CODEMA19-LACAR-186162-8
CODEMA19-LACAR-186162-8
Resumen | Número 25 de "La Caridad. Semanario de ciencias, literatura, teatros, costumbres y modas" |
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Archivo | Hemeroteca Municipal de Madrid |
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Typology | Otros |
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Fecha | 25/05/1862 |
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Lugar | Málaga |
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Provincia | Málaga |
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País | España |
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[margen superior: NUMERO 21. DOMINGO 25 DE MAYO. - 1862. AÑO II.] LA CARIDAD.
SEMANARIO DE CIENCIAS, LITERATURA, TEATROS, COSTUMBRES Y MODAS.
Los productos líquidos de este Semanario se entregarán al Excelentísimo é Ilustrísimo Señor Obispo de la Diócesis
para su distribucion entre los Establecimientos de Beneficencia de esta capital.
SUMARIO.
Teatro principal. – La guerra: poesia por Don Eloy Garcia Valero. – El Expósito: poesia por J. B. C. – Una noche
de primavera, por J. C. B. – Cuadro de familia, composicion poética de Don Ventura Ruiz Aguilera. – Sentencias de Sé-
neca, conclusion. – Poesia. – Variedades por los seis. – Epígramas, por Don José Barcenilla. – Solucion á la charada
inserta en el número anterior. – Enigma.
El Trovador. - Los Puritanos. - María di Bohan.
-Anuncio de nuevas óperas. - Coros. - Parte escénica.
- Los walses de Venzano. - Las rentas de Cárdenas.
- La Señora Giordano. - El Señor De Giorgis. - Resúmen.
Consignamos de una vez para siempre, que al usar
de los calificativos grande, bueno, malo, pasadero,
en una palabra, al juzgar á los actores y al teatro, lo
hacemos segun nuestra conciencia, segun nuestro
criterio, segun la impresion que nos causa.
Consignado esto, diremos que El Trovador sale bas-
tante bien ejecutado y que es donde mas nos agra-
da la señora Giordano. Esta actriz canta con gus-
to y ejecuta con acierto, poseyéndose del papel que
representa; así vemos el terror pintado en sus fac-
ciones al describir la fatal escena de la muerte de
su hijo, como el aplomo y la serenidad en el inter-
rogatorio que le hace el conde de Luna.
Al oir últimamente la mencionada ópera, corro-
boramos nuestra opinion sobre el Señor Paccini. Sus
modales son desenvueltos y elegantes, su presen-
cia buena y su voz agradable. Espresa lo que quie-
re y hace sentir espresando. Los aplausos que re-
coje son merecidos. Donde mas nos agrada en esta
ópera en el aria de
II balen del suo sorriso
d’ una stella vince il raggio 1
il fulgor del suo bel viso
nuovo infonde in me coraggio!...
Ah! l’amor, 1’amor ond’ ardo
le favelli in mio favor!
sperda il sole d’ un suo sguardo
la tempesta del mio cor....
En la segunda escena del acto cuarto, que es el
duo con la Señora De Roissi, demuestra tambien, co-
mo en toda la ópera, su maestría en el arte dra-
mático y su gusto en el lírico.
La Señora De Roissi no cantó la noche de que
hablamos, la cavatina del primer acto, y á fé que
es una de las piezas que canta con mas acierto;
sin embargo, fue muy aplaudida en el andante del
misere y en el inspirado arranque de
Mira, di acerbe lagrime
spargo al tuo piede un rio:
non basta il pianto? svenarni,
li bevi il sangue mio....
calpesta il mio cadavere,
ma salva il trovador...
si bien, repetimos, hallamos algun tanto exige-
rado los movimientos.
El tenor sigue cuidándose mas de la parte de
canto que de la escénica y este es un mal de que
adolecen la mayor de los buenos cantantes. En
este momento recordamos la notable escepcion del
Señor Ronconi.
Los Puritanos es una de esas óperas que no
cansan nunca, tiene una de esas músicas que nun-
ca se olvidan, y su argumento, aunque sencillo, no
carece de interés. Este, nos parece bastante co-
nocido para que nosotros procuremos esplanarlo.
En Los Puritanos la Señora de Roissi tiene donde
lucir sus facultades como cantante y es justamente
aplaudida en el delirio del segundo acto y en el
duo del tercero, donde el Señor Tagliazucchi canta
con mucho sentimiento. - El Señor Paccini ejecuta
notablemente su papel de Ricardo Torth y sostie-
ne perfectamente la terrible lucha entre el deber
y el amor. - El Señor Rossi cantó su parte de Jorje,
en la noche del lunes último, mucho mejor que
en las anteriores.
Maria di Rohan es tal vez la que mejor se ha
cantado. No podemos detenernos en dar nuestra
opinion sobre ella, sin embargo, la recomendamos;
sobre todo al Señor Paccini en el tercer acto.
La Traviata podia haberse ejecutado mucho
mejor.
Se nos anuncian para el nuevo abono de seis
funciones, Norma y Lucia; ambas son óperas de
notabilísimo mérito y no dudamos que el público
las acojerá como se merecen.
Mientras no desaparezca en los coros el entrar
por ambas partes del teatro, formarse en semi-rue-
da y sin mirarse ni hacer caso el uno del otro en-
tonar su canto y salirse de nuevo, existirá la in-
verosimilitud escénica, y por muy bien que se en-
tonen, no harán mas que sembrar acentos sin re-
cojer aplausos. Solo un corista hemos reparado que
comprende y ejecuta su papel.
La parte escénica continúa, en oposicion con el
buen gusto y la propiedad; los cambios de deco-
raciones cada vez mas torpes.
Sumo placer hemos tenido en oir cantar á la
Señora De Roissi el lindo mio wals del maestro
Venzano y el mismo placer debe haber sentido el
público cuando la hizo salir dos veces á la escena.
Ya sabiamos que el Señor Paccini habia gustado
mucho en otras partes cantando la conocida com-
posicion musical de Las ventas de Cárdenas, pero no
habiamos tenido el gusto de oirle hasta la prime-
ra vez que la cantó en nuestro Teatro. La soltu-
ra con que lo hizo y la facilidad con que se es-
presó, hacian olvidarnos muchas veces de que era
un italiano y no un andaluz la persona que tan
bien sabia interpretar ese aire propio de cada pais
ó de cada provincia, que solo se aprende habiendo
nacido en su suelo ó á costa de mucho estudio é
inteligencia como sucede en dicho señor.
La Señora Giordano fué mas aplaudida en El jaque,
cancion andaluza, que en la bella cavatina del maes-
tro Verdi en el Makbet: sin embargo, creemos se
aplaudiria en la primera la gracia con que lo hizo
porque, segun nuestros cortos conocimientos mú-
sicos, no hay poco punto de comparacion entre am-
bas piezas.
El que no hubiera sabido que el Señor De Giorgis
á mas de ser un gran director de orquesta era un
aventajado compositor, se hubiera convencido de
ello, ó al menos hubiera podido formar una idea
de las facultades de dicho Señor oyendo las pro-
ducciones que sucesivamente nos ha ido presen-
tando. Lástima que la orquesta algunas veces no
le corresponda.
Nosotros, pues, reasumiendo y á juzgar por lo
ya puesto en escena, juzgamos á la compañia muy
aceptable; al Señor Paccini muy bien como cantante
y perfectamente bien como actor, al Señor Tagliazuc-
chi muy regular como actor y bueno como cantan-
te; si quiere nivelar la ejecucion al canto es ne-
cesario que adquiera mas vida, mas entusiasmo,
mas amor, cuando es necesario. El Señor Rossi tiene
momentos felices y otros en que decae algun tanto.
En cuanto á las señoras De Roissi y Giordano
ya lo hemos dado; en ambas encontramos muy
buenas facultades y en ambas notamos el deseo de
agradar.
Nuestra revista de hoy se va haciendo algo es-
tensa y precisa terminarla; nos reservamos hablar
para otra de Maria di Rohan, y esperamos al ha-
cerlo no tener que, contra nuestra voluntad, cen-
surar la parte de decorado.
LA GUERRA.
En la materia inerte
Sopló Dios el espíritu de vida,
Y el hombre fué: los génios de la muerte
En su pecho sembraron
Perpétua su soberbia y sus rencores,
Y á la caida humanidad llevaron
De la ambicion y envidia los horrores:
Y el hombre degradado, su enemigo
Creyendo ver en su primer hermano,
Cobarde y homicida,
Mas que tenderle protectora mano,
Ahogó en sus brazos su preciosa vida.
Y el mundo, Edem de paz y bienandanza,
En sus vírgenes campos
Miró empezar la lucha fraticida;
Y gritos de venganza,
De ódio y furor, la tierra estremecida
Escuchaba doquier: primer acento
Que el eco dice en los cercanos montes,
Como gritos de horror que lleva el viento
Y repiten allá los horizontes.
Que así el hombre en su culpa es condenado
A sufrir en la tierra
En vez de eterna paz
Perpétua guerra.
Mas no bastaba al hombre en su delirio,
Y en su furor insano,
Para aumentar el bárbaro martirio
Del que adorar debiera como hermano;
Con solicito afan hendir la roca
Buscando ansioso en su escondido séno,
Duro metal con que la audacia loca
Sangrienta espada funde
Que muerte lleva en su tajante filo;
La maza férrea y la pujante lanza,
Que vá á sembrar la muerte
A donde el brazo en su furor no alcanza.
Ni al ave audaz, que los espacios hiende
Abandonando el miserable suelo,
Que fiera saña enciende;
Robar sus alas y prestar su vuelo
A emponzoñada flecha, que en los aires
Marcando va á la muerte su camino...
Era preciso aun mas; y del averno
Brotó la chispa, que inspiró la mente
Del osado mortal, que enseñó al mundo
El secreto del fuego del infierno.
Y la pólvora fué; su ronco estruendo
Espanto causa al mundo estremecido,
El eco ensordeciendo
De víctimas sin fin, que al aire lanzan
Su postrimer gemido:
Al rugir imponente
Del bronce atronador, que va sembrando
Muerte y desolacion por donde quiera,
El mundo entero estremecerse siente;
Y en tan dura inquietud; en afan tanto,
El hombre vé un tormento en la ecsistencia,
Que triste riega con pérpetuo llanto.
¿Es el mundo quizá vasta hecatombe
Donde se inmola humanidad entera
En sus negros altares
En espiacion de la maldad primera?
¿O palenque de lucha donde el cielo
Es la gloriosa palma,
Con que es premiada el alma
Libre al dejar el turbulento suelo?
Renombrados guerreros que del mundo
Vastísima necrópolis hicieron,
Cuyos hechos de gloria
Al asombrado mundo estremecieron,
Su popular renombre
Registrará en mil páginas la historia;
Y el bienhechor del hombre,
Cuyos grandiosos hechos no se deben
A los sangrientos tajos del acero,
Apenas dejara leve memoria;
¿Es, por ventura, solo noble gloria
La acusadora gloria del guerrero...?
Esperemos; quizá no esté lejano
El suspirado dia
En que depuestos rencorosos odios
El hombre abraze al hombre como hermano,
Y el sol al asomar por el oriente
Al orbe dando vida y armonia,
No alumbrará la fraticida lucha
Que hace brotar de sangre ancho torrente
Y en negra noche transformar el dia.
El mundo entonces de la paz asilo
Que á reposar convida,
Embellecer podrá las cortas horas,
De la terrena vida:
¡Quizás el hombre vivirá tranquilo!
Eloy Garcia Valero.
Málaga.
EL EXPÓSITO.
¿A donde, pobre nino, tu pié guias
por este mundo del maldades lleno?
¿No saben tu virtud y tu inocencia
que el sarcasmo cruel y el necio orgullo
solo una risa de impiedad horrible
tendrán para acallar tu tierno lloro?
La gala, el esplendor, la donosura,
cuanto en el orbe el sol con su luz dora,
que de tí en derredor, dicha brindando,
tus ojos turbios por el llanto admiran,
todo no basta á deshacer la niebla
que acumula el dolor en tu alba frente.
Jamás en ella de tu madre ¡ay triste!
se posaron los labios un instante;
jamás tierna caricia, dulce halago
separó de tu sien los rizos bellos.
Hombre serás, y á tu ambicion de gloria
opuesta siempre mirarás tu cuna,
terrible valladar que solo puede
del talento salvar el raudo vuelo.
El amor, la amistad, celestes flores
del solio del Eterno desprendidas,
quizá te presten su divino aroma,
mas, ¡cuanto! desengaño, antes de hallarlas,
correr por tus megillas hará el llanto!
¡cuanto sueño feliz desvanecido
de amarga hiel inundará tu pecho!
Quizás al hombre que altanero insulte
tu alma por la pena desgarrada
tu desgracia y tu ser á un tiempo debas;
quizás la bella á quien amor juraste
abrió tus ojos á la luz del dia.
Infausto es, pobre jóven, tu destino,
mas no así llores, no; tu llanto enjuga
que el Padre celestial desde su trono
al través los escollos te conduce
que el hombre encuentra en el revuelto mundo.
Él en tu pena te dará consuelo;
sobre tu frente que el dolor velára
con fúnebre crespon, verterá afable
de esperanza inmortal puro rocío.
Si tu alma sientes de amargura henchida,
la tarde al declinar en tu horizonte;
si profundo dolor tu pecho oprime
del alta noche en el silencio augusto,
las lágrimas tu faz deja que bañen,
porque ese llanto que desden inspira
del torpe mundo entre el bullicio loco,
un Dios omnipotente lo bendice:
Si te hace falta un seno en qué verterlo
¡pobre huérfano! ven; llora conmigo.
J. B. C.
Málaga.
UNA NOCHE DE PRIMAVERA.
Nada mas bello, para mí, que una noche de pri-
mavera.
El sol oculta su último rayo y el mundo queda
sumerjido en la oscuridad.
Pero tambien la noche tiene sus luces.
La luna aparece por entre las estrellas ilumi-
nando, aunque pálidamente el campo y las ciu-
dades.
Cesa la animacion de las poblaciones y la cal-
ma empieza á reinar.
Parece que la naturaleza quiere dormir y hace
cesar aquellos rumores que pudieran perturbar su
tranquilo sueño.
Durante estas noches el paseo mas agradable es
aquel donde puede gozarse de mas frescura.
Una vez sentado en el sitio que mejor nos parece
el sueño ó las memorias del pasado vienen á apo-
derarse de nuestra mente.
Si por casualidad es el sueño, nada mejor que
quedarse dormido.
Si, por el contrario, son los recuerdos del pasado
los que vienen á acompañarnos, no hay mas reme-
dio que pensar. Supongamos que la persona visi-
tada por estos personages es un anciano.
Cierra los ojos y se ve todavia niño, halagado
por los cariños de su madre, quizás ya muerta,
acariciado por jóvenes que ahora ni le miran si-
quiera.
Pasan quince años en el reloj de su mente y ya
se encuentra entre las redes del amor; poco des-
pues casado; luego con hijos; luego…. despierta,
y se halla en el presente gozando de una bellísi-
ma noche de primavera.
Supongamos que es un jóven; recostado contra
la reja de una ventana cuya casa ocupa la jóven
que adora, ve cruzar por su mente, no la triste
existencia del pasado, sino las rientes imágenes
del futuro.
Los jóvenes, en general, cuando hablan con
aquella que aman se ven rodeados de miles imá-
genes de gloria y de amor; ven dibujarse en el
futuro con bellísimos colores los deseos de su men-
te; ven, en fin, realizados todos sus pensamientos.
Pero el sonido de una campana que dá la hora
hace despertar al soñador y á la soñadora.
Levantan los ojos al cielo donde creen que ha-
yan volado los sueños amorosos y solo encuen-
tran en tan celestial esfera el apacible cielo de una
fresca noche de primavera.
Nada mas bello que una de estas noches, hé di-
cho al empezar este artículo, pero esto ha sido co-
mo regla general, teniendo por consiguiente sus
escepciones.
El hombre que en una de estas noches juega su
fortuna y la pierde, seguramente será una noche
triste para él.
El que no ha comido durante todo el dia, solo ve
en la noche la mortal agonia que él sufre.
A aquel, en fin, que vé el mundo por la última
vez, le parece oscura y meláncolica.
Pero no queremos hablar de esto; hay cosas que
estan mejor en las regiones del olvido que en nues-
tras memorias.
La noche está tranquila, el viento no murmura,
los árboles no inclinan sus hojas al soplo de la bri-
sa, el mar está sosegado, las aves reposan, el
cielo está limpido, brillantes las estrellas.
El cielo, el mar y la tierra no respiran siquiera.
Todo es silencio y tranquilidad.
En los brazos de la noche duerme la naturaleza.
Dejémosla dormir.
CUADRO DE FAMILIA.
Hasta mi puerta llega
del loco mundo la ambicion impía;
mas no vence, ni ciega
con su luz engañosa el alma mia,
y pasa como nube de verano
que se deshace en viento y ruido vano.
¡Atrás, soberbia ruda!
¡Atrás, envidia! y en tu flaco seno
ceba la garra aguda
que en hiel teñida ensangrentó el ageno:
¡huye, duda cobarde! ¡rencor... pasa!
no quiere tales huéspedes mi casa.
Soy pobre como el ave
que en estéril peñon cuelga su nido;
mas nunca al peso grave
del hado adverso gemiré abatido,
pues, sábio el cielo, al par de mi pobreza,
dióme, para sufrirla, fortaleza.
¡Ay triste! ¡Ay sin ventura
del que intenta domar la suerte esquiva!
Que ni la sombra oscura,
ni la llama del sol fecunda y viva,
le traerán el contento regalado
que al hombre ni envidioso, ni envidiado.
Del ócio el torpe sueño
el estenuado sibarita duerma,
ó frunza el torvo ceño
y maldiga el trabajo su alma enferma;
ignora que no hay pan mas excelente
que el que riega el sudor de nuestra frente.
¡Gloria al trabajo! ¡Hossana!
El es la cruz que al término distante
lleva la raza humana;
de culpa antigua expiacion gigante;
óleo que, en sucesivas redenciones,
la cabeza ungirá de las naciones.
Si alguna vez desmayo,
recobro nuevo aliento á tu sonrisa,
de tus ojos al rayo,
á tu vagido leve ¡oh dulce Elisa!
como la mústia flor, con el rocío,
en las noches serenas del estío.
O viéndole colgada
del casto pecho de la madre hermosa,
como en nieve no hollada
clavel ardiente ó encendida rosa;
balbuceando palabras de consuelo
que á los niños no mas enseña el cielo.
A veces con voz lenta
el abuelo tambien, que tanto amamos,
viejas historias cuenta,
que todos, como niños, escuchamos;
y el bien, en ellas, la familia aprende,
y sus tareas cada cual suspende.
Patriarca venerable,
la limpia mesa con amor bendice,
cuando del saludable
frugal sustento la excelencia dice;
y á Dios, con el que en la oracion nos guia,
le pedimos el pan de cada dia.
Así nuestro camino
hacemos por el valle de dolores
al sepulcro vecino,
donde duermen en paz nuestros mayores:
¡Gran Dios, misericordia en tus enojos!
¡Señor... no apartes de mi hogar tus hojos!
Ventura Ruiz Aguilera.
Madrid.
SENTENCIAS DE SÉNECA.
(CONCLUSION.)
No sabe hablar el que callar no sabe.
Peor se sufre el menosprecio que el cautiverio.
Para la avaricia lo mucho es poco; para la ver-
dadera necesidad lo poco es mucho.
Todo lo debemos consultar con el amigo; pero
antes debemos consultar si lo es.
Enseñando aprendemos.
El sábio debe caminar siempre por un sendero
pero no á un paso.
En todo tugar se puede vivir virtuosamente.
No podemos evitar las pasiones, pero si ven-
cerlas.
No hay esperanza de remedio cuando el vicio
se hace costumbre.
Aun los deleites son penosos cuando sin mode-
racion se gozan.
Parte de intemperancia es querer saber mas de
lo necesario.
Siempre podemos aprender del hombre eminente,
aun cuando calla.
Natural es en todo hombre la piedad, pero en el
principe es mas honrosa.
Igual es el número de los envidiosos al de los
aduladores.
Nunca avergüence el autor si la obra es buena.
La vida es larga para el que la sabe aprovechar.
Antes nos faltarán lágrimas que causa para ver-
ferlas.
Por venganza tiene el magnánimo haber podido
vengarse.
POESIA.
Por la sierra un caminante
viajaba al morir el dia,
y estas palabras decia
viendo una torre distante:
«Desde ese azul campanario
que se levanta entre flores,
cuyos vidrios de colores
dora el sol al espirar.
Desde ese azul campanario,
desde su aguja dorada,
con la mano levantada
se puede al cielo tocar.»
Anduvo, anduvo anhelante
llegó á la torre que via....
pero el horizonte huia,
y al ver el monte distante
así andando repetia:
«Desde la cima del monte,
que blanca nube semeja
cuando la luna refleja
en sus rocas el brillar;
Desde la cima del monte,
que cubre perpetua nieve,
es la distancia tan breve
que al cielo podré alcanzar.»
Anduvo, anduvo anhelante,
llegó á la sierra bravia....
pero el horizonte huia,
y al ver la selva distante
así andando repetia:
«Desde aquel pinar frondoso,
desde el pino mas crecido,
sobre el tronco mas erguido
que en él alcanzo á mirar,
Desde aquel pinar frondoso
sin fatigas y sin plazo,
con solo tender el brazo
podré los cielos tocar.»
Anduvo, anduvo anhelante
llegó á la selva sombria....
pero el horizonte huia,
y viendo la mar distante,
así andando, repetia:
«Allí donde el mar se duerme
plegando el undoso velo,
como si el azul del cielo
temiera á veces manchar:
Allí donde el mar se duerme
dando fin á mi querella,
sobre la mas pura estrella
los cielos podré alcanzar.»
Al mar se lanzó anhelante
nadó, nadó... al cuarto dia,
su cadáver se veia
en una playa distante.
Seis colaboradores nos envian las siguientes
cartas y producciones.
Si como esperamos continúan la promesa de no
faltar en lo mas mínimo á ninguna de las consi-
deraciones sociales, las columnas del Semanario
tendrán una satisfaccion en acojer sus festivas
producciones.
En cuanto á sus nombres será un secreto por
parte nuestra, si bien nos parece imposible que
no salga de los seis.
Agradecemos la invitacion de los firmantes y le
animamos á que no decaigan en su propósito.
He aquí la carta:
Señor Director de LA CARIDAD.
Muy señor nuestro: los que suscribimos, personas
como Vsted bien sabe, de buen humor pero que no se
estralimitan jamás, desean escribir mútuamente en
su ilustrado Semanario, una de esas miceláneas
que no disgustan á los viejos y agradan mucho á las
jóvenes. Nada de personalidades ni cuestiones pri-
vadas; todo alegría y broma de buen género. Criti-
car lo que no pueda traer malas consecuencias, elojiar
lo bueno y evitar lo malo, será nuestro principal
propósito.
Le rogamos, Señor Director, guarde el mas pro-
fundo silencio sobre nuestras pobres humanidades y
le rogamos forme Vsted parte de nuestra reunion.
Aprovechamos esta ocasion, etcétera etcétera.
(Siguen seis firmas.)
VARIEDADES.
EL BASTIDOR PERENNE.
Hay en el Teatro principal un bastidor perenne
que ocupa el primer puesto entre los demas, en
la hilera izquierda del espectador.
Represéntese lo que se represente él siempre
representa una misma cosa.
Hé aquí su descripción:
Figura la figura de un guerrero; su mano iz-
quierda se apoya sobre un escudo y la derecha
sobre una espada; su aire es arrogante y mages-
tuoso; su fisonomía dulce y espresiva. Sale en los
jardines como en los campos, en las plazas como
en las calles. Es el tema obligado de la mayor
parte de las decoraciones y cuando con arto dolor
suyo no puede salir á la escena, se asoma, aunque
tímidamente, por entre los demás bastidores.
ESCUASES DE TROPA.
Al terminar el primer acto de Los Puritanos sa-
len cinco soldados, al parecer, en busca de la pri-
sionera que se escapa. Pero como cinco soldados
es poca gente, tienen que aumentar el número. Pe-
ro como aumentando el número se aumenta el gas-
to, hay que valerse de una estratejia como fué la
que usó Napoleon I á fin de hacer creer á sus
contrarios que tenia mas tropa de la que verda-
deramente tenia. La estratejia es, que los cinco in-
dividuos pasan por detrás de la decoracion mo-
viéndola como si hubiese temblor de tierra y vuel-
ven á salir corriendo como empujados por una
fuerza sobre natural.
Si la decoracion no se moviera y los cinco no
pasáran de golpe, el efecto seria bueno, el Señor
Paccini, como persona sumamente conocedora de
teatros, debe evitar esta falta de verosimilitud, si
bien es verdad que dicho señor no le puede dar
al teatro mas profundidad de la que tiene.
Soluciones á los juegos de palabras puestos en
nuestro número anterior.
A 1.º La letra M.
» 2.º Envejecer.
» 3.º El lacre.
» 4.º En que dan calabazas.
» 5.º Que es la mitad de dos.
» 6.º Primero lo cercaria á Vsted y luego le sacaria
» 7.º Los versos sueltos.
» 8.º Las de las chimeneas.
» 9.º El de la Catedral de Málaga. ()
» 10.º Mi hermana.
» 11.º Por el Pardo.
» 12.º E. S. E.
» 13.º Ninguna; porque todas están hechas.
» 14.º En el monumento.
JUEGOS DE PALABRAS.
(Propuestos por uno de los seis.
1.º
¿Cuáles son las letras que mas nos agradan?
2.º
¿Cuál es la frase compuesta de 25 letras, que
lo mismo puede leerse al revés que al derecho?
3º
¿De qué pan nos hablan los antiguos sin hacer
mencion de haberlo comido nunca?
4º
¿Cuáles son, en Málaga, las madres mas indig-
nas de llevar tal nombre?
PARTES TELEGRAFICOS-TEATRALES.
1.º
Hay lucha entre la Merced
y el Teatro Principal;
luego vendrá la Victoria
y luego vendrá la Paz. [margen inferior: () Hemos recibido 42 soluciones todas conformes.]
2.º
Tuvieron los malagueños
suspiros de la Ramirez,
y hoy tienen las malagueñas
el suspiro de Paccini.
EPIGRAMAS.
En su mas florida edad,
á siete dió Don Antonio
palabra de matrimonio,
porque era de calidad.
Desacordes las Señoras,
entre absoverlo ó matarlo,
determinaron rifarlo
en concurso de acreedoras.
Amaba Inés á Don Tello,
y tanto le repetía,
que por él se moriria,
que al fin se salió con ello.
Don Tello no consistió
en morirse por ninguna,
y fué tanta su fortuna,
que con ello se salió.
José Barcenilla.
Málaga.
Solucion á la charada del
número anterior.
He acabado de comer
y en un sofá estoy sentada;
esperando á que se enfrie
el CAFÉ de tu charada.
Málaga.
ENIGMA.
1.ª
Es occéano profundo
de rocas y escollo lleno,
y es raro que de su seno [margen inferior: () Este enigma está dividido por palabras.]
broten entre lodo inmundo
flores sin manchas de cieno.
2.ª
Lazos sin cesar nos tiende,
nos fascina y nos halaga,
nos acaricia y nos vende,
nos acecha y nos sorprende,
nos tortura y embriaga.
3.ª
Apenas nace.... ya está
con los dos de arriba en guerra
se ignora el que vencerá,
mas sí que esta durará
mientras estén en la tierra.
EPÍLOGO.
Habitas en el primero
y el segundo no lo ves;
y encontrarás el tercero
desde tu frente á tus pies
y en mi casa.... en el puchero.
F. H. de M.
Málaga.
ERRATAS.
En la poesia La Primavera y el Sol inserta en
el número pasado donde dice:
con perlas del rocío
debe decir:
con las perlas del rocío.
Tambien dió lugar á una errata el habérsele
empeñado á nuestros cajistas que la amable sus-
critora que nos enviaba la solucion á la charada
OSADIA, estaba en Madrid en lugar de hallarse en
Málaga. Dispense esta linda Señorita le hayan he-
cho hacer un viaje que hasta ahora es imaginario.
Editor responsable, Don Rafael Martos.
MÁLAGA. - Imprenta de Don Francisco Gil de Montes,
Calle de Cintería, número 1 y 3.
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