CODEMA19-LACAR-186162-4
CODEMA19-LACAR-186162-4
Resumen | Número 4 de "La Caridad. Semanario de ciencias, literatura, teatros, costumbres y modas" |
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Archivo | Hemeroteca Municipal de Madrid |
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Typology | Otros |
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Fecha | 26/01/1862 |
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Lugar | Málaga |
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Provincia | Málaga |
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País | España |
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[margen superior: NUMERO 4. DOMINGO 26 DE ENERO. - 1862. AÑO II.] LA CARIDAD.
SEMANARIO DE CIENCIAS, LITERATURA, TEATROS, COSTUMBRES Y MODAS.
Los productos líquidos de este Semanario se entregarán al Excelentísimo é Ilustrísimo Señor Obispo de la Diócesis
para su distribucion entre los Establecimientos de Beneficencia de esta capital.
SUMARIO.
Revista teatral. – Programa sobre la formacion de lengua universal, por Don Lope Gisbert. – El suspiro de
la señorita Ramirez. – Crónica elegante. – La Hermosa Leila, poesia por Don Ramon Taboada. – El caballero sin ta-
cha, poesia por Don Ventura Ruiz Aguilera. – Anécdota. – Soneto, por Don Juan A. Viedma. – Chascarrillos. – Soluciones á
la charada del número anterior. – Charada.
REVISTA TEATRAL.
Tres novedades nos ha presentado el Prin-
cipal desde que escribimos nuestra última re-
vista: La Cruz del matrimonio La señorita Ra-
mirez y la señorita Ros.
La Cruz del matrimonio que ya conociamos
no por llevarla á cuesta, sinó por que los pe-
riódicos de Madrid nos habian hablado lo bas-
tante de ella para que no ignorasemos su exis-
tencia á venido á ejecutarse en Málaga la pri-
mera vez en el beneficio de la inteligente actriz
Doña Silveria del Castillo, la segunda en el del
Señor Fidel y la tercera en el del público, que
fué el lúnes próximo pasado, siendo de adver-
tir que se convirtió en beneficio de la empresa,
pues con dificultad encontraba un sitio por don-
de ver el que desgraciadamente no encontró lo-
calidad.
La produccion del Señor Eguiláz es digna de
todo elogio. Su pensamiento es altamente moral
y lo constituye dos matrimonios en los cuales
ambos maridos son calaveras y la esposa del
uno es prudente, amable y reservada; ahorra
mientras el marido derrocha, sufre mientras el
esposo se divierte y cuida de un niño enfermo
mientras su cónyuje cuida á una querida que
malgasta su salud y le roba su dinero; la otra,
por el contrario, si su marido gasta como cien-
to ella gasta como mil, si su esposo se divierte
en reuniones y saraos, ella goza en saraos y
reuniones, si su cónyuge malgasta cuanto tiene
con una querida, ella no desoye las dulces pa-
labras y galanteos de un jóven que solo llega
á conocerse por referencia.
Inútil es decir que la comedia acaba fatal-
mente para el segundo matrimonio y que en el
primero, la paciencia y perceverancia de la jó-
ven termina por atraer la oveja descarriada cuan-
do iba á perderse del todo; de no suceder así
la comedia no seria moral y ya hemos dicho
al empezar este artículo que lo es altamente.
Su verso es ese verso fácil y sonoro que lle-
ga hasta el corazon dejando impresionados grata-
mente los oidos. Si pudiéramos disponer de mas
terreno en los reducidos límites del Semanario
que dirijimos, copiaríamos algunos trozos de es-
ta elegante versificacion.
Málaga ha demostrado una vez mas su buen
gusto aplaudiendo, con toda justicia, una pro-
duccion tan bella y tan moral.
Dos palabras en cuanto á la ejecucion:
La señora Castillo nos mostró una de esas ma-
dres modelos de virtud y cariño, de paciencia y
ternura de sensatez y perseverancia. Quizás nos
representó su papel algun tanto exajerado, pero
tal vez la señora Castillo ha sabido compren-
der en esto, que es necesario para inculcar la
virtud y la prudencia, llevarlas al estremo cuan-
do se nos presentan como la imágen de un cua-
dro que debemos copiar.
La señorita Castro interpretó su papel de la
manera que debia y la señora Cruz con el tacto
que la distingue en saber dar el colorido que
requieren los diversos papeles que representa,
copió, como debia, á la muger afrancesada por
lujo y entremetida por inclinacion.
El señor Albarrán nos dibujó perfectamente
la transicion que sufre; empezando por hacer-
nos ver al calavera mas consumado, terminó pre-
sentándonos al hombre mas arrepentido del mun-
do; que el señor Albarrán es un buen actor
nadie lo ignora.
El señor Fidel está bien en el desempeño de
su papel y se conoce que cada dia se esfuerza
mas por complacer.
Hemos dicho que la segunda novedad ha si-
do la señorita Ramirez.
Francos hasta el estremo pues escribimos li-
bres de toda influencia, debemos manifestar que
al verla, al principio no hizo en nosotros la
menor impresion; luego se pintó una sonrisa
en su boca y no sabemos por qué la sonrisa aque-
lla se reflejó en nosotras; poco tiempo despues
la señorita Ramirez nos agradaba en estremo en
su cara, en su aire y en su voz.
Pero aun nos faltaba lo mejor: ¿y qué le pa-
rece á W. que era lo mejor? - ¿algun papel
ejecutado con soltura y gracia?
¡Los hemos visto ejecutar á tantas con gracia
y soltura! - ¿alguna cancion ejecutada con no-
table maestria? - ¿algun gorjeo semejante al de
los ruiseñores? Es inútil que os canseis en ca-
bilar los que no la habeis visto en Nadie se
muere hasta que Dios quiere; este lo mejor es un
suspiro tan profundo, tan triste, tan desconsolado
tan amargo y, á la vez, tan dulce, tan tranqui-
lo, tan inesplicable, que si en aquel momento
hubiésemos tenido el lapiz preparado para es-
cribir esta Revista, de cierto que hecha bajo
la influencia de aquel suspiro la hubiéramos
tenido que rehacer toda. Para estas cosas, calma
dice un viejo á otro en la chistosa pieza Ir por
lana y volver trasquilados, y á fé que tiene razon.
Pero aun nos aguardan nuevas impresiones.
La señorita Ramirez canta La Juanita que en
Cádiz exaltó mas de lo conveniente á algunos
jóvenes, acto censurado tan digna como delica-
damente por el ilustrado redactor de la Moda
Elegante y entónces de la Moda, Don Francisco
Flores Arenas.
Nosotros creemos que esperando el trueno no
nos hará tanto daño como estando desprevenidos,
pero desgraciadamente el rayo y no el trueno
es lo que asesina y los rayos de luz que parten
de los ojos de la señorita Ramirez hacen ver á
los ciegos y quintan la vista á los que la tienen.
Entiéndase por supuesto que al decir nosotros,
entendemos ahora la generalidad, por que en
cuanto á nosotros, en particular, hemos adop-
tado la máxima del mencionado viejo: para estas
cosas, calma, mucha calma.
La tercera novedad ha sido la niña Ros que
será una buena actriz si continúa con las dispo-
siciones que manifiesta. No hemos tenido ocasion
de verla lo suficiente para juzgar de ella y supri-
mimos para otra revista nuestra humilde opinion.
El Circo continúa con Los Coloquios y se nos
dice que tiene regulares entradas.
Estas son las novedades teatrales del dia, por
que el subirse el precio de las entradas y el de
las localidades no es cosa nueva.
Tenemos á la vista el número primero del «Bo-
letin de la Sociedad de lengua universal», que
tan digna y competentemente dirije Don Lope Gis-
ber, con la colaboracion de distinguidos escrito-
res nacionales y estranjeros y bajo la alta pro-
teccion del Gobierno de Su Majestad.
Este periódico es órgano de la Sociedad de
lengua universal, y su principal objeto es el
fomentar, por todos los medios que estén á su
alcance, la formacion, establecimiento, propa-
gacion y conservacion de una lengua universal
internacional, pero no vulgar. Se podrá sin em-
bargo ocupar de otras cuestiones análogas de
lingüística, de un Alfabeto universal, de la re-
forma ortográfica, etcétera, etcétera.
La Sociedad se compone de Sócios ordinarios
y correspondientes. Tambien los habrá de honor
y de mérito. Todos los Sócios tienen derecho á
recibir gratis los estatutos de la Sociedad con
la lista de los Sócios, la Gramática y el Diccio-
nario de la lengua universal que se están im-
primiendo y el Boletin de que nos ocupamos.
Lo mismo sucederá con todas las obras, fo-
lletos, etcétera, que dé á luz la Sociedad, sea en
castellano ó en otra lengua, para fomentar una
obra de tan grande importancia.
Los Socios ordinarios y los correspondientes
españoles pagarán veinte reales por trimestre.
Para que nuestros lectores puedan formar una
idea exacta del periódico mensual á que alu-
dimos, creemos no poderlo hacerlo de mejor ma-
nera que trascribiendo á nuestras columnas el
programa de su Director.
PROGRAMA.
Tratar á fondo, tan á fondo como alcance nues-
tro entendimiento, las cuestiones todas que directa
ó indirectamente se refieran al problema de una Len-
gua universal filosófica, es, segun indicamos en el
Prospecto, el objeto primordial del periódico que
ve la primera luz en este dia. Ni allí insistimos ni
aquí insistirémos en cotejar lo vasto del empeño
con lo mezquino de nuestras fuerzas. Toda idea
escede la medida de un hombre solo; pero hay pocas
que no cedan á los esfuerzos combinados de la hu-
manidad, cuando por una tendencia comun conflu-
yen en un punto.
Ninguna de las grandes invenciones, que hoy
son la gloria del siglo, ha salido de un golpe y
completa de la cabeza de su descubridor, como sa-
lió Minerva adulta y armada de la cabeza de Júpi-
ter. – Por regla general trascurren siglos y siglos
desde la ocurrencia primera ó desde el primer fenó-
meno observado hasta la primera aplicacion, hasta
el perfeccionamiento en teoría y el uso práctico en
escala grande y de general utilidad. Presentimientos
indefinidos, indicaciones vagas hechas de paso tra-
tándose de otros asuntos, trabajos elementales, sis-
temas imperfectos, son los preliminares de todas
las grandes cosas que han llegado despues á ser po-
pulares; y son á la vez los síntomas de que la idea
ha surgido, de que la necesidad se siente, de que el
gérmen se incuba, de que se vá acercando la época
de su animacion; y por último, á su debido tiem-
po y no antes, cuando está en sazon el conjunto de
circunstancias estrínsecas á la idea, pero necesarias
para su existencia, Dios señala el dia, y la forma
surge, y el echo se verifica. Se ve pues que á cada
idea nueva, á cada nuevo descubrimiento precede
una historia que pasa desapercibida á los ojos del
pueblo, porque la elaboracion se hace en secreto.
Nace el pensamiento muchas veces sin saber en
donde y corre desconocido entre dificultades por el
pronto insuperables, como entre montes fragosos
humilde arroyuelo, que solo toma nombre cuando
aparece en el llano con el caudal de poderoso rio.
Otra circunstancia de todos los inventos grandes
es ser casi siempre combatidos en la cuna: pero
todos tambien, como el Hércules de la fábula, dan
entonces mismo las primeras muestras de su pujan-
za futura.
Y hablando en rigor y despojándonos de toda
parcialidad, no estrañamos nosotros, ni debe estra-
ñar nadie esa natural aversion que á la novedad
se tiene, esa desconfianza con que se mira desde
el principio cuanto aparece con el carácter de es-
traordinario: porque; son tantas y tantas las veces
que el hombre se alucina á sí mismo, y se cree
inventor, y se presenta al mundo como tal, y pre-
tende haber hallado la solucion de un gran pro-
blema! – Por eso el escéptico género humano, amaes-
trado por la esperiencia, mira con frio desden á
todos los inventores; y sin tributarles elogios, ni
entretenerse en refutarlos, aguarda impacible que
el tiempo desvanezca la ilusion ó conforme la rea-
lidad. Si se verifica lo primero, deja morir sin
piedad al pobre soñador, olvidando su nombre y
su imaginada maravilla; y si lo segundo, utilizan la
aplicacion y suele, aunque tarde á veces, levantar
estátuas al reputado iluso.
Eso hace la masa comun de los hombres, el
mundo en general, que no tiene tiempo ni me-
dios para entretenerse en examinar con deteni-
miento las ideas nuevas que aparecen en la es-
fera de las ciencias, ó los hechos nuevos que se
entregan al dominio de la práctica. Pero los sá-
bios, los que consagran su vida al estudio, á la
investigacion de la verdad, no debieran en nin-
gun caso proceder con esa indiferencia, ó con esa
ligereza; no debieran desdeñar ninguna idea nue-
vamente aparecida; no debieran proscribir á nin-
gun hombre que ofrece como fruto de penosas ho-
ras de vigilia, y á veces de privaciones, un pen-
samiento verdadero ó falso; pues aun cuando esas
vigilias y esos trabajos hayan sido infructuosos,
aun cuando solo hayan producido una idea erró-
nea, es digno de loor el hombre que á ellos se
ha dedicado, y son ellos mismos útiles en sí, en
cuanto señalan los escollos de ese mar inmenso de
verdades, donde siempre queda tanto por esplorar,
y demarcan muchas veces las lindes puestas por
la inteligencia suprema á la inteligencia humana.
De la astrologia nació la verdadera ciencia de los
astros; los errores soñados por la imaginacion de
los astrólogos dieron ocasion á las observaciones
de los astrónomos; así como los ensayos de los al-
quimistas en busca de la piedra filosofal y otras
no menos absurdas pretensiones, dieron lugar á los
primeros esperimentos de la química: y de este
modo lo que habia comenzado per misteriosas ca-
vilaciones, ha venido á terminar en segurísimas
ciencias.
A pesar de ser tan racional este modo de proce-
der, no siempre es seguido por los sábios, por los
que poseen la ciencia oficial; y Dios sabe cuántas
veces serán ellos la causa de que se compriman
por largo tiempo gérmenes que, favorablemente aco-
gidos, hubieran brotado rápidamente con gran pro-
vecho del linage humano. Pero al fin los sábios
son hombres como todos, y no pueden olvidar que
mas veces se presentan inventores de quimeras
que descubridores de verdades, y que el estudio de
lo verdaderamente cierto es tan vasto que apenas
deja espacio para el exámen de lo hipotético. Y
además de eso, el hombre se apega á lo que tiene
ya sabido, y se acostumbra á creer verdad indefec-
tible lo que conoce, y llama sentido comun á lo que
se cree comunmente sin cuidarse las mas veces de
que, para ser criterio de verdad, ese sentido comun
necesita reunir muchas condiciones, y no debe nun-
ca salir de cierta esfera. Véase por qué en nom-
bre del sentido comun fué perseguido Harvey
cuando anunció la circulacion de la sangre; y la
facultad de Medicina de Paris coronó de lauros á
Juan Riolano que con evidentes argumentos refutó
aquel entonces reputado sacrilegio médico: y sin
embargo en nombre del mismo sentido comun han
sido hoy desoidos Rosa y Kuntz que han levan-
tado contra la misma circulacion.
Por eso tambien fué rechazado Vessala cuando
presentó sus estudios anatómicos, y tanto se escan-
dalizaron los sábios que por poco lo dejan sin vida;
y gracias, sea dicho de paso, á nuestro Rey Feli-
pe II, pudo el pobre escapar de la hoguera de la In-
quisicion, permutándosele la sentencia en una pere-
grinacion á Tierra Santa: y sin embargo, hoy en
nombre del mismo comun sentido reprobariamos
al médico, que quisiera serlo sin estudiar el ca-
dáver.
Por eso tambien, finalmente, el pobre Obispo,
que tuvo la osadia de no pensar como San Agustin
en la cuestion de los antípodas, y adivinó su exis-
tencia muchos siglos antes que lo visitára Elcano,
fué condenado por el Papa Zaccarias en nombre
del sentido comun, con vulgres argumentos para
ellos muy evidentes; y sin embargo hoy nos sirven
de ameno entretenimiento esas cosmogonías que
nos describen la tierra como una inmensa pla-
nicie.
De modo que, para terminar, los hombres re-
chazan por instinto toda novedad relativa á sus
ideas, y en su desden confunden lo mismo al ig-
norante inventor del movimiento contínuo que al
benéfico descubridor de la vacuna; y dejan mo-
rir ignorado y sin consuelo al infeliz Selvage lo mis-
mo que á los mil descubridores de la cuadratura
del círculo. Y de aquí se sigue, que al inventor le
toca esforzarse y hacer ver de un modo palpable que
presenta una verdad; y que si tiene la conciencia
de haber hecho una gran cosa, debe prepararse
para un duro apostolado y aceptarle gustoso, tra-
bajar mientras pueda, y legar luego su obra á la
posteridad, que ella la recogerá si es útil verda-
deramente.
Además de las indicadas circunstancias, suelen
los inventos grandes, segun decia nuestro Risueño
y Amador, tener otro carácter especial que es el
de presentarse las mas veces con el aspecto de
paradojas. Y así debia ser en general: porque
paradoja dice tanto como idea ó afirmacion opues-
ta á la opinion comun; y como casi siempre las
ideas nuevas traen envuelta en su novedad la opo-
sicion á una idea antigua y por todas admitida,
de ahí que á la aparicion de alguna de aquellas se
la saluda con el nombre de paradoja. Advertiremos,
sin embargo, que si bien todo invento puede traer
el aspecto de paradoja, no por eso se verifica que
vice-versa toda paradoja haya de ser un grande
invento; asi como tambien, quien dice opinion co-
mun, dice verdad, ni dice error, porque una y
otra cosa pueden ser muy bien.
Podriamos citar en todas las ciencias muchos
ejemplos; pero nos reduciremos á indicar única-
mente que, si olvidándonos por un momento de
algunas cosas que son vulgarísimas, se nos revelá-
ran de pronto como descubrimientos por uno que
se llamára su inventor, nos reiríamos indudable-
mente ó creeríamos que pretendia burlarse de nues-
tra credulidad. Así ¿cuán insostenible paradoja no
pareceria el afirmar que la luz sola puede trazar
en un papel el retrato de una persona ó la vista
de un paisage en breves momentos que reempla-
zan el prolijo trabajo de la mano de un pintor?
Y sin embargo esa paradoja, que por primera vez
anunció José Niepce, es hoy una industria que se
esplota por dó quiera con el nombre de foto-
grafia.
¿Cuán insostenible paradoja no seria decir que
un hombre, sentado en Madrid dentro de una es-
tancia, puede con solo mover una manezuela de me-
tal con determinada cadencia, escribir lo que quie-
ra en Cartagena? Y sin embargo cualquiera es
hoy dueño de hacerlo por una suma insignificante
en el telégrafo eléctrico.
Y en fin, ¿cuánta lástima no nos causaria, si
ignoráramos los fenómenos de la vejetacion y re-
produccion de las plantas, el que uno nos asegu-
rára haber encontrado el medio de hacer cien gra-
nos de trigo por medio de un solo grano? Nos
reiriamos de él como de un loco alquimista de ve-
jetales; y sin embargo eso lo hacen de contínio
los labradores, y no nos sorprende.
Concluyamos, pues, que una proposicion sosteni-
da, un hecho anunciado, pueden muy bien ser in-
verosímiles, y ser sin embargo verdaderos; para-
doxales, y ser sin embargo positivos; difíciles de
comprender, y ser sin embargo posibles; y no ol-
videmos que la esperiencia de siglos viene ya con-
firmando el dicho notable de Máximo Legrand:
«que suele la ciencia de hoy estar compuesta de
los absurdos de ayer.»
Hemos creido necesarios estos preliminares para
justificar un poco nuestra empresa á los ojos de
tantos espíritus superficiales que solo miran las
cosas por la haz; de tantos despreocupados, que
condenan sin exámen cuantas ideas no han tenido
la fortuna de ocurrírseles á ellos; de tantos, en fin,
como se dejan llevar del espíritu de la vulgari-
dad, y no se contentan con respetar las cosas cuan-
do no tienen tiempo ó deber de examinarlas, si-
no que se creen autorizados para censurar ma-
gistralmente, ya que no quieren ó no pueden es-
tudiar despacio y con ingénuo deseo de aceptar
lo bueno y repudiar lo malo. Y no hablamos de
otras causas de oposicion mas enojosas todavia por
ser mas ruines. Sabemos que en nuestro camino
hemos de encontrar de todo; pero tenemos fé, te-
nemos afan de verdadero progreso, tenemos con-
viccion profunda de que para ese progreso sirve
mas una página de bien sentida enseñanza, que
ciento de pomposas declamaciones; y movidos de
todos esos nobilísimos estímulos salimos á este
campo, donde si encontramos los obstáculos indi-
cados, estamos tambien seguros de encontrar ta-
lentos exactos, espíritus reflexivos, apreciadores
acertados de la buena intencion y de las rectas
ideas, corazones que simpatizan con todo cuanto
lleva el sello de beneficioso á la humanidad, hom-
bres indagadores, que asen con mano fuerte y ana-
lizan y desmenuzan cuanto cae dentro del rádio de
su inteligencia.
Nosotros hablamos á todos, á los unos y á los
otros: pedimos solo una cosa, exámen. Decimos á
todos con el general Ateniense: «Dá, pero escucha.»
Leednos: nuestro pensamiento es sencillo, sencillos
serán nuestros escritos; queremos convenceros, nó
persuadiros, y por consiguiente buscarémos la pa-
labra didáctica, el órden lógico, el razonamiento
en toda su pureza, la historia en toda su verdad.
Queremos exámen libre, discusion ámplia; quere-
mos luz, porque queremos verdad; queremos ser
vencidos si no llevamos razon, porque mas vale
que sufra un poco nuestro amor propio, que no,
por defenderle, lograr en fuerza de sofismas dejar
aparentemente establecido un error.
Supuesto este preámbulo, en el cual nos hemos
detenido un poco, porque cuando uno se pone á
hablar al público, tiene el público derecho á infor-
marse de sus intenciones, procedamos á esponer
el órden que pensamos seguir en el desarrollo de
nuestra idea, haciendo ligera indicacion de los ca-
pítulos ó puntos esenciales que deseamos desenvol-
ver detenidamente en nuestros artículos sucesivos:
todos ellos reunidos servirán de preparacion nece-
saria á la esposicion del sistema que hemos adop-
tado segun dijimos en el Prospecto; y aun, cuan-
do á veces por ganar tiempo anticipemos algunas
ideas, será siempre subordinándolas al plan gene-
ral propuesto.
Serán pues los siguientes los puntos en cuestion.
(Continuará)
EL SUSPIRO
DE LA
SEÑORITA RAMIREZ.
Adios Málaga la bella;
no me darás al olvido
dejándote, cual te dejo,
la memoria de un suspiro.
Al cantar la malagueña
un tierno suspiro dás...
como no lo dió jamás
la mas triste malagueña.
Con ese suspiro sueña
tal vez media poblacion,
y el tema de la cuestion
(que resolver no me toca)
es, si al salir de tu boca
lo siente tu corazon.
Suspiro lleno de encanto
que á los corazones vuela,
que entristece y que consuela,
que infunde placer y llanto;
envuelto va con tu canto
como va envuelto á la flor,
ese aura murmurador
que el poeta canta y admira;
tambien el aura suspira....
pero suspira de amor.
Estudiado ó natural
tu suspiro, muchos vén
en él, que tú lo haces bien,
mas ¡ay! que nos haces mal,
ese suspiro glacial,
(permitidme la espresion)
ha la contraposicion
de que siendo, como es, frio,
todo el calor del estío
despierta en nuestra razon.
Tiene una fuerza escondida
y su efecto es de tal suerte
que suspirando das muerte,
y suspirando das vida;
Es la esperanza perdida,
es el amargo suspiro,
que pronuncia en su retiro
el hombre que sufrió mucho;
y yo con placer le escucho
si al escucharlo te miro.
Mas una pregunta quiero
hacerte (aunque en conclusion
de esta mi interpelacion
ninguna respuesta espero)
¿ese dulce mensagero
que tanto que pensar dá,
marcha sin rumbo quizá?
no será, pues mucho vale....
¡ay! ... yo se de donde sale
pero no se á donde vá.
Málaga.
CRÓNICA ELEGANTE.
Se nos dice que una familia muy conocida
en esta poblacion y que no esperaba diese es-
te año baile alguno, ha determinado darlo de
trajes.
Hasta no tener el beneplácito de las señoras
de la casa, no nos atrevemos á nombrarlas ni á
indicar el dia.
El Círculo parece que prepara tambien algu-
nos bailes. De esto, sin embargo, no se sabe na-
da de positivo.
Si bien el Liceo habia determinado dar ano-
che la funcion que anunciamos, la ha suspendi-
do por causas imprevistas y ha quedado apla-
zado sin marcase dia.
LA HERMOSA LEILA.
ORIENTAL.
Es la hora en que los astros
y las fúlgidas estrellas
han descrito la mitad
de su nocturna carrera;
El sicómoro el ibisco
la magnolia y madreselvas
el suave ambiente perfuman
con su fragancia y esencias;
Y las brisas juguetonas
que en redor del bosque vuelan
de rama en rama saltando
se sonrien placenteras.
En tanto en su lecho de ambar,
de nácar, oro y de perlas
en placeres mil soñaba
del Occidente la reina: (1)
Ningun rumor importuno
su blando sueño desvela,
solo de armónica guzla
algunos preludios suenan;
Y un gallardo Abencerraje
bajo una dorada reja,
con voz dulce á su sultana
le dirije así sus quejas.
CANCION.
¿Qué en ti sueño noche y dia,
prenda mia,
sin tener reposo y calma
ya mi alma
no lo sabes, dí mi bien?
¡Ay! tus ojos lisongeros,
son luceros,
y es tu rostro peregrino
tan divino
que embelesa al mismo Eden! [margen inferior: (1) Granada.]
¡Ay de mi!
Desde el dia que te ví,
Leila hermosa,
Solo vivo para tí.
¡En mi pecho, fino amante,
si un instante
penetrase tu mirada,
asombrada
te dejará mi dolor!
Al sol claro, á las estrellas
las mas bellas,
y al límpido firmamento
yo les cuento
la intensidad de mi amor.
¡Ay de mí!
Desde el dia que te ví
Leila hermosa,
solo vivo para tí.
Si un rayo de tu hermosura,
por ventura
en mis ojos se refleja,
¡Ay! me deja
trastornada la razon!
Y presumo que esa llama
que derrama
tu faz linda y hechicera
es la hoguera
que me abrasa el corazon.
¡Ay de mí!
Desde el dia que te ví,
Leila hermosa,
solo vivo para tí.
¿De mi amor el tierno anhelo,
un consuelo,
ni una esperanza, aunque vana,
mi sultana,
alcanzar nunca podrá!
¡Padecer solo me toca....
pues de roca
ó de temple diamantino,
yo imagino
que el corazon te hizo Alá!
¡Ay de mi!
Desde el dia que te ví,
Leila hermosa,
solo vivo para tí.
¡Duerme, duerme flor preciosa,
blanca rosa,
jazmin bello y perfumado,
vele el hado,
de tu lecho en rededor;
y en tu sueño tan felice
se deslice,
siquiera sea un momento
el tormento
que me causa tu rigor!
¡Ay de mi!
Desde el dia que te ví,
Leila hermosa,
solo vivo para tí.
Apenas calló el galan.
Leila su ajimez cerró.
suspiros mil exhalando
¿Acaso le llamaba?
- ¡No!!!
Ramon Taboada
Barcelona.
EL CABALLERO SIN TACHA.
Madrid le conoce;
madruga á las doce,
durmiendo, hecho un bolo,
diez horas tan solo.
Se pone la bata,
y al criado maltrata
con términos soeces
y á palos á veces,
porque este cristiano
llamóle temprano.
El criado petate
le da chocolate
de puro Caracas,
y leche de bacas.
Y va el peluquero
que, armado de acero
y esperto en la liza,
le afeita, le riza,
le atusa, le soba,
le peina y le adoba.
Hácia él van llegando
gruñendo y brincando
con gran desentono,
tres perros y un mono;
y el dueño excelente
les da para el diente
de carne una presa,
y el pan de su mesa
que niega al mendigo
sin casa, ni abrigo.
Despues que el mastuerzo
le sirve un almuezo
de pollo y ternera,
con rico Madera
que nunca le falta,
al tílburi salta;
y no hay calle angosta
que no cruce en posta,
rompiendo acá un brazo
y allá un espinazo.
Tambien tiene citas,
apuestas, visitas,
ó algun desafio
camino del rio.
En ciencias, no se hable;
es hombre notable,
pues todo lo ignora,
y al mundo enamora;
razon que le augura
fortuna segura.
Así que de buena
pitanza se llena
comiendo por cuatro,
concurre al teatro;
ya en él echa un sueño;
ya pone mal ceño;
para él son peores
comedias, y actores,
y trajes y orquesta,
pues todo le apesta.
Despues que en la orgía
de noche hace dia,
ó la honra atropella
de casta doncella,
y un rey ó una sota
los cuartos le agota,
el sueño le llama
se enrosca en la cama
como un cocodrilo...
y ronca tranquilo.
Ventura Ruiz Aguilera.
Madrid.
ANÉCDOTA.
Alfonso V, rey de Sicilia y de Aragon, acam-
paba un dia á la orilla de un rio, frente del ene-
migo. La noche se aproximaba; el ejército carecia
de víveres; los soldados no habian comido nada
desde la mañana ni el rey tampoco. Uno de sus
oficiales le ofreció un pedazo de pan, un rábano y
un poco de queso; en tales circunstancias, cierta-
mente habia con aquello para hacer un festin de-
licioso.
- «Os doy las gracias – dijo el príncipe- pero yo
esperaré hasta haber conseguido la victoria, como
todos mis bravos soldados.»
SONETO,
Fuego tus ojos son, fuego tu aliento,
Tu voz, tus lábios, tu sonrisa amada.
¿Qué mucho que te adore delirante
Si es fuego como tú mi pensamiento?
Hínchase el corazon, late violento,
Se quema en tu mirada chispeante,
Y despierta tu voz dulce y vibrante
Hasta el mas escondido sentimiento.
Cuando tus ojos de placer cargados
Los mios buscan con pasion, Teresa,
Temo ver entre incendios encontrados
Mi pobre corazon hecho pavesa,
Porque á la luz de tus miradas ciego
Fuego me falte para ahogar tu fuego.
Juan. A. Viedma.
Madrid.
CHASCARRILLOS.
Vayan dos cuentecillos que siempre dejan algo,
y pasarán nuestros lectores á leer otra cosa si es
que ellos mismos no cierran el número de hoy.
I.
Cuéntase que cierto personaje no hacía mas que
jactarse de haber recibido grandes órdenes de di-
versos soberanos, y al enumerar estos se olvidó
seguramente del rey de Prusia.
No faltó quien lo notára y le preguntáse si el tal
monarca no le habia dado órden alguna.
– Si- respondió el interpelado – una solamente;
la de salir al momento de sus estados.
II.
Enrique IV se entretenia en andar á cuatro ga-
tas llevando sobre sus espaldas al delfin.
Entró a la sazon un embajador, y el monarca
en vez de tubarse:
– Teneis hijos señor embajador? – le dijo.
– Si señor – respondió.
– En ese caso – continuó el Rey – puedo acabar
de dar la vuelta á la sala.
Soluciones á la charada inser-
ta en el número anterior.
¡Ay del jóven que no estudia,
se aplica, vela y trabaja;
¡Ay de aquel que no conoce
mas libro que la baraja!
Cádiz.
Una señora tan amable como linda y graciosa,
nos envia la siguiente solucion rogándonos ocul-
temos su apellido.
Juan á la bodega baja
á buscar su precipio,
entre los lazos del vicio
que le tiende la baraja.
Sobre una bota se encaja;
y allí con, un compañero,
pierde sin gracia el dinero
siendo, para su pesar,
el último en terminar
pero en perder el primero.
Cecilia.
Málaga.
CHARADA.
Guárdate lector de prima
unida á segunda, pues
lisiado ó cadáver es
el que á su lado se arrima.
Si llevas dinero encima
y temes que algun olfato
te quiera dar un mal rato,
pónlo en segunda y tercera.
Mi todo es lo que se espera
cuando se casa un mulato.
Sabino Polvorin.
Málaga.
Editor responsable, Don Rafael Martos.
MÁLAGA. - Imprenta de Don Francisco Gil de Montes,
Calle de Cintería, número 3.
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