CODEMA19-LACAR-186162-8

CODEMA19-LACAR-186162-8

ResumenNúmero 25 de "La Caridad. Semanario de ciencias, literatura, teatros, costumbres y modas"
ArchivoHemeroteca Municipal de Madrid
TypologyOtros
Fecha25/05/1862
LugarMálaga
ProvinciaMálaga
PaísEspaña

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[margen superior: NUMERO 21. DOMINGO 25 DE MAYO. - 1862. AÑO II.] LA CARIDAD. SEMANARIO DE CIENCIAS, LITERATURA, TEATROS, COSTUMBRES Y MODAS. Los productos líquidos de este Semanario se entregarán al Excelentísimo é Ilustrísimo Señor Obispo de la Diócesis para su distribucion entre los Establecimientos de Beneficencia de esta capital. SUMARIO. Teatro principal. La guerra: poesia por Don Eloy Garcia Valero. El Expósito: poesia por J. B. C. Una noche de primavera, por J. C. B. Cuadro de familia, composicion poética de Don Ventura Ruiz Aguilera. Sentencias de - neca, conclusion. Poesia. Variedades por los seis. Epígramas, por Don José Barcenilla. Solucion á la charada inserta en el número anterior. Enigma. El Trovador. - Los Puritanos. - María di Bohan. -Anuncio de nuevas óperas. - Coros. - Parte escénica. - Los walses de Venzano. - Las rentas de Cárdenas. - La Señora Giordano. - El Señor De Giorgis. - Resúmen. Consignamos de una vez para siempre, que al usar de los calificativos grande, bueno, malo, pasadero, en una palabra, al juzgar á los actores y al teatro, lo hacemos segun nuestra conciencia, segun nuestro criterio, segun la impresion que nos causa. Consignado esto, diremos que El Trovador sale bas- tante bien ejecutado y que es donde mas nos agra- da la señora Giordano. Esta actriz canta con gus- to y ejecuta con acierto, poseyéndose del papel que representa; así vemos el terror pintado en sus fac- ciones al describir la fatal escena de la muerte de su hijo, como el aplomo y la serenidad en el inter- rogatorio que le hace el conde de Luna. Al oir últimamente la mencionada ópera, corro- boramos nuestra opinion sobre el Señor Paccini. Sus modales son desenvueltos y elegantes, su presen- cia buena y su voz agradable. Espresa lo que quie- re y hace sentir espresando. Los aplausos que re- coje son merecidos. Donde mas nos agrada en esta ópera en el aria de II balen del suo sorriso d una stella vince il raggio 1 il fulgor del suo bel viso nuovo infonde in me coraggio!... Ah! l’amor, 1’amor ond ardo le favelli in mio favor! sperda il sole d un suo sguardo la tempesta del mio cor.... En la segunda escena del acto cuarto, que es el duo con la Señora De Roissi, demuestra tambien, co- mo en toda la ópera, su maestría en el arte dra- mático y su gusto en el lírico. La Señora De Roissi no cantó la noche de que hablamos, la cavatina del primer acto, y á que es una de las piezas que canta con mas acierto; sin embargo, fue muy aplaudida en el andante del misere y en el inspirado arranque de Mira, di acerbe lagrime spargo al tuo piede un rio: non basta il pianto? svenarni, li bevi il sangue mio.... calpesta il mio cadavere, ma salva il trovador... si bien, repetimos, hallamos algun tanto exige- rado los movimientos. El tenor sigue cuidándose mas de la parte de canto que de la escénica y este es un mal de que adolecen la mayor de los buenos cantantes. En este momento recordamos la notable escepcion del Señor Ronconi. Los Puritanos es una de esas óperas que no cansan nunca, tiene una de esas músicas que nun- ca se olvidan, y su argumento, aunque sencillo, no carece de interés. Este, nos parece bastante co- nocido para que nosotros procuremos esplanarlo. En Los Puritanos la Señora de Roissi tiene donde lucir sus facultades como cantante y es justamente aplaudida en el delirio del segundo acto y en el duo del tercero, donde el Señor Tagliazucchi canta con mucho sentimiento. - El Señor Paccini ejecuta notablemente su papel de Ricardo Torth y sostie- ne perfectamente la terrible lucha entre el deber y el amor. - El Señor Rossi cantó su parte de Jorje, en la noche del lunes último, mucho mejor que en las anteriores. Maria di Rohan es tal vez la que mejor se ha cantado. No podemos detenernos en dar nuestra opinion sobre ella, sin embargo, la recomendamos; sobre todo al Señor Paccini en el tercer acto. La Traviata podia haberse ejecutado mucho mejor. Se nos anuncian para el nuevo abono de seis funciones, Norma y Lucia; ambas son óperas de notabilísimo mérito y no dudamos que el público las acojerá como se merecen. Mientras no desaparezca en los coros el entrar por ambas partes del teatro, formarse en semi-rue- da y sin mirarse ni hacer caso el uno del otro en- tonar su canto y salirse de nuevo, existirá la in- verosimilitud escénica, y por muy bien que se en- tonen, no harán mas que sembrar acentos sin re- cojer aplausos. Solo un corista hemos reparado que comprende y ejecuta su papel. La parte escénica continúa, en oposicion con el buen gusto y la propiedad; los cambios de deco- raciones cada vez mas torpes. Sumo placer hemos tenido en oir cantar á la Señora De Roissi el lindo mio wals del maestro Venzano y el mismo placer debe haber sentido el público cuando la hizo salir dos veces á la escena. Ya sabiamos que el Señor Paccini habia gustado mucho en otras partes cantando la conocida com- posicion musical de Las ventas de Cárdenas, pero no habiamos tenido el gusto de oirle hasta la prime- ra vez que la cantó en nuestro Teatro. La soltu- ra con que lo hizo y la facilidad con que se es- presó, hacian olvidarnos muchas veces de que era un italiano y no un andaluz la persona que tan bien sabia interpretar ese aire propio de cada pais ó de cada provincia, que solo se aprende habiendo nacido en su suelo ó á costa de mucho estudio é inteligencia como sucede en dicho señor. La Señora Giordano fué mas aplaudida en El jaque, cancion andaluza, que en la bella cavatina del maes- tro Verdi en el Makbet: sin embargo, creemos se aplaudiria en la primera la gracia con que lo hizo porque, segun nuestros cortos conocimientos - sicos, no hay poco punto de comparacion entre am- bas piezas. El que no hubiera sabido que el Señor De Giorgis á mas de ser un gran director de orquesta era un aventajado compositor, se hubiera convencido de ello, ó al menos hubiera podido formar una idea de las facultades de dicho Señor oyendo las pro- ducciones que sucesivamente nos ha ido presen- tando. Lástima que la orquesta algunas veces no le corresponda. Nosotros, pues, reasumiendo y á juzgar por lo ya puesto en escena, juzgamos á la compañia muy aceptable; al Señor Paccini muy bien como cantante y perfectamente bien como actor, al Señor Tagliazuc- chi muy regular como actor y bueno como cantan- te; si quiere nivelar la ejecucion al canto es ne- cesario que adquiera mas vida, mas entusiasmo, mas amor, cuando es necesario. El Señor Rossi tiene momentos felices y otros en que decae algun tanto. En cuanto á las señoras De Roissi y Giordano ya lo hemos dado; en ambas encontramos muy buenas facultades y en ambas notamos el deseo de agradar. Nuestra revista de hoy se va haciendo algo es- tensa y precisa terminarla; nos reservamos hablar para otra de Maria di Rohan, y esperamos al ha- cerlo no tener que, contra nuestra voluntad, cen- surar la parte de decorado. LA GUERRA. En la materia inerte Sopló Dios el espíritu de vida, Y el hombre fué: los génios de la muerte En su pecho sembraron Perpétua su soberbia y sus rencores, Y á la caida humanidad llevaron De la ambicion y envidia los horrores: Y el hombre degradado, su enemigo Creyendo ver en su primer hermano, Cobarde y homicida, Mas que tenderle protectora mano, Ahogó en sus brazos su preciosa vida. Y el mundo, Edem de paz y bienandanza, En sus vírgenes campos Miró empezar la lucha fraticida; Y gritos de venganza, De ódio y furor, la tierra estremecida Escuchaba doquier: primer acento Que el eco dice en los cercanos montes, Como gritos de horror que lleva el viento Y repiten allá los horizontes. Que así el hombre en su culpa es condenado A sufrir en la tierra En vez de eterna paz Perpétua guerra. Mas no bastaba al hombre en su delirio, Y en su furor insano, Para aumentar el bárbaro martirio Del que adorar debiera como hermano; Con solicito afan hendir la roca Buscando ansioso en su escondido séno, Duro metal con que la audacia loca Sangrienta espada funde Que muerte lleva en su tajante filo; La maza férrea y la pujante lanza, Que á sembrar la muerte A donde el brazo en su furor no alcanza. Ni al ave audaz, que los espacios hiende Abandonando el miserable suelo, Que fiera saña enciende; Robar sus alas y prestar su vuelo A emponzoñada flecha, que en los aires Marcando va á la muerte su camino... Era preciso aun mas; y del averno Brotó la chispa, que inspiró la mente Del osado mortal, que enseñó al mundo El secreto del fuego del infierno. Y la pólvora fué; su ronco estruendo Espanto causa al mundo estremecido, El eco ensordeciendo De víctimas sin fin, que al aire lanzan Su postrimer gemido: Al rugir imponente Del bronce atronador, que va sembrando Muerte y desolacion por donde quiera, El mundo entero estremecerse siente; Y en tan dura inquietud; en afan tanto, El hombre un tormento en la ecsistencia, Que triste riega con pérpetuo llanto. ¿Es el mundo quizá vasta hecatombe Donde se inmola humanidad entera En sus negros altares En espiacion de la maldad primera? ¿O palenque de lucha donde el cielo Es la gloriosa palma, Con que es premiada el alma Libre al dejar el turbulento suelo? Renombrados guerreros que del mundo Vastísima necrópolis hicieron, Cuyos hechos de gloria Al asombrado mundo estremecieron, Su popular renombre Registrará en mil páginas la historia; Y el bienhechor del hombre, Cuyos grandiosos hechos no se deben A los sangrientos tajos del acero, Apenas dejara leve memoria; ¿Es, por ventura, solo noble gloria La acusadora gloria del guerrero...? Esperemos; quizá no esté lejano El suspirado dia En que depuestos rencorosos odios El hombre abraze al hombre como hermano, Y el sol al asomar por el oriente Al orbe dando vida y armonia, No alumbrará la fraticida lucha Que hace brotar de sangre ancho torrente Y en negra noche transformar el dia. El mundo entonces de la paz asilo Que á reposar convida, Embellecer podrá las cortas horas, De la terrena vida: ¡Quizás el hombre vivirá tranquilo! Eloy Garcia Valero. Málaga. EL EXPÓSITO. ¿A donde, pobre nino, tu pié guias por este mundo del maldades lleno? ¿No saben tu virtud y tu inocencia que el sarcasmo cruel y el necio orgullo solo una risa de impiedad horrible tendrán para acallar tu tierno lloro? La gala, el esplendor, la donosura, cuanto en el orbe el sol con su luz dora, que de en derredor, dicha brindando, tus ojos turbios por el llanto admiran, todo no basta á deshacer la niebla que acumula el dolor en tu alba frente. Jamás en ella de tu madre ¡ay triste! se posaron los labios un instante; jamás tierna caricia, dulce halago separó de tu sien los rizos bellos. Hombre serás, y á tu ambicion de gloria opuesta siempre mirarás tu cuna, terrible valladar que solo puede del talento salvar el raudo vuelo. El amor, la amistad, celestes flores del solio del Eterno desprendidas, quizá te presten su divino aroma, mas, ¡cuanto! desengaño, antes de hallarlas, correr por tus megillas hará el llanto! ¡cuanto sueño feliz desvanecido de amarga hiel inundará tu pecho! Quizás al hombre que altanero insulte tu alma por la pena desgarrada tu desgracia y tu ser á un tiempo debas; quizás la bella á quien amor juraste abrió tus ojos á la luz del dia. Infausto es, pobre jóven, tu destino, mas no así llores, no; tu llanto enjuga que el Padre celestial desde su trono al través los escollos te conduce que el hombre encuentra en el revuelto mundo. Él en tu pena te dará consuelo; sobre tu frente que el dolor velára con fúnebre crespon, verterá afable de esperanza inmortal puro rocío. Si tu alma sientes de amargura henchida, la tarde al declinar en tu horizonte; si profundo dolor tu pecho oprime del alta noche en el silencio augusto, las lágrimas tu faz deja que bañen, porque ese llanto que desden inspira del torpe mundo entre el bullicio loco, un Dios omnipotente lo bendice: Si te hace falta un seno en qué verterlo ¡pobre huérfano! ven; llora conmigo. J. B. C. Málaga. UNA NOCHE DE PRIMAVERA. Nada mas bello, para , que una noche de pri- mavera. El sol oculta su último rayo y el mundo queda sumerjido en la oscuridad. Pero tambien la noche tiene sus luces. La luna aparece por entre las estrellas ilumi- nando, aunque pálidamente el campo y las ciu- dades. Cesa la animacion de las poblaciones y la cal- ma empieza á reinar. Parece que la naturaleza quiere dormir y hace cesar aquellos rumores que pudieran perturbar su tranquilo sueño. Durante estas noches el paseo mas agradable es aquel donde puede gozarse de mas frescura. Una vez sentado en el sitio que mejor nos parece el sueño ó las memorias del pasado vienen á apo- derarse de nuestra mente. Si por casualidad es el sueño, nada mejor que quedarse dormido. Si, por el contrario, son los recuerdos del pasado los que vienen á acompañarnos, no hay mas reme- dio que pensar. Supongamos que la persona visi- tada por estos personages es un anciano. Cierra los ojos y se ve todavia niño, halagado por los cariños de su madre, quizás ya muerta, acariciado por jóvenes que ahora ni le miran si- quiera. Pasan quince años en el reloj de su mente y ya se encuentra entre las redes del amor; poco des- pues casado; luego con hijos; luego. despierta, y se halla en el presente gozando de una bellísi- ma noche de primavera. Supongamos que es un jóven; recostado contra la reja de una ventana cuya casa ocupa la jóven que adora, ve cruzar por su mente, no la triste existencia del pasado, sino las rientes imágenes del futuro. Los jóvenes, en general, cuando hablan con aquella que aman se ven rodeados de miles imá- genes de gloria y de amor; ven dibujarse en el futuro con bellísimos colores los deseos de su men- te; ven, en fin, realizados todos sus pensamientos. Pero el sonido de una campana que la hora hace despertar al soñador y á la soñadora. Levantan los ojos al cielo donde creen que ha- yan volado los sueños amorosos y solo encuen- tran en tan celestial esfera el apacible cielo de una fresca noche de primavera. Nada mas bello que una de estas noches, di- cho al empezar este artículo, pero esto ha sido co- mo regla general, teniendo por consiguiente sus escepciones. El hombre que en una de estas noches juega su fortuna y la pierde, seguramente será una noche triste para él. El que no ha comido durante todo el dia, solo ve en la noche la mortal agonia que él sufre. A aquel, en fin, que el mundo por la última vez, le parece oscura y meláncolica. Pero no queremos hablar de esto; hay cosas que estan mejor en las regiones del olvido que en nues- tras memorias. La noche está tranquila, el viento no murmura, los árboles no inclinan sus hojas al soplo de la bri- sa, el mar está sosegado, las aves reposan, el cielo está limpido, brillantes las estrellas. El cielo, el mar y la tierra no respiran siquiera. Todo es silencio y tranquilidad. En los brazos de la noche duerme la naturaleza. Dejémosla dormir. CUADRO DE FAMILIA. Hasta mi puerta llega del loco mundo la ambicion impía; mas no vence, ni ciega con su luz engañosa el alma mia, y pasa como nube de verano que se deshace en viento y ruido vano. ¡Atrás, soberbia ruda! ¡Atrás, envidia! y en tu flaco seno ceba la garra aguda que en hiel teñida ensangrentó el ageno: ¡huye, duda cobarde! ¡rencor... pasa! no quiere tales huéspedes mi casa. Soy pobre como el ave que en estéril peñon cuelga su nido; mas nunca al peso grave del hado adverso gemiré abatido, pues, sábio el cielo, al par de mi pobreza, dióme, para sufrirla, fortaleza. ¡Ay triste! ¡Ay sin ventura del que intenta domar la suerte esquiva! Que ni la sombra oscura, ni la llama del sol fecunda y viva, le traerán el contento regalado que al hombre ni envidioso, ni envidiado. Del ócio el torpe sueño el estenuado sibarita duerma, ó frunza el torvo ceño y maldiga el trabajo su alma enferma; ignora que no hay pan mas excelente que el que riega el sudor de nuestra frente. ¡Gloria al trabajo! ¡Hossana! El es la cruz que al término distante lleva la raza humana; de culpa antigua expiacion gigante; óleo que, en sucesivas redenciones, la cabeza ungirá de las naciones. Si alguna vez desmayo, recobro nuevo aliento á tu sonrisa, de tus ojos al rayo, á tu vagido leve ¡oh dulce Elisa! como la mústia flor, con el rocío, en las noches serenas del estío. O viéndole colgada del casto pecho de la madre hermosa, como en nieve no hollada clavel ardiente ó encendida rosa; balbuceando palabras de consuelo que á los niños no mas enseña el cielo. A veces con voz lenta el abuelo tambien, que tanto amamos, viejas historias cuenta, que todos, como niños, escuchamos; y el bien, en ellas, la familia aprende, y sus tareas cada cual suspende. Patriarca venerable, la limpia mesa con amor bendice, cuando del saludable frugal sustento la excelencia dice; y á Dios, con el que en la oracion nos guia, le pedimos el pan de cada dia. Así nuestro camino hacemos por el valle de dolores al sepulcro vecino, donde duermen en paz nuestros mayores: ¡Gran Dios, misericordia en tus enojos! ¡Señor... no apartes de mi hogar tus hojos! Ventura Ruiz Aguilera. Madrid. SENTENCIAS DE SÉNECA. (CONCLUSION.) No sabe hablar el que callar no sabe. Peor se sufre el menosprecio que el cautiverio. Para la avaricia lo mucho es poco; para la ver- dadera necesidad lo poco es mucho. Todo lo debemos consultar con el amigo; pero antes debemos consultar si lo es. Enseñando aprendemos. El sábio debe caminar siempre por un sendero pero no á un paso. En todo tugar se puede vivir virtuosamente. No podemos evitar las pasiones, pero si ven- cerlas. No hay esperanza de remedio cuando el vicio se hace costumbre. Aun los deleites son penosos cuando sin mode- racion se gozan. Parte de intemperancia es querer saber mas de lo necesario. Siempre podemos aprender del hombre eminente, aun cuando calla. Natural es en todo hombre la piedad, pero en el principe es mas honrosa. Igual es el número de los envidiosos al de los aduladores. Nunca avergüence el autor si la obra es buena. La vida es larga para el que la sabe aprovechar. Antes nos faltarán lágrimas que causa para ver- ferlas. Por venganza tiene el magnánimo haber podido vengarse. POESIA. Por la sierra un caminante viajaba al morir el dia, y estas palabras decia viendo una torre distante: «Desde ese azul campanario que se levanta entre flores, cuyos vidrios de colores dora el sol al espirar. Desde ese azul campanario, desde su aguja dorada, con la mano levantada se puede al cielo tocar.» Anduvo, anduvo anhelante llegó á la torre que via.... pero el horizonte huia, y al ver el monte distante así andando repetia: «Desde la cima del monte, que blanca nube semeja cuando la luna refleja en sus rocas el brillar; Desde la cima del monte, que cubre perpetua nieve, es la distancia tan breve que al cielo podré alcanzar.» Anduvo, anduvo anhelante, llegó á la sierra bravia.... pero el horizonte huia, y al ver la selva distante así andando repetia: «Desde aquel pinar frondoso, desde el pino mas crecido, sobre el tronco mas erguido que en él alcanzo á mirar, Desde aquel pinar frondoso sin fatigas y sin plazo, con solo tender el brazo podré los cielos tocar.» Anduvo, anduvo anhelante llegó á la selva sombria.... pero el horizonte huia, y viendo la mar distante, así andando, repetia: «Allí donde el mar se duerme plegando el undoso velo, como si el azul del cielo temiera á veces manchar: Allí donde el mar se duerme dando fin á mi querella, sobre la mas pura estrella los cielos podré alcanzar.» Al mar se lanzó anhelante nadó, nadó... al cuarto dia, su cadáver se veia en una playa distante. Seis colaboradores nos envian las siguientes cartas y producciones. Si como esperamos continúan la promesa de no faltar en lo mas mínimo á ninguna de las consi- deraciones sociales, las columnas del Semanario tendrán una satisfaccion en acojer sus festivas producciones. En cuanto á sus nombres será un secreto por parte nuestra, si bien nos parece imposible que no salga de los seis. Agradecemos la invitacion de los firmantes y le animamos á que no decaigan en su propósito. He aquí la carta: Señor Director de LA CARIDAD. Muy señor nuestro: los que suscribimos, personas como Vsted bien sabe, de buen humor pero que no se estralimitan jamás, desean escribir mútuamente en su ilustrado Semanario, una de esas miceláneas que no disgustan á los viejos y agradan mucho á las jóvenes. Nada de personalidades ni cuestiones pri- vadas; todo alegría y broma de buen género. Criti- car lo que no pueda traer malas consecuencias, elojiar lo bueno y evitar lo malo, será nuestro principal propósito. Le rogamos, Señor Director, guarde el mas pro- fundo silencio sobre nuestras pobres humanidades y le rogamos forme Vsted parte de nuestra reunion. Aprovechamos esta ocasion, etcétera etcétera. (Siguen seis firmas.) VARIEDADES. EL BASTIDOR PERENNE. Hay en el Teatro principal un bastidor perenne que ocupa el primer puesto entre los demas, en la hilera izquierda del espectador. Represéntese lo que se represente él siempre representa una misma cosa. aquí su descripción: Figura la figura de un guerrero; su mano iz- quierda se apoya sobre un escudo y la derecha sobre una espada; su aire es arrogante y mages- tuoso; su fisonomía dulce y espresiva. Sale en los jardines como en los campos, en las plazas como en las calles. Es el tema obligado de la mayor parte de las decoraciones y cuando con arto dolor suyo no puede salir á la escena, se asoma, aunque tímidamente, por entre los demás bastidores. ESCUASES DE TROPA. Al terminar el primer acto de Los Puritanos sa- len cinco soldados, al parecer, en busca de la pri- sionera que se escapa. Pero como cinco soldados es poca gente, tienen que aumentar el número. Pe- ro como aumentando el número se aumenta el gas- to, hay que valerse de una estratejia como fué la que usó Napoleon I á fin de hacer creer á sus contrarios que tenia mas tropa de la que verda- deramente tenia. La estratejia es, que los cinco in- dividuos pasan por detrás de la decoracion mo- viéndola como si hubiese temblor de tierra y vuel- ven á salir corriendo como empujados por una fuerza sobre natural. Si la decoracion no se moviera y los cinco no pasáran de golpe, el efecto seria bueno, el Señor Paccini, como persona sumamente conocedora de teatros, debe evitar esta falta de verosimilitud, si bien es verdad que dicho señor no le puede dar al teatro mas profundidad de la que tiene. Soluciones á los juegos de palabras puestos en nuestro número anterior. A 1.º La letra M. » 2.º Envejecer. » 3.º El lacre. » 4.º En que dan calabazas. » 5.º Que es la mitad de dos. » 6.º Primero lo cercaria á Vsted y luego le sacaria » 7.º Los versos sueltos. » 8.º Las de las chimeneas. » 9.º El de la Catedral de Málaga. () » 10.º Mi hermana. » 11.º Por el Pardo. » 12.º E. S. E. » 13.º Ninguna; porque todas están hechas. » 14.º En el monumento. JUEGOS DE PALABRAS. (Propuestos por uno de los seis. 1.º ¿Cuáles son las letras que mas nos agradan? 2.º ¿Cuál es la frase compuesta de 25 letras, que lo mismo puede leerse al revés que al derecho? ¿De qué pan nos hablan los antiguos sin hacer mencion de haberlo comido nunca? ¿Cuáles son, en Málaga, las madres mas indig- nas de llevar tal nombre? PARTES TELEGRAFICOS-TEATRALES. 1.º Hay lucha entre la Merced y el Teatro Principal; luego vendrá la Victoria y luego vendrá la Paz. [margen inferior: () Hemos recibido 42 soluciones todas conformes.] 2.º Tuvieron los malagueños suspiros de la Ramirez, y hoy tienen las malagueñas el suspiro de Paccini. EPIGRAMAS. En su mas florida edad, á siete dió Don Antonio palabra de matrimonio, porque era de calidad. Desacordes las Señoras, entre absoverlo ó matarlo, determinaron rifarlo en concurso de acreedoras. Amaba Inés á Don Tello, y tanto le repetía, que por él se moriria, que al fin se salió con ello. Don Tello no consistió en morirse por ninguna, y fué tanta su fortuna, que con ello se salió. José Barcenilla. Málaga. Solucion á la charada del número anterior. He acabado de comer y en un sofá estoy sentada; esperando á que se enfrie el CAFÉ de tu charada. Málaga. ENIGMA. 1.ª Es occéano profundo de rocas y escollo lleno, y es raro que de su seno [margen inferior: () Este enigma está dividido por palabras.] broten entre lodo inmundo flores sin manchas de cieno. 2.ª Lazos sin cesar nos tiende, nos fascina y nos halaga, nos acaricia y nos vende, nos acecha y nos sorprende, nos tortura y embriaga. 3.ª Apenas nace.... ya está con los dos de arriba en guerra se ignora el que vencerá, mas que esta durará mientras estén en la tierra. EPÍLOGO. Habitas en el primero y el segundo no lo ves; y encontrarás el tercero desde tu frente á tus pies y en mi casa.... en el puchero. F. H. de M. Málaga. ERRATAS. En la poesia La Primavera y el Sol inserta en el número pasado donde dice: con perlas del rocío debe decir: con las perlas del rocío. Tambien dió lugar á una errata el habérsele empeñado á nuestros cajistas que la amable sus- critora que nos enviaba la solucion á la charada OSADIA, estaba en Madrid en lugar de hallarse en Málaga. Dispense esta linda Señorita le hayan he- cho hacer un viaje que hasta ahora es imaginario. Editor responsable, Don Rafael Martos. MÁLAGA. - Imprenta de Don Francisco Gil de Montes, Calle de Cintería, número 1 y 3.

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