordara pasadas lecturas tan amenas para el
espíritu.
Me molesta sobremanera esa metódica igualdad en hacer cada día lo mismo, y
todo ¿por quién? Por unos cuantos individuos que, porque pagan contribuciones al
Estado y este me paga del Erario público para servirle, están en la necia convicción
de que yo debo de trabajar por ellos; por unos cuantos individuos que no están con-
formes con su suerte, que no se avienen con lo que otros determinan... y pretenden
de mí que haga algo en pró de sus reclamaciones; y yo, de hacer algo nuevo, segu-
ramente, tampoco les contentaría... Mejor es dejarlo...
¡Tirrin... tirrin... tirrin... tirrin !... -El jefe me llama á su despacho. ¿Qué obligará
esta molesta interrupción de mis ideas?
Me encuentro en compañía de mi superior jerárquico, un sujeto que pasa por bien
acomodado, el cual mano á mano habla con él, mientras paladea un vaso de cerveza,
que es material del fondo (trasposicion se llama esta figura).
Conozco al visitante, á quien toda la población conoce; le he tenido que des-
pedir muchas veces de mi lado con lisonjeras palabras de esperanza, acerca de la
resolución de un incidente que le interesa. Cansado, sin duda, de esperar, sin
notar el término laborioso de su asunto, ha recurrido, como medida suprema, á
Don José.
Este se encuentra muellemente recostado en cómoda butaca, que cerca de su
escritorio tiene, aspirando con fruición el humo de un soberbio tabaco, debido,
como algunos cientos que en su casa conserva, á la magnanimidad de la Compa-
ñía general, en tiempo de Pascuas.
-Vamos á ver: ¿en qué estado se encuentra el... esa cosa del señor?
LA ROMERÍA DE ANTIPOLO
PEQUEÑO POEMA EN PROSA
(Traducción directa del Kalmuko.)
XIII.
Ya están los romeros camino de Taytay, ginetes ellos
en macilentos jamelgos, que sacan fuerzas de su flaqueza,
enjaezados con arzeos que bien á las claras demuestran
que no han sido adquiridos en El Arnés viajeras
ellas en incómodas carromatas que á voz en grito dicen
que sus muelles son de un movimiento infernal y que
hacen desear tengan PADERN y FONT una CARROCERÍA
sucursal por aquellas alturas.
Pero los apuros suben de punto cuando pasado Tay-
tay empiezan las empinadas cuestas á hacer de los po-
bres muchachos verdaderos mártires que tendrían des-
coyuntados los huesos, á no ser porque le fortifican
los latigazos que de vez en cuando pegan á una ya
mermada botella del excelente Cognac Bisquit Dubouché,
J. M. Tuason, únicos agentes en Manila, Goiti 11.
Añádase á todo esto el calor que sentían nuestros
romeros, mitigado solamente por los vasos de gaseosas
del ROSARIO, fábrica de la calle Real de Intramuros,
y se tendrá idea de las incomodidades que sentían; las
bellas dalagas hubieran pagado cualquier cosa por po-
der disfrutar de una copa del riquísimo sorbete que hace
LA CONFITERIA ESPAÑOLA, de Mozas.
Pero toda su odisea la daban por bien sufrida, ante
la fé que á Antipolo les arrastraba. En sus corazones
sencillos, en sus jóvenes inteligencias la sacrosanta llama
había hecho presa, las creencias de sus padres here-
dadas vivían en ellos vigorosas, llenas de espíritu, llenas
de vida.
Verdad es que si los caballos hacian atrevidos ejer-
cicios de destreza para irse encaramando merced á sus
cascos que materialmente se clavaban en las piedras del
camino, no era menos el esfuerzo de centenares de per-
sonas que á pié y como en peregrinación se dirigían
al santuario de la veneranda y milagrosa imágen de la
Madre del Amor Hermoso.
¿Veis aquella linda mestiza que lleva vistosa sombri-
lla comprada en el BAZAR DEL CISNE, por donde apagados
se filtran los rayos del sol abrasador? Aquella sandun-
guera dalaga que usa ricos pendientes de LA ESTRE-
LLA DEL NORTE? Aquella hermosa jóven, que recogida
la cola en su mórbida mano, lleva una bonita saya de
LAS NOVEDADES? Aquella gentil muchacha, cuyo retrato
hecho en la FOTOGRAFIA DE VAN-CAMP Y C.A tiene
tantos admiradores? Aquella morena resalada, á pesar de
ser ya jamona, que enseña unmedias de seda y las
puntetas de su almidonada enagua, compradas en casa
de TORECILLA Y COMPAÑIA? Aquella vieja agradable
que al reir enseña una perfecta dentadura hecha por
ARÉVALO, EL DE LA PLAZA DE GOITI? Pues esas todas
van llevadas por su devoción.
¿Veis aquel bagontao dicharachero, que con tanta gra-
cia entretiene á sus acompañantes con su conversación
alegre y bulliciosa, mientras los caminantes no quitan
ojo de su bonito sombrero y buenas botas compradas
en CASA DE CÓRDOBA? Aquel muchacho elegante que
resulta vestido correctamente porque lleva un terno he-
cho en la SASTRERIA DE FONT, SUCESOR DE GIBERT Y
FONT? Aquel que parece por sus formas y modo de
presentarse un aventajado estudiante de cuarto año de
latin, que fuma excelentes pitillos de LA INSULAR y
enseña bonita corbada de LOUVRE con un precioso al-
filer adquirido en el BAZAR COSMOPOLITA? Aquel que
provista de una cestita se detiene en coda parada de
hamacas para comprar agua con azúcar en las tiendas
del camino, que le haga sobrellevar el calor y no per-
der el apetito que le ha obligado á llevar en su cesta
una buena provision de fiambres y vino de RECREO
(hoy CAFÉ UNIVERSAL), donde más barato y bien se
come en Manila? Aquel jovencito que ofrece á sus ami-
gos buenos puros del PATRIOTA, Asuncion 4, Binondo?
Aquel en cuyos dedos reducen brillantes comprados ex-
presamente en casa de ULLMANN HERMANOS? Pues esos
todos van llevados por su devoción.
Y de ahí el camino que le hicieran en condiciones
pasables, sobre todo aquellos que llevaban vino MOMPO,
DEL ALMACEN LUZON, y unas latas de chorizos y mor-
cillas de LA EXTREMEÑA, pasaje de Perez, al lado del
Casino Español, y no les faltaba en la petaca buenos
cigarrillos de LA COMPAÑÍA comprados en la TABAQUE-
RÍA á cargo de Perez, Escolta 31, ó de los magníficos
puros CONCHITAS de la COMPAÑIA GENERAL DE TA-
BACOS DE FILIPINAS, que tanta gente busca, así como
por ANTONIO LOPEZ. NON PLUS ULTRA, BREVAS, etcétera.
¡Me esperaba la pregunta! Ese tío quiere enterarse de cómo está su negocio.
Con el mayor descaro contesté prontamente á don José, disertando sobre la
dificultad de resolver ciertos asuntos, especialmente aquellos que por no tener
todos los trámites terminados necesitan tiempo, porque estos se solicitan del
Centro ó provincia correspondiente, que, ó no los remite ó caso de enviarlos
lo hace con datos incompletos que hay necesidad de hacer ampliar: en las
otras dependencias no saben lo que tienen entre manos, y, cuando la buscan,
no se encuentran la mano derecha; por esto, por causa semejante, se retarda el
despacho del asunto de ese señor, pues como sin responsabilidad no se pue-
den pasar por alto algunas formalidades de la ley...
-Ya lo vé Vsted -dice don José echando nuevas bocanadas de humo que en-
vuelven á su interlocutor,- la falta no es de aquí... la deficiencia obedece á la
maldita pereza que domina á algunos en cuanto ponen el pié en este país... ¡Uf,
qué calor! ¿Ha visto Vsted que calorcito está haciendo?...
-Sí, mucho, se achicharra uno, esto no es vivir... He ido varias veces á
la otra oficina encareciendo á unos amigos de allí manden aquí ultimados los
trámites que... dicen haber enviado ya por segunda vez...
-Pues aquí no ha llegado nada, -interrumpo yo, mientras pienso que se están
muriendo de risa desde hace dos meses, entre los papelotes que sobre la mesa
tengo por despachar.
Y como noto en la cara beatífica de don José que su modorra habitual da
por terminada la sesión, me retiro en el momento de que se despide también aquel
posma... ¡Vaya bendito de Dios y que olvide el camino!...
Al llegar á mi despacho, encuentro sobre la primera cuartilla de este artí-
culo, suspendido apenas empezado, el título con el que en mi ausencia le bau-
tizara un compañero de oficina.
Y es cierto:
«Qué descansada vida
La del que huye el mundanal ruido...»
Y se la pasa toda ella con el entendimiento en la inércia más completa; esto
no es verso, pero es verdad: aquí estoy yo para atestiguarlo.
II.
Me levanto á las ocho de la mañana, desayuno, me visto y cumpliendo con
mi obligación me encamino á la oficina, los dias que me encuentro con hu-
mor suficiente para salir de casa; saludo á los compañeros, leemos los periódi-
cos, comentamos las tonterías y nimiedades que traen (¿eh?), criticamos á sus redac-
tores, despellejamos al «sursum corda», y asaeteamos á cuantas muchachas se
nos vienen á las mientes. Muchas veces me pongo á leer alguna novela que á
prevención he llevado, ó cuando estamos en vena hablamos de Nuñez de Arce,
Campoamor, Pardo Bazan, Clarin y otros personajes de la literatura patria, apuntamos
los defectos, de coda uno de ellos se entapla animada discusión á la que se asocian
algunos amigos de otras oficinas que van ensanchando el corro de nuestra ter-
tulia, donde se llega hasta poner sobre el tapete la cuestión acerca de quién
es el mejor novelista de España: yo voto por Perez Galdós, otros por Pereda,
algunos por la Pardo Bazan, pocos por Palacio Valdés, y hay quien asegura
que fuera de Escamilla y San Martin no hay más novelistas en la Península,
-«Lo que es como verdaderamente novelistas no los hay»; -ante cuya afirma-
ción se indigna un jefe de negociado, que es abogado, el cual ha acudido al
oir desde su despacho el alboroto, porque se hace la mayor de las injusticias
al insigne Montepin, no incluyéndole entre los más notables (¡!) novelistas es-
pañoles (¡!)
Pero dan las once y la conversación se calma poco á poco; no tarda en
verse á Fulano con una copa de ginebra que el faginante respectivo, á buen
recaudo de sus muelas, ha ido á buscar á la tienda inmediata; á Mengano con
otra de Ojen; á Zutano con una tortilla de patatas con tropezones y medio
vaso de buen tinto, legítimo color campeche; yo no salgo de mi costumbre: tomo á
sorbos mi cervecita, mientras rubrico algunos oficios de poco interés que, entretanto
charlábamos, había puesto mi amanuense, calcándolos de otros iguales que se
ponen diariamente, recojo despues la firma del jefe, y... laus Deo.
Retírome á casa, cómo, echo mi siestecita hasta las cinco, salgo á paseo en
carruaje, á las ocho vóime á cenar, despues me dirijo al café, me encamino
hacia el Casino, donde paso al rato hasta la una ó las dos de la mañana en
cháchara con otros desocupados ó jugando al dominó, billar ó tresillo, y de
allí, como un buen ciudadano, busco el camino de mi cama.
Y así, con esta monotonía que me agobia, paso los días, excepto el de la llegada del
correo, que me dá materia para hablar cuatro ó cinco más con los amigos que encuen-
tro, de las noticias que nos trae de aquella tierra tan querida; á fin de mes, voy á co-
brar con toda formalidad lo que honradamente he devengado durante él... una miseria...
Venir á este infierno por malditas setecientas cincuenta pesetas mensuales, aquí donde
todo cuesta un ojo de la cara; y sea Vsted laborioso para que en cuanto lo sepan le ago-
bien de trabajo, y á los dos meses, cuando menos uno se lo espera, está en camino
de Paco ó de la cesantía; ahí están esos chiflados de Lopez, García, Gutie-
rrez, Fernandez, Gonzalez, Martinez y demás compañeros mártires, que se han
descrismado para encontrarse después sin una peseta, cesantes, enfermos del
estómago y con más deudas... Lo que es lo del estómago huélome que en ellos
vá á ser crónico...
Si no fuera por Mercedes... Es verdad que estaría lo mismo que ahora... No,
lo que es lo mismo, no: tendría las mismas deudas y no la tendría á ella...
Eso sí, tendría en cambio más alhajas: podría usar reloj y tener un caballito,
(todo el mundo los tiene ahora en Manila, pues en cualquier parte se encuen-
tran,) pero á mi, maldita la falta que me hacen..., solo por no tener que re-
gar con relojeros y cocheros, se puede hacer el sacrificio de la elegancia y
del sport.
Mas yo no he de hacer el gasto solo y me vá cargando tanta filosofía...
«Que descansada vida.
La del que huye el mundanal ruido»
y tiene la buena costumbre de cobrar y el lema de no pagar á nadie, olvi-
dando á los ingleses y recordando las inglesas... de Aden y Singapore...
¡Ay! ¿cuándo os volveré á ver? A lo menos, estaría más cerca de Barcelona...
¡¡Pum!! las doce, el cañonazo,... vámonos; mañana será otro día... igual á este.
ANDRES LIZAR-RAGA
¡OH! ¡¡EL HONOR!!
Extraña pregunta á té
la de usté,
pues á preguntar se atreve,
y esto gran audacia implica,
lo que el honor significa
en el siglo diez y nueve.
¡Qué pregunta! Es un horror!
¿Y su ignorancia no llora?
¿Un hombre del siglo ignora
lo grande que es el honor?
¡Oh! ¡¡el honor!!
Pues yo se lo probaré,
verá usté.
Si se atreve un periodista
á decir en su diario
que fué un tiempo presidiario
quien hoy es capitalista,
PARA CHICAGO
[margen superior: imágenes] 1. -Nuestras ruinas. 2. -Nuestros vehículos. 3. -Nuestros puentes.
[margen superior: imágenes] 4. -Nuestras comunicaciones. 5. -Nuestro alumbrado. 6. -Medio de locomoción. 7. -Moneda corriente.
EN BUSCA DE PREMIO.
Tal verdad será un error,
si el aludido, en tal trance,
da muerte al otro en un lance
llamado lance de honor.
¡Oh! ¡¡de honor!!
Lo mismo que yo lo sé,
sabe usté
que si en ciertos escondrijos
hay quien á jugar se atreve,
y para quedar bien debe
robar el pan á sus hijos.
De su familia el amor
antepondrá su honor ciego,
porque una deuda de juego
es una deuda de honor.
¡Oh! ¡¡de honor!!
La casada que yo sé,
dice usté
que tiene con más de cuatro
correspondencia secreta;
pues bien, lo que más la inquieta
es asistir al teatro,
Pues encienden su rubor,
que brilla con falsas lumbres,
esos dramas de costumbres
en que se ofende al honor.
¡Oh! ¡¡al honor!!
Más todavía diré,
¡oiga usté!
La voz del caudillo escucha,
y en el fragor del combate
no hay quien no muera ó no mate,
aún sin saber por qué lucha,
No le da al caudillo horror
de aquella gente la suerte
y da á aquel campo de muerte
nombre de campo de honor.
¡Oh! ¡¡de honor!!
JOAQUIN M. BARTRINA.
PICOTAZOS
Para evitar dificultades de tirada, á
la por que por la comodidad de la ma-
yor parte de nuestros suscritores, he-
mos creído conveniente este periódico
que vea la luz pública los miércoles,
además de los extraordinarios que re-
partiremos los días 15 y 30 de cada mes.
Esta medida redundará en beneficio
de todos nuestros abonados, tanto más
cuanto que ningun colega festivo apa-
rece en el citado día.
Agradecemos sobremanera la atención
del Señor Director general de Administración
civil Don José Gutierrez de la Vega, en
enviarnos un ejemplar del 1.er tomo de
la Biblioteca-Histórico-Filipina, notable
publicación que las Letras y la Pátria
tienen que agradecer á la noble inicia-
tiva de dicho señor.
La obra forma un tomo voluminoso
y la copia de datos que pueden dar
luz para el conocimiento de la historia
de este pedazo de suelo español, induda-
blemente que será muy estimada por to-
dos los amantes de esta clase de es-
tudios, debiéndose de adquirir esta obra
no solo por los particulares sino por
los Centros académicos nacionales y ex-
tranjeros.
Enviamos al Señor Don Rafael Comenge,
distinguido periodista y literato, que ha
llegado en el último vapor-correo de
la Península, nuestra cordial salutación
de bienvenida.
En Madrid el desprendimiento de un
trozo de cornisa desde un segundo piso
ha producido la muerte de una infeliz
muchacha que por allí acertó á pasar.
La prensa trina contra tal descuido
municipal.
Un señor Toloutou, desde el Resúmen,
de Madrid, se despacha á su gusto so-
bre la cuestión asiática en estas Islas y
nos pone como no digan dueñas,
queriendo probar su suficiencia y valer
en este asunto.
Desde luego le concedemos estas dos
circunstancias, porque nos hemos de
permitir negarle otras dos: discernimiento
y conocimiento para tratar la cuestión,
Causas imprevistas nos han hecho
retardar la tirada de este número,
cuando ya estaba en plana y nos han
obligado á sustituir el material que te-
niamos con el de que hemos podido dis-
poner para que vea la luz pública.
Ha regresado á la Península por mo-
tivos de salud el Señor Presidente del
Círculo Nacional.
Como todo círculo debe de tener un
punto céntrico, nos trae muy cavilosos
saber quién ha de ser el que ha de
regir ese círculo.
Que casi casi, y sin casi, nos vá re-
sultando una circunferencia sin centro.
Como quien dice, descentralizada.
Las carreras extraordinarias han es-
tado muy concurridas este año.
Lo que prueba la atracción del to-
talizator.
Y que aún son muchos los primos.
El Municipio ha solicitado de fondos
locales un crédito de pfs. 200,000 para
el ensanche de la parte incendiada de
la Escolta y tal vez del puente de
España.
El Comercio del sábado oyó decir
que se verificaría un importante movi-
miento en el personal de la carrera ju-
dicial y fiscal.
El domingo publicó el colega un te-
legrama que apoyó el rumor con la
noticia de algunos traslados.
Lo que nos hace suponer en el co-
lega una de estas tres cualidades: que
tiene el don de presentir, ó que es sastre,
que es ó adivino.
De Herodes á Pilatos ó el rigor de las
desdichas se titula un precioso sainete es-
trenado con éxito en la Metrópoli.
Título de una gacetilla.
«La subasta del Monte.»
Al fin se celebró el domingo la fiesta
del Trozo,
Con gran socarronería dá la noticia
el colega que adelantó la celebración
de esta, cerca de dos semanas.
Pero como gatos escaldados, algunos
cofrades no han reproducido el punto
hasta después, por si acaso.
Lo que es ahora, el vecinito de la
calle de San Vicente, ni con queso se
la dá á los compañeros.
Por aquello de que, no es mal sastre
el que conoce el paño.
Hijo de la gran Canaria
don Juan Larios y Terreros
tiene amigos forasteros
de importancia extraordinaria.
Su criada fementida
oyó esta órden de Larios:
-Mañana llegan canarios,
prepare albergue y comida.-
Y ella, que se pinta sola
para hacer lo que él la mande,
compró una jaula muy grande
y dos libras de escarola!
Ha habido un incendio estos dias
en el arrabal de Tondo.
Lo que no es de extrañar.
Lo que si extraña á cualquiera es que
dada la agrupación de casitas de nipa
en los suburbios de Manila, y el ol-
vido de las reglas sobre edificación con
materiales ligeros, no sean más frecuen-
tes estos siniestros.
Tanto más cuanto que en sitios tan
céntricos como las calles de Lemery,
San Fernando y otros, tienen los chi-
nos depósitos de alcohol para fabricar
el vino de nipa.
Y de ahí el que los vecinos de esos
lugares estén esperando de un momento
á otro el aviso de apaga y vámonos.
Que contanto con esta nipa no se
ría extraordinario saber que de ella vino
el fuego.
-¿Por qué has despedido á Blasa?
dice la esposa al marido;
y este, que de listo pasa,
dice con muy buen sentido:
-Pues.... porque no pára en casa.
XV.
Las cuestas se iban empinando más, y había familia
que en masa llamaba á gritos á LA FUNERARIA, DE LA
PLAZA DE GOITI, 3, para no verse castigada con la
porfía del enjambre de mendigos allí apostados que no
dejan á sol ni á sombra á los infelices que no saben
echarles con cajas destempladas.
Sacóle de su natural tranquilo á Nachoy unos desa-
rrapados muchachos que á voz en grito le perseguían
pidiéndole ¡dos cuartos!, ¡dos cuartos!... ¡oh la vagancia!
la vagancia que no se conoce en Lóndres, en aquel
Lóndres de sus aspiraciones, que jamás olvidára desde
que volvió de él hacia cuatro años, motivo por el cual
compraba las cerraduras y pinzas y objetos de ferrete-
ría de excelente material de hierro del Reino Unido; por la
misma consideracion compraba en la SUCURSAL DE RA-
MIREZ Y C.A, ESCOLTA 12, todo el papel que necesi-
tara para escribir, pues tiene del inglés, excelente;
y la misma razon hacía que no se vieran reproduccio-
nes de él (retratos, se entiende) sino en la FOTOGRA-
FIA INGLESA.
XVI.
En una de las revueltas del camino, un grito de
gozo se escapó de boca de nuestros viajeros...
Allá, en lo alto del monte, en una meseta artificial
se asentaba Antipolo con sus casas de inflamable nipa
y en medio de ellos, como paloma amante que anida
entre sus pichones, el santuario, el famoso santuario
amparando de la miseria más completa á los buenos
antipoleños.
No habían llegado casi las carromatas á la en-
trada del pueblo, cuando tuvieron que apearse, por no
permitirse el paso de vehículos por las calles principa-
les, á causa de la aglomeración de gente.
Allí, en el punto de parada, muchas mujeres se em-
peñaban en ofrecerles candelas para encenderlas ante
el altar de la Vírgen y no pocas les invitaban á vivir
en su casa (mediante su tanti cuanti), lo que probaba
que aún no estaba el pueblo atestado de gente,
como más tarde acontecería.
XVII.
Había, en la casa, una buena batería de cocina, lle-
vada del BAZAR DE VELASCO, unas lámparas, muy
buenas por cierto, de LA PUERTA DEL SOL, muebles
económicamente adquiridos en el BAZAR DE MUEBLES
DE SIMON Y C.a, Carriedo 6; una buena MAQUINA
SINGER, Escolta 9, para entretenerse en pespuntear
sus trajes y los... de la vecindad, y un completo sur-
tido de los productos de la excelente fábrica de tabacos
y cigarrillos LA COMPETIDORA GADITANA, única en
sus Chorritos de Gamú.
Las muchachas agradecieron á Nachoy el juego de lavabo
que les proporcionó, verdad es que estaba comprado en
LA PREVISORA DE MARTINEZ, el de la calle de San Jacinto,
y que en la jabonera se contenía el aromoso y suavísimo
JABON DE LA FÁBRICA DE JÓLO.
XVI
Después de cenar magnífico dalag, jamon riquísimo
que compraron en EL MINDANAO, beber un excelente vino
de misa que le tomaron a Pabalan, y de sazonar la comida
con apetitosa, conversación los enamorados donceles, que
no por esto se descuidaron de atracarse de un fresco sal-
chichón que tiene LA CASTELLANA, y de fumarse
ellos unos pitillos que los quedaban de la FÁBRICA DE
NUESTRA SEÑORA DE LA PAZ Y BUEN VIAJE, Asunción 25, Bi-
nondo, fueron á la plaza del pueblo, vistosamente ataviadas
ellas y muy chichiricos ellos para entrar en el Santuario y
saludar á la Vírgen.
XVII.
Despues recorrieron los puestos de juguetes, fueron al
mercado y tomaron el portante para la casa donde vi-
vían, no sin hacer cálculos de lo que gozarían con la
expedición del día siguiente en que irían á la famosa
cueva del Talbag, á una hora escasa del pueblo, des-
pués á la bonita cascada del Hinulugan-tactac donde se ba-
ñarían, por la tarde al monte Matugalo en busca de
árboles cuyas sabrosas frutas sacarían, bañarse unos días
en el batis (la fuente), otras en el baño del cura
y otras en los baños de menos precio que por allí hay,
salir algunas tardes á caballo camino de Morong ó Tay-
tay, mediante tres ó cuatro reales por jinete, asistir á
algún baile de confianza que algún amigo diera, ir á la
pansitería alguna noche, salir al campo con otras fami-
lias á comerse un lechon….
XVIII.
En este punto de la conversación que hacía un rato
habia decaido bastante, se fué apagando el ruido de voces
al que sucedió el de algunos ronquidos, la luz que des-
pedían los pábilos de un mechero fué amortiguándose....
Leemos en un colega local:
«Niños y locos... -Dice un periódico
de Orense:
»Por los pueblos y caseríos de uno
de los Ayuntamientos del partido judi-
cial de Verín, vaga un anciano de se-
senta y cuatro años, que ha perdido
la razón, según se dice, á consecuencia
de las persecuciones de que ha sido
objeto por parte de un cacique.
»El pobre loco tiene manías verdade-
ramente originales.
»Huye de los hombres, y cuando se
encuentra con alguno, por más que le
dirija la palabra, no contesta. Pero en
cambio se complace en frecuentar el
trato de los animales y en sostener con
ellos largas conversaciones.
»Para él, los corderos son vecinos de
su Ayuntamiento, los pavos Diputados
provinciales, los perros recaudadores, los
mulos personajes políticos, los bueyes
maridos bonachones, etcétera.
»A las gallinas les llama comadres. Una
recua es el concejo. Cuando pasa por su
lado un burro, el sombrero y exclama
ceremoniosamente: A la ¡obediencia, Se-
ñor Alcalde!»
Si non é vero...
Damos nuestro pésame al Seño Don
Aníbal Alvarez Osorio, por la irrepara-
bre pérdida que ha experimentado con
el fallecimiento de su padre el Ilustrísimo
Señor Don Cayetano Alvarez Osorio, médico
de valer que ejercía en la Corte, el cual
ha fallecido desempeñando su noble ca-
rrera durante 66 años.
MIS AMORES
(A CAVESTANY)
(Fragmento de un poema)
¿Qué soy pobre? ¡Qué importa! Acaso ignoro
que el dorado metal desconocía
la edad dichosa que llamamos de oro?
IV.
Si el social espectáculo te hastía,
ven á mi hogar, verás como despierta
tu espíritu apenado á la alegría.
El ángel de la paz guarda la puerta:
no llames á ella, no, que ya la tiene
la vigilancia del amor abierta.
Ella, al abrir, el paso me detiene,
y de ella en pos, gritando y sonriendo,
la alegre turba de mis hijos viene.
Uno, amigo de escándalo y estruendo,
con una cuerda mi bastón embrida
y en tan bravo corcel sale corriendo.
Otro emprende á mi cuello la subida
y me besa con ansia, y palmotea
después de la victoria conseguida.
Aquél, que ni mi nombre balbucea,
ni en pié se tiene, de su madre en brazos
por venirse á los míos forcejea;
Y ella, nudo común de tantos lazos,
entre todos, benéfica, reparte
dulces sonrisas, ósculos y abrazos.
JOSÉ VELARDE
CANTARES POPULARES
Amores de largo tiempo
¡qué malos de olvidar son,
porque han echado raices
en medio del corazón!
Aunque vayas y te bañes
en el agua del romero,
no te se quita la mancha
de los amores primeros.
Si no me quieres, me mato,
dicen unos ojos negros;
y dicen unos azules:
si no me quieres, me muero,
Cuando yo te ví venir
le dije á mi corazón:
¡Qué bonita piedrecita
para dar un tropezón!
Asómate á esa ventana,
cara de morcilla frita,
que le puedes dar un susto
á las ánimas benditas.
Eres como el gallo inglés
que á todos les haces cara;
házte, niña, mesonera,
y á todos darás posada.
Yo he visto á un hombre llora-
á la puerta de un estanco;
que también los hombres lloran...
cuando no tienen tabaco.
Me preguntó el señor juez
que de qué me mantenia:
de comer y de beber,
como se mantiene usia.
En el hoyo de tu barba
quisiera verme cogido,
para ver de cuando en cuando
si dabas algún suspiro.
Cada vez que considero
que te has casado por fin,
llamo á la muerte, y le digo:
¿Cuándo has de venir por mí?
Si piensas que yo te quiero,
porque te miro á la cara...
es como el que vá á la feria
á ver y no comprar nada.
Ninguno cante victoria,
aunque en el estribo esté,
que muchos en el estribo
se suelen quedar á pié.
E. LAFUENTE.
«LA PAVERA»
Periódico festivo, ilustrado con graba-
dos.
Se publica semanalmente (los miérco-
les).
Además reparte dos números extra-
ordinarios al mes (con revista de so-
ciedad, de modas, etcétera, composiciones
literarias, recetas de conocimientos útiles
para el bello sexo, etcétera) dedicados á sus
suscriptoras.
Precio de suscripcion: en Manila y
provincias, pfs. 0,50 al mes, pago ade-
lantado.
Número suelto: corriente, pfs. 0,15;
atrasado pfs. 0,20.
La correspondencia debe de dirigir-
se al Director interino del periódico,
E. E. Lalaux.
Para los anuncios, así los ilustrados
con grabados, como los que no lo sean
debe de entenderse con el Administra-
dor de dicho periódico: puede anun-
ciarse para un número determinado
ó para los seis números del mes.
Puntos de suscripcion:
Imprenta de Ramirez y Ca Maga-
llanes I, y su Sucursal, en la Escolta
12. --- «Perfumeria Moderna.» - «Tabaque-
ria Nacional.» - «El Rosario», Real de
Intramuros. - «Agencia Editorial.»
-Ex-
pendeduria de la Compañia general
de Tabacos de Filipinas, Escolta 31. -
Y en las oficinas de La Pavera.
Teléfono número 348.
Direccion, Redaccion y Administra-
cion: Anda 24, entresuelo.
PERFUMERIA MODERNA
Te vi pasar por la Escolta
llena de satisfacción...
¡Cómo que ibas á comprar
Amaryllis del Japon!
9- ESCOLTA -9
VAPORES-CORREOS DE LA COMPAÑÍA TRASATLANTICA
DE BARCELONA
(ANTES A LOPEZ Y C.ª)
Representada en este Archipielago por la Compañia general de Tabacos
DE FILIPINAS.
LÍNEA DE FILIPINAS
Prestan el servicio de dicha línea los vapores siguientes:
Isla de Luzon. - Isla de Panay. - Isla de Mindanao -
San Ignacio de Loyola. - Santo Domingo.
Salida de Manila para Barcelona y Liverpool, cada cuatro mártes á partir
del 1.º de abril de 1890, haciendo las escalas de costumbre en Oriente, y las
de Valencia, Cartagena, Cádiz, Lisboa, Vigo, Coruña, y eventual la de Santander.
De Barcelona salen cada cuatro viérnes, á partir del 10 de enero de 1890.
[margen superior: imagen] ESTÁN VERDES
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