CODEMA19-LACAR-186162-4

CODEMA19-LACAR-186162-4

ResumenNúmero 4 de "La Caridad. Semanario de ciencias, literatura, teatros, costumbres y modas"
ArchivoHemeroteca Municipal de Madrid
TypologyOtros
Fecha26/01/1862
LugarMálaga
ProvinciaMálaga
PaísEspaña

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[margen superior: NUMERO 4. DOMINGO 26 DE ENERO. - 1862. AÑO II.] LA CARIDAD. SEMANARIO DE CIENCIAS, LITERATURA, TEATROS, COSTUMBRES Y MODAS. Los productos líquidos de este Semanario se entregarán al Excelentísimo é Ilustrísimo Señor Obispo de la Diócesis para su distribucion entre los Establecimientos de Beneficencia de esta capital. SUMARIO. Revista teatral. Programa sobre la formacion de lengua universal, por Don Lope Gisbert. El suspiro de la señorita Ramirez. Crónica elegante. La Hermosa Leila, poesia por Don Ramon Taboada. El caballero sin ta- cha, poesia por Don Ventura Ruiz Aguilera. Anécdota. Soneto, por Don Juan A. Viedma. Chascarrillos. Soluciones á la charada del número anterior. Charada. REVISTA TEATRAL. Tres novedades nos ha presentado el Prin- cipal desde que escribimos nuestra última re- vista: La Cruz del matrimonio La señorita Ra- mirez y la señorita Ros. La Cruz del matrimonio que ya conociamos no por llevarla á cuesta, sinó por que los pe- riódicos de Madrid nos habian hablado lo bas- tante de ella para que no ignorasemos su exis- tencia á venido á ejecutarse en Málaga la pri- mera vez en el beneficio de la inteligente actriz Da Silveria del Castillo, la segunda en el del Señor Fidel y la tercera en el del público, que fué el lúnes próximo pasado, siendo de adver- tir que se convirtió en beneficio de la empresa, pues con dificultad encontraba un sitio por don- de ver el que desgraciadamente no encontró lo- calidad. La produccion del Señor Eguiláz es digna de todo elogio. Su pensamiento es altamente moral y lo constituye dos matrimonios en los cuales ambos maridos son calaveras y la esposa del uno es prudente, amable y reservada; ahorra mientras el marido derrocha, sufre mientras el esposo se divierte y cuida de un niño enfermo mientras su cónyuje cuida á una querida que malgasta su salud y le roba su dinero; la otra, por el contrario, si su marido gasta como cien- to ella gasta como mil, si su esposo se divierte en reuniones y saraos, ella goza en saraos y reuniones, si su cónyuge malgasta cuanto tiene con una querida, ella no desoye las dulces pa- labras y galanteos de un jóven que solo llega á conocerse por referencia. Inútil es decir que la comedia acaba fatal- mente para el segundo matrimonio y que en el primero, la paciencia y perceverancia de la - ven termina por atraer la oveja descarriada cuan- do iba á perderse del todo; de no suceder así la comedia no seria moral y ya hemos dicho al empezar este artículo que lo es altamente. Su verso es ese verso fácil y sonoro que lle- ga hasta el corazon dejando impresionados grata- mente los oidos. Si pudiéramos disponer de mas terreno en los reducidos límites del Semanario que dirijimos, copiaríamos algunos trozos de es- ta elegante versificacion. Málaga ha demostrado una vez mas su buen gusto aplaudiendo, con toda justicia, una pro- duccion tan bella y tan moral. Dos palabras en cuanto á la ejecucion: La señora Castillo nos mostró una de esas ma- dres modelos de virtud y cariño, de paciencia y ternura de sensatez y perseverancia. Quizás nos representó su papel algun tanto exajerado, pero tal vez la señora Castillo ha sabido compren- der en esto, que es necesario para inculcar la virtud y la prudencia, llevarlas al estremo cuan- do se nos presentan como la imágen de un cua- dro que debemos copiar. La señorita Castro interpretó su papel de la manera que debia y la señora Cruz con el tacto que la distingue en saber dar el colorido que requieren los diversos papeles que representa, copió, como debia, á la muger afrancesada por lujo y entremetida por inclinacion. El señor Albarrán nos dibujó perfectamente la transicion que sufre; empezando por hacer- nos ver al calavera mas consumado, terminó pre- sentándonos al hombre mas arrepentido del mun- do; que el señor Albarrán es un buen actor nadie lo ignora. El señor Fidel está bien en el desempeño de su papel y se conoce que cada dia se esfuerza mas por complacer. Hemos dicho que la segunda novedad ha si- do la señorita Ramirez. Francos hasta el estremo pues escribimos li- bres de toda influencia, debemos manifestar que al verla, al principio no hizo en nosotros la menor impresion; luego se pintó una sonrisa en su boca y no sabemos por qué la sonrisa aque- lla se reflejó en nosotras; poco tiempo despues la señorita Ramirez nos agradaba en estremo en su cara, en su aire y en su voz. Pero aun nos faltaba lo mejor: ¿y qué le pa- rece á W. que era lo mejor? - ¿algun papel ejecutado con soltura y gracia? ¡Los hemos visto ejecutar á tantas con gracia y soltura! - ¿alguna cancion ejecutada con no- table maestria? - ¿algun gorjeo semejante al de los ruiseñores? Es inútil que os canseis en ca- bilar los que no la habeis visto en Nadie se muere hasta que Dios quiere; este lo mejor es un suspiro tan profundo, tan triste, tan desconsolado tan amargo y, á la vez, tan dulce, tan tranqui- lo, tan inesplicable, que si en aquel momento hubiésemos tenido el lapiz preparado para es- cribir esta Revista, de cierto que hecha bajo la influencia de aquel suspiro la hubiéramos tenido que rehacer toda. Para estas cosas, calma dice un viejo á otro en la chistosa pieza Ir por lana y volver trasquilados, y á que tiene razon. Pero aun nos aguardan nuevas impresiones. La señorita Ramirez canta La Juanita que en Cádiz exaltó mas de lo conveniente á algunos jóvenes, acto censurado tan digna como delica- damente por el ilustrado redactor de la Moda Elegante y entónces de la Moda, Don Francisco Flores Arenas. Nosotros creemos que esperando el trueno no nos hará tanto daño como estando desprevenidos, pero desgraciadamente el rayo y no el trueno es lo que asesina y los rayos de luz que parten de los ojos de la señorita Ramirez hacen ver á los ciegos y quintan la vista á los que la tienen. Entiéndase por supuesto que al decir nosotros, entendemos ahora la generalidad, por que en cuanto á nosotros, en particular, hemos adop- tado la máxima del mencionado viejo: para estas cosas, calma, mucha calma. La tercera novedad ha sido la niña Ros que será una buena actriz si continúa con las dispo- siciones que manifiesta. No hemos tenido ocasion de verla lo suficiente para juzgar de ella y supri- mimos para otra revista nuestra humilde opinion. El Circo continúa con Los Coloquios y se nos dice que tiene regulares entradas. Estas son las novedades teatrales del dia, por que el subirse el precio de las entradas y el de las localidades no es cosa nueva. Tenemos á la vista el número primero del «Bo- letin de la Sociedad de lengua universal», que tan digna y competentemente dirije Don Lope Gis- ber, con la colaboracion de distinguidos escrito- res nacionales y estranjeros y bajo la alta pro- teccion del Gobierno de Su Majestad. Este periódico es órgano de la Sociedad de lengua universal, y su principal objeto es el fomentar, por todos los medios que estén á su alcance, la formacion, establecimiento, propa- gacion y conservacion de una lengua universal internacional, pero no vulgar. Se podrá sin em- bargo ocupar de otras cuestiones análogas de lingüística, de un Alfabeto universal, de la re- forma ortográfica, etcétera, etcétera. La Sociedad se compone de Sócios ordinarios y correspondientes. Tambien los habrá de honor y de mérito. Todos los Sócios tienen derecho á recibir gratis los estatutos de la Sociedad con la lista de los Sócios, la Gramática y el Diccio- nario de la lengua universal que se están im- primiendo y el Boletin de que nos ocupamos. Lo mismo sucederá con todas las obras, fo- lletos, etcétera, que á luz la Sociedad, sea en castellano ó en otra lengua, para fomentar una obra de tan grande importancia. Los Socios ordinarios y los correspondientes españoles pagarán veinte reales por trimestre. Para que nuestros lectores puedan formar una idea exacta del periódico mensual á que alu- dimos, creemos no poderlo hacerlo de mejor ma- nera que trascribiendo á nuestras columnas el programa de su Director. PROGRAMA. Tratar á fondo, tan á fondo como alcance nues- tro entendimiento, las cuestiones todas que directa ó indirectamente se refieran al problema de una Len- gua universal filosófica, es, segun indicamos en el Prospecto, el objeto primordial del periódico que ve la primera luz en este dia. Ni allí insistimos ni aquí insistirémos en cotejar lo vasto del empeño con lo mezquino de nuestras fuerzas. Toda idea escede la medida de un hombre solo; pero hay pocas que no cedan á los esfuerzos combinados de la hu- manidad, cuando por una tendencia comun conflu- yen en un punto. Ninguna de las grandes invenciones, que hoy son la gloria del siglo, ha salido de un golpe y completa de la cabeza de su descubridor, como sa- lió Minerva adulta y armada de la cabeza de Júpi- ter. Por regla general trascurren siglos y siglos desde la ocurrencia primera ó desde el primer fenó- meno observado hasta la primera aplicacion, hasta el perfeccionamiento en teoría y el uso práctico en escala grande y de general utilidad. Presentimientos indefinidos, indicaciones vagas hechas de paso tra- tándose de otros asuntos, trabajos elementales, sis- temas imperfectos, son los preliminares de todas las grandes cosas que han llegado despues á ser po- pulares; y son á la vez los síntomas de que la idea ha surgido, de que la necesidad se siente, de que el gérmen se incuba, de que se acercando la época de su animacion; y por último, á su debido tiem- po y no antes, cuando está en sazon el conjunto de circunstancias estrínsecas á la idea, pero necesarias para su existencia, Dios señala el dia, y la forma surge, y el echo se verifica. Se ve pues que á cada idea nueva, á cada nuevo descubrimiento precede una historia que pasa desapercibida á los ojos del pueblo, porque la elaboracion se hace en secreto. Nace el pensamiento muchas veces sin saber en donde y corre desconocido entre dificultades por el pronto insuperables, como entre montes fragosos humilde arroyuelo, que solo toma nombre cuando aparece en el llano con el caudal de poderoso rio. Otra circunstancia de todos los inventos grandes es ser casi siempre combatidos en la cuna: pero todos tambien, como el Hércules de la fábula, dan entonces mismo las primeras muestras de su pujan- za futura. Y hablando en rigor y despojándonos de toda parcialidad, no estrañamos nosotros, ni debe estra- ñar nadie esa natural aversion que á la novedad se tiene, esa desconfianza con que se mira desde el principio cuanto aparece con el carácter de es- traordinario: porque; son tantas y tantas las veces que el hombre se alucina á mismo, y se cree inventor, y se presenta al mundo como tal, y pre- tende haber hallado la solucion de un gran pro- blema! Por eso el escéptico género humano, amaes- trado por la esperiencia, mira con frio desden á todos los inventores; y sin tributarles elogios, ni entretenerse en refutarlos, aguarda impacible que el tiempo desvanezca la ilusion ó conforme la rea- lidad. Si se verifica lo primero, deja morir sin piedad al pobre soñador, olvidando su nombre y su imaginada maravilla; y si lo segundo, utilizan la aplicacion y suele, aunque tarde á veces, levantar estátuas al reputado iluso. Eso hace la masa comun de los hombres, el mundo en general, que no tiene tiempo ni me- dios para entretenerse en examinar con deteni- miento las ideas nuevas que aparecen en la es- fera de las ciencias, ó los hechos nuevos que se entregan al dominio de la práctica. Pero los - bios, los que consagran su vida al estudio, á la investigacion de la verdad, no debieran en nin- gun caso proceder con esa indiferencia, ó con esa ligereza; no debieran desdeñar ninguna idea nue- vamente aparecida; no debieran proscribir á nin- gun hombre que ofrece como fruto de penosas ho- ras de vigilia, y á veces de privaciones, un pen- samiento verdadero ó falso; pues aun cuando esas vigilias y esos trabajos hayan sido infructuosos, aun cuando solo hayan producido una idea erró- nea, es digno de loor el hombre que á ellos se ha dedicado, y son ellos mismos útiles en , en cuanto señalan los escollos de ese mar inmenso de verdades, donde siempre queda tanto por esplorar, y demarcan muchas veces las lindes puestas por la inteligencia suprema á la inteligencia humana. De la astrologia nació la verdadera ciencia de los astros; los errores soñados por la imaginacion de los astrólogos dieron ocasion á las observaciones de los astrónomos; así como los ensayos de los al- quimistas en busca de la piedra filosofal y otras no menos absurdas pretensiones, dieron lugar á los primeros esperimentos de la química: y de este modo lo que habia comenzado per misteriosas ca- vilaciones, ha venido á terminar en segurísimas ciencias. A pesar de ser tan racional este modo de proce- der, no siempre es seguido por los sábios, por los que poseen la ciencia oficial; y Dios sabe cuántas veces serán ellos la causa de que se compriman por largo tiempo gérmenes que, favorablemente aco- gidos, hubieran brotado rápidamente con gran pro- vecho del linage humano. Pero al fin los sábios son hombres como todos, y no pueden olvidar que mas veces se presentan inventores de quimeras que descubridores de verdades, y que el estudio de lo verdaderamente cierto es tan vasto que apenas deja espacio para el exámen de lo hipotético. Y además de eso, el hombre se apega á lo que tiene ya sabido, y se acostumbra á creer verdad indefec- tible lo que conoce, y llama sentido comun á lo que se cree comunmente sin cuidarse las mas veces de que, para ser criterio de verdad, ese sentido comun necesita reunir muchas condiciones, y no debe nun- ca salir de cierta esfera. Véase por qué en nom- bre del sentido comun fué perseguido Harvey cuando anunció la circulacion de la sangre; y la facultad de Medicina de Paris coronó de lauros á Juan Riolano que con evidentes argumentos refutó aquel entonces reputado sacrilegio médico: y sin embargo en nombre del mismo sentido comun han sido hoy desoidos Rosa y Kuntz que han levan- tado contra la misma circulacion. Por eso tambien fué rechazado Vessala cuando presentó sus estudios anatómicos, y tanto se escan- dalizaron los sábios que por poco lo dejan sin vida; y gracias, sea dicho de paso, á nuestro Rey Feli- pe II, pudo el pobre escapar de la hoguera de la In- quisicion, permutándosele la sentencia en una pere- grinacion á Tierra Santa: y sin embargo, hoy en nombre del mismo comun sentido reprobariamos al médico, que quisiera serlo sin estudiar el ca- dáver. Por eso tambien, finalmente, el pobre Obispo, que tuvo la osadia de no pensar como San Agustin en la cuestion de los antípodas, y adivinó su exis- tencia muchos siglos antes que lo visitára Elcano, fué condenado por el Papa Zaccarias en nombre del sentido comun, con vulgres argumentos para ellos muy evidentes; y sin embargo hoy nos sirven de ameno entretenimiento esas cosmogonías que nos describen la tierra como una inmensa pla- nicie. De modo que, para terminar, los hombres re- chazan por instinto toda novedad relativa á sus ideas, y en su desden confunden lo mismo al ig- norante inventor del movimiento contínuo que al benéfico descubridor de la vacuna; y dejan mo- rir ignorado y sin consuelo al infeliz Selvage lo mis- mo que á los mil descubridores de la cuadratura del círculo. Y de aquí se sigue, que al inventor le toca esforzarse y hacer ver de un modo palpable que presenta una verdad; y que si tiene la conciencia de haber hecho una gran cosa, debe prepararse para un duro apostolado y aceptarle gustoso, tra- bajar mientras pueda, y legar luego su obra á la posteridad, que ella la recogerá si es útil verda- deramente. Además de las indicadas circunstancias, suelen los inventos grandes, segun decia nuestro Risueño y Amador, tener otro carácter especial que es el de presentarse las mas veces con el aspecto de paradojas. Y así debia ser en general: porque paradoja dice tanto como idea ó afirmacion opues- ta á la opinion comun; y como casi siempre las ideas nuevas traen envuelta en su novedad la opo- sicion á una idea antigua y por todas admitida, de ahí que á la aparicion de alguna de aquellas se la saluda con el nombre de paradoja. Advertiremos, sin embargo, que si bien todo invento puede traer el aspecto de paradoja, no por eso se verifica que vice-versa toda paradoja haya de ser un grande invento; asi como tambien, quien dice opinion co- mun, dice verdad, ni dice error, porque una y otra cosa pueden ser muy bien. Podriamos citar en todas las ciencias muchos ejemplos; pero nos reduciremos á indicar única- mente que, si olvidándonos por un momento de algunas cosas que son vulgarísimas, se nos revelá- ran de pronto como descubrimientos por uno que se llamára su inventor, nos reiríamos indudable- mente ó creeríamos que pretendia burlarse de nues- tra credulidad. Así ¿cuán insostenible paradoja no pareceria el afirmar que la luz sola puede trazar en un papel el retrato de una persona ó la vista de un paisage en breves momentos que reempla- zan el prolijo trabajo de la mano de un pintor? Y sin embargo esa paradoja, que por primera vez anunció José Niepce, es hoy una industria que se esplota por quiera con el nombre de foto- grafia. ¿Cuán insostenible paradoja no seria decir que un hombre, sentado en Madrid dentro de una es- tancia, puede con solo mover una manezuela de me- tal con determinada cadencia, escribir lo que quie- ra en Cartagena? Y sin embargo cualquiera es hoy dueño de hacerlo por una suma insignificante en el telégrafo eléctrico. Y en fin, ¿cuánta lástima no nos causaria, si ignoráramos los fenómenos de la vejetacion y re- produccion de las plantas, el que uno nos asegu- rára haber encontrado el medio de hacer cien gra- nos de trigo por medio de un solo grano? Nos reiriamos de él como de un loco alquimista de ve- jetales; y sin embargo eso lo hacen de contínio los labradores, y no nos sorprende. Concluyamos, pues, que una proposicion sosteni- da, un hecho anunciado, pueden muy bien ser in- verosímiles, y ser sin embargo verdaderos; para- doxales, y ser sin embargo positivos; difíciles de comprender, y ser sin embargo posibles; y no ol- videmos que la esperiencia de siglos viene ya con- firmando el dicho notable de Máximo Legrand: «que suele la ciencia de hoy estar compuesta de los absurdos de ayer.» Hemos creido necesarios estos preliminares para justificar un poco nuestra empresa á los ojos de tantos espíritus superficiales que solo miran las cosas por la haz; de tantos despreocupados, que condenan sin exámen cuantas ideas no han tenido la fortuna de ocurrírseles á ellos; de tantos, en fin, como se dejan llevar del espíritu de la vulgari- dad, y no se contentan con respetar las cosas cuan- do no tienen tiempo ó deber de examinarlas, si- no que se creen autorizados para censurar ma- gistralmente, ya que no quieren ó no pueden es- tudiar despacio y con ingénuo deseo de aceptar lo bueno y repudiar lo malo. Y no hablamos de otras causas de oposicion mas enojosas todavia por ser mas ruines. Sabemos que en nuestro camino hemos de encontrar de todo; pero tenemos , te- nemos afan de verdadero progreso, tenemos con- viccion profunda de que para ese progreso sirve mas una página de bien sentida enseñanza, que ciento de pomposas declamaciones; y movidos de todos esos nobilísimos estímulos salimos á este campo, donde si encontramos los obstáculos indi- cados, estamos tambien seguros de encontrar ta- lentos exactos, espíritus reflexivos, apreciadores acertados de la buena intencion y de las rectas ideas, corazones que simpatizan con todo cuanto lleva el sello de beneficioso á la humanidad, hom- bres indagadores, que asen con mano fuerte y ana- lizan y desmenuzan cuanto cae dentro del rádio de su inteligencia. Nosotros hablamos á todos, á los unos y á los otros: pedimos solo una cosa, exámen. Decimos á todos con el general Ateniense: «, pero escucha.» Leednos: nuestro pensamiento es sencillo, sencillos serán nuestros escritos; queremos convenceros, persuadiros, y por consiguiente buscarémos la pa- labra didáctica, el órden lógico, el razonamiento en toda su pureza, la historia en toda su verdad. Queremos exámen libre, discusion ámplia; quere- mos luz, porque queremos verdad; queremos ser vencidos si no llevamos razon, porque mas vale que sufra un poco nuestro amor propio, que no, por defenderle, lograr en fuerza de sofismas dejar aparentemente establecido un error. Supuesto este preámbulo, en el cual nos hemos detenido un poco, porque cuando uno se pone á hablar al público, tiene el público derecho á infor- marse de sus intenciones, procedamos á esponer el órden que pensamos seguir en el desarrollo de nuestra idea, haciendo ligera indicacion de los ca- pítulos ó puntos esenciales que deseamos desenvol- ver detenidamente en nuestros artículos sucesivos: todos ellos reunidos servirán de preparacion nece- saria á la esposicion del sistema que hemos adop- tado segun dijimos en el Prospecto; y aun, cuan- do á veces por ganar tiempo anticipemos algunas ideas, será siempre subordinándolas al plan gene- ral propuesto. Serán pues los siguientes los puntos en cuestion. (Continuará) EL SUSPIRO DE LA SEÑORITA RAMIREZ. Adios Málaga la bella; no me darás al olvido dejándote, cual te dejo, la memoria de un suspiro. Al cantar la malagueña un tierno suspiro dás... como no lo dió jamás la mas triste malagueña. Con ese suspiro sueña tal vez media poblacion, y el tema de la cuestion (que resolver no me toca) es, si al salir de tu boca lo siente tu corazon. Suspiro lleno de encanto que á los corazones vuela, que entristece y que consuela, que infunde placer y llanto; envuelto va con tu canto como va envuelto á la flor, ese aura murmurador que el poeta canta y admira; tambien el aura suspira.... pero suspira de amor. Estudiado ó natural tu suspiro, muchos vén en él, que lo haces bien, mas ¡ay! que nos haces mal, ese suspiro glacial, (permitidme la espresion) ha la contraposicion de que siendo, como es, frio, todo el calor del estío despierta en nuestra razon. Tiene una fuerza escondida y su efecto es de tal suerte que suspirando das muerte, y suspirando das vida; Es la esperanza perdida, es el amargo suspiro, que pronuncia en su retiro el hombre que sufrió mucho; y yo con placer le escucho si al escucharlo te miro. Mas una pregunta quiero hacerte (aunque en conclusion de esta mi interpelacion ninguna respuesta espero) ¿ese dulce mensagero que tanto que pensar , marcha sin rumbo quizá? no será, pues mucho vale.... ¡ay! ... yo se de donde sale pero no se á donde . Málaga. CRÓNICA ELEGANTE. Se nos dice que una familia muy conocida en esta poblacion y que no esperaba diese es- te año baile alguno, ha determinado darlo de trajes. Hasta no tener el beneplácito de las señoras de la casa, no nos atrevemos á nombrarlas ni á indicar el dia. El Círculo parece que prepara tambien algu- nos bailes. De esto, sin embargo, no se sabe na- da de positivo. Si bien el Liceo habia determinado dar ano- che la funcion que anunciamos, la ha suspendi- do por causas imprevistas y ha quedado apla- zado sin marcase dia. LA HERMOSA LEILA. ORIENTAL. Es la hora en que los astros y las fúlgidas estrellas han descrito la mitad de su nocturna carrera; El sicómoro el ibisco la magnolia y madreselvas el suave ambiente perfuman con su fragancia y esencias; Y las brisas juguetonas que en redor del bosque vuelan de rama en rama saltando se sonrien placenteras. En tanto en su lecho de ambar, de nácar, oro y de perlas en placeres mil soñaba del Occidente la reina: (1) Ningun rumor importuno su blando sueño desvela, solo de armónica guzla algunos preludios suenan; Y un gallardo Abencerraje bajo una dorada reja, con voz dulce á su sultana le dirije así sus quejas. CANCION. ¿Qué en ti sueño noche y dia, prenda mia, sin tener reposo y calma ya mi alma no lo sabes, mi bien? ¡Ay! tus ojos lisongeros, son luceros, y es tu rostro peregrino tan divino que embelesa al mismo Eden! [margen inferior: (1) Granada.] ¡Ay de mi! Desde el dia que te , Leila hermosa, Solo vivo para . ¡En mi pecho, fino amante, si un instante penetrase tu mirada, asombrada te dejará mi dolor! Al sol claro, á las estrellas las mas bellas, y al límpido firmamento yo les cuento la intensidad de mi amor. ¡Ay de ! Desde el dia que te Leila hermosa, solo vivo para . Si un rayo de tu hermosura, por ventura en mis ojos se refleja, ¡Ay! me deja trastornada la razon! Y presumo que esa llama que derrama tu faz linda y hechicera es la hoguera que me abrasa el corazon. ¡Ay de ! Desde el dia que te , Leila hermosa, solo vivo para . ¿De mi amor el tierno anhelo, un consuelo, ni una esperanza, aunque vana, mi sultana, alcanzar nunca podrá! ¡Padecer solo me toca.... pues de roca ó de temple diamantino, yo imagino que el corazon te hizo Alá! ¡Ay de mi! Desde el dia que te , Leila hermosa, solo vivo para . ¡Duerme, duerme flor preciosa, blanca rosa, jazmin bello y perfumado, vele el hado, de tu lecho en rededor; y en tu sueño tan felice se deslice, siquiera sea un momento el tormento que me causa tu rigor! ¡Ay de mi! Desde el dia que te , Leila hermosa, solo vivo para . Apenas calló el galan. Leila su ajimez cerró. suspiros mil exhalando ¿Acaso le llamaba? - ¡No!!! Ramon Taboada Barcelona. EL CABALLERO SIN TACHA. Madrid le conoce; madruga á las doce, durmiendo, hecho un bolo, diez horas tan solo. Se pone la bata, y al criado maltrata con términos soeces y á palos á veces, porque este cristiano llamóle temprano. El criado petate le da chocolate de puro Caracas, y leche de bacas. Y va el peluquero que, armado de acero y esperto en la liza, le afeita, le riza, le atusa, le soba, le peina y le adoba. Hácia él van llegando gruñendo y brincando con gran desentono, tres perros y un mono; y el dueño excelente les da para el diente de carne una presa, y el pan de su mesa que niega al mendigo sin casa, ni abrigo. Despues que el mastuerzo le sirve un almuezo de pollo y ternera, con rico Madera que nunca le falta, al tílburi salta; y no hay calle angosta que no cruce en posta, rompiendo acá un brazo y allá un espinazo. Tambien tiene citas, apuestas, visitas, ó algun desafio camino del rio. En ciencias, no se hable; es hombre notable, pues todo lo ignora, y al mundo enamora; razon que le augura fortuna segura. Así que de buena pitanza se llena comiendo por cuatro, concurre al teatro; ya en él echa un sueño; ya pone mal ceño; para él son peores comedias, y actores, y trajes y orquesta, pues todo le apesta. Despues que en la orgía de noche hace dia, ó la honra atropella de casta doncella, y un rey ó una sota los cuartos le agota, el sueño le llama se enrosca en la cama como un cocodrilo... y ronca tranquilo. Ventura Ruiz Aguilera. Madrid. ANÉCDOTA. Alfonso V, rey de Sicilia y de Aragon, acam- paba un dia á la orilla de un rio, frente del ene- migo. La noche se aproximaba; el ejército carecia de víveres; los soldados no habian comido nada desde la mañana ni el rey tampoco. Uno de sus oficiales le ofreció un pedazo de pan, un rábano y un poco de queso; en tales circunstancias, cierta- mente habia con aquello para hacer un festin de- licioso. - «Os doy las gracias dijo el príncipe- pero yo esperaré hasta haber conseguido la victoria, como todos mis bravos soldados.» SONETO, Fuego tus ojos son, fuego tu aliento, Tu voz, tus lábios, tu sonrisa amada. ¿Qué mucho que te adore delirante Si es fuego como mi pensamiento? Hínchase el corazon, late violento, Se quema en tu mirada chispeante, Y despierta tu voz dulce y vibrante Hasta el mas escondido sentimiento. Cuando tus ojos de placer cargados Los mios buscan con pasion, Teresa, Temo ver entre incendios encontrados Mi pobre corazon hecho pavesa, Porque á la luz de tus miradas ciego Fuego me falte para ahogar tu fuego. Juan. A. Viedma. Madrid. CHASCARRILLOS. Vayan dos cuentecillos que siempre dejan algo, y pasarán nuestros lectores á leer otra cosa si es que ellos mismos no cierran el número de hoy. I. Cuéntase que cierto personaje no hacía mas que jactarse de haber recibido grandes órdenes de di- versos soberanos, y al enumerar estos se olvidó seguramente del rey de Prusia. No faltó quien lo notára y le preguntáse si el tal monarca no le habia dado órden alguna. Si- respondió el interpelado una solamente; la de salir al momento de sus estados. II. Enrique IV se entretenia en andar á cuatro ga- tas llevando sobre sus espaldas al delfin. Entró a la sazon un embajador, y el monarca en vez de tubarse: Teneis hijos señor embajador? le dijo. Si señor respondió. En ese caso continuó el Rey puedo acabar de dar la vuelta á la sala. Soluciones á la charada inser- ta en el número anterior. ¡Ay del jóven que no estudia, se aplica, vela y trabaja; ¡Ay de aquel que no conoce mas libro que la baraja! Cádiz. Una señora tan amable como linda y graciosa, nos envia la siguiente solucion rogándonos ocul- temos su apellido. Juan á la bodega baja á buscar su precipio, entre los lazos del vicio que le tiende la baraja. Sobre una bota se encaja; y allí con, un compañero, pierde sin gracia el dinero siendo, para su pesar, el último en terminar pero en perder el primero. Cecilia. Málaga. CHARADA. Guárdate lector de prima unida á segunda, pues lisiado ó cadáver es el que á su lado se arrima. Si llevas dinero encima y temes que algun olfato te quiera dar un mal rato, pónlo en segunda y tercera. Mi todo es lo que se espera cuando se casa un mulato. Sabino Polvorin. Málaga. Editor responsable, Don Rafael Martos. MÁLAGA. - Imprenta de Don Francisco Gil de Montes, Calle de Cintería, número 3.

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