CODEMA_19-10-613-3

CODEMA 19-10-613-3

TítuloCODEMA 19-10-613-3
Tipo textual
ResumenJuan José Simón de Haro, párroco de Cutzamala, en la diócesis de Valladolid de Michoacán, en Nueva España, residente en Málaga, solicita licencia para regresar a su curato.
ArchivoArchivo General de Indias
ReferenciaES.41091.AGI//ULTRAMAR,847,N.25(1), ff. 4r-7v (impreso)
TypologyOtros
Fechas. f.
Lugars. l.
TranscriptorIván Muñoz Muñoz

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RELACIÓN DE LOS MÉRITOS, EGERCICIOS LITERARIOS Y SERVICIOS DEL BACHILLER DON JUAN JOSÉ SIMÓN DE HARO, cura propio por su magestad del beneficio de Cutzamala de la diócesis de Mechoacán y vicario juez eclesiástico de aquel partido. Es natural de la ciudad de Vera, diócesis de Almería, de edad de cincuenta y seis años cumplidos, hijo legítimo y de legítimo matrimonio de don Juan Felipe Simón de Haro y de doña Beatriz María Simón García. Estudió latinidad y fue examinado en la real sociedad patriótica de la expresada ciudad, se aventajó en premio a los ocho selectos y enseñó dos años de gramática. Cursó tres de filosofía en la universidad de Orihuela, defendió dos actos generales de conclusiones de toda ella. Estudió un año de Melchor Cano y otro de Juénin de [lat.: locis theologicis} en el real seminario de San Fulgen- cio de la ciudad de Murcia y tuvo cuarenta conferencias claustrales. Empleó tres años en la teología dogmático-eclesiástica en dicho real seminario, defendió otros tantos actos de conclusiones por el Padre Berti, cinco de [lat.: Sacramentis, uno de escritura, otro de retórica eclesiástica y dos de teología moral. Hizo oposición de media hora de sesión y media de argumentos a la presidencia numeraria de la Real Academia de Santa Quiteria de la ciudad de Murcia y la obtuvo tres años. Se opuso segunda vez a la numeraria de teología-dogmática en dicha academia, y por no faltar numerarias desempeñó y obtuvo una supernumeraría por tres años. Predicó dos cuaresmas en la ciudad de Vera siendo subdiácono; fue opositor a las reales capellanías numerarias de marina; como tal, se le confirió una de que se le expidió el correspondiente real título, la sirvió por espacio de cuatro años y fue veinte y dos veces examinador en diferentes concursos. Tiene licencia por la santidad de Pio VI para leer todo género de libros prohibidos, las tiene absolutas de predicar y confesar por el muy reverendo arzobispo que fue de Santo Domingo don fray Fernando Portillo y generales de los reverendos obispos de Cádiz, Puerto Rico, Cartagena de Indias , Puebla de los Ángeles y Guadalajara de confesar, celebrar y predicar, y del de La Havana especial para confesar las niñas educandas de su colegio. En el tiempo que residió en el arzobispado de Méjico, antes de pasar a domiciliarse a Guadalajara, estuvo encargado de la administración de los santos sacramentos en los pueblos de Iguala y Atotonilco el Grande, cuyo egercicio fue muy penoso en el primero por lo excesivo del calor y en el segundo por lo dilatado de su doctrina y malos caminos, no embarazándole estos obstáculos para predicar al pueblo todas las dominicas y principales festividades del año, pasando de ochenta los sermones doctrinales y de sesenta los panegíricos morales, evidenciando su desempeño con el decreto del muy reverendo arzobispo que fue de aquella diócesis don Alonso Núñez de Haro y Peralta, por el cual le encargó el juzgado de ambos curatos y lo anexó a su ministerio en las enfermedades y ausencias de los propietarios. Con motivo de pasar a domiciliarse en el obispado de Guadalajara le expidió sus letras comendaticias el muy revetendo arzobispo, que le renovó para el obispado de Mechoacán , aseverándose en ellas era un eclesiástico de arreglado porte, celoso y activo que había asistido a la escuela de Cristo del convento hospital de Hipólitos, nombrado el Espíritu Santo, y que en el hospital general de San Andrés había confesado a los pobres enfermos y auxiliado a los moribundos con la mayor frecuencia. Trasladado a Mechoacán, se opuso en el año de noventa y seis a los beneficios curados de aquella diócesis; y habiendo sacado calificación en sínodo, fue propuesto al virrey de Nueva España, quien le presentó para el de Cutzamala que en el día obtiene, de que se le expidió real título en veinte y cinco de febrero de noventa y siete; y dada su colación por el reverendo obispo, le confirió en nueve de marzo siguiente el de vicario juez eclesiástico. Es comisario del Santo Oficio, de que se le libró título en forma en veinte y tres de noviembre de noventa y nueve. Por letras testimoniales que le expidió el reverendo obispo que fue de Mechoacán don fray Antonio de San Miguel en diez y ocho de diciembre de mil ochocientos, consta que, así en el curato como en el cargo de vicario, había servido sin interrupción desde su nombramiento con exactitud celo y desinterés a su satisfacción y con notoria utilidad de la causa pública y beneficio de la feligresía, aumentando el número de ministros, sufragándoles del correspondiente honorario con reducción de su congrua, erogando además lo necesario para aquellas cosas conducentes al mayor aseo de su parroquia y culto divino, sin dejar de socorrer las necesidades espirituales y corporales de sus feligreses, demostrando su ardiente caridad en los deberes de su ministerio, a pesar de lo caloroso de aquel temperamento, desempeñando otras comisiones que le había confiado; por lo cual, su arreglada conducta y demás buenas partes de que se hallaba adornado, se había adquirido particular concepto, agregándose el no estar suspenso ni con censura alguna eclesiástica que le inhabilitara para sus ascensos y como tal le consideraba digno de las reales piedades. En el dilatado tiempo de trece años que ha servido por el referido curato de Cutzamala, ha predicado mil setecientas ocho pláticas doctrinales y doscientos ochenta y cuatro sermones morales. A su ingreso en el curato estableció se hiciesen los actos de fe, esperanza y caridad en la parroquia, repitiéndolos a su voz el pueblo. Siendo incapaz el curato de sostener dos vicarios, los sostuvo seis años ; y no pudiendo continuarlos por su pobreza, suplicó a su prelado le concediese licencia para poder decir dos misas en los días festivos a fin de atender al bien espiritual de su feligresía, las que ha dicho sin interrupción, predicando además y administrando personalmente todas las distancias de él, que pasa de ciento y veinte leguas de circunferencia; y por atender a la necesidad de un enfermo cayó en un río caudaloso, de lo que le resultó la enfermedad de pecho que padece, como igualmente unas pérfidas tercianas de seis meses, originadas de lo ardiente de aquel clima, el más caloroso que se conoce en aquella América, por cuyo motivo y el de las muchas sabandijas que se crían, no se encuentran ministros ni aun criados. Promovió la solicitud de que se hiciese un corateral de que carecía su parroquia y a virtud de orden del virrey de Nueva España, se depositaron para el efecto cinco mil pesos en arcas reales, para cuya consecución expendió de su peculio más de cuatrocientos. Con motivo de su enfermedad del pecho pidió y obtuvo licencia de su prelado para pasar a Méjico a ver si podía restablecerse, lo que egecutó en el año de mil ochocientos siete, dejando en su curato coadjutor para su desempeño, adonde luego que llegó se presentó al arzobispo, suplicándole le admitiese en la congregación de eclesiásticos oblatos, cuya institución es practicar todos los egercicios de piedad; y admitido, los desempeñó a entera satisfacción del mismo prelado, predicando en la iglesia de San Pedro, destinada para los egercicios espirituales de ella todos los domingos y tres cuaresmas sus pláticas, como uno de los doce misioneros que se destinan a las parroquias y demás iglesias los sermones morales y pláticas doctrinales, como asimismo los demás actos y egercicios piadosos de la misma congregación, egecutándolo igualmente y de improviso por aquel prelado en dos ocasiones y en otra por el arcediano; egercitándose en el confesonario en las casas espirituales de hombres y mugeres, logrando admirables frutos; frecuentando la escuela de Cristo, predicando en ella muchas veces, desempeñando varios sermones panegíricos en los conventos de religiosas, siendo perenne en el confesonario. En todos tiempos ha sido de los primeros a contribuir por medio de sus prelados con donativos voluntarios para las urgencias de la corona. En la invasión de esta península por el tirano de la Europa, se mostró siempre su decidido enemigo, contribuyendo con donativos voluntarios para auxilio de la tropa y defensa de los derechos de nuestro augusto soberano el señor don Fernando el VII, dándolos igualmente en particular para el Empecinado , Mina y defensores de Zaragoza. Habiendo entendido que el gobierno de Méjico trataba de no reconocer la Junta Provincial de Sevilla, siendo su fin, según la voz general de los buenos españoles, el de ir disponiendo los ánimos en consorcio de los malos americanos para la independencia de aquella península, se puso de parte del rey y de su justa causa. Cuando en el año de diez empezó el grito de la insurrección en ella por el apóstata Hidalgo y sus secuaces, avisó a sus expensas al coadjutor de su curato y al subdelegado de la jurisdicción con el fin de que el primero exortase a sus feligreses la debida obediencia a las legítimas potestades y el segundo recogiese las proclamas sediciosas de aquel corifeo, suplicándoles que se uniesen más que nunca. A la formación en aquella metrópoli de los cuatro batallones de nobles patriotas con el nombre de Fernando el VII para la defensa de Méjico, se presentó para que le destinasen; y fue admitido de segundo capellán, asistiendo muchos días y noches en el cantón militar, exortando, predicando y animando a la tropa a la defensa de la buena causa, contribuyendo para su auxilio con el cinco por ciento del recargo de casa, dando de donativo la cuarta parte de su plata labrada, que llegaba a tres mil pesos, cuando se agotó el numerario para la guerra, entregando lo restante poco después para que se fundiese de cuenta del rey, quedándose sin un cubierto, cediendo igualmente los setecientos cincuenta pesos con que le contribuía anualmente su coadjutor para la subsistencia de la tropa. Ha sufrido por las circunstancias del tiempo, de la privación del principal y réditos de diez mil pesos que tenía impuestos en el tribunal de Minería , como también el asedio de aquella ciudad, defendiéndola del modo que ha podido, padeciendo escaseces, fatigas, sustos y miserias, perdiendo cuantos intereses tenía en su curato, los que pasaban de veinte mil pesos. En certificación dada por el secretario del venerable deán y cabildo de Méjico y de orden de este, su fecha veinte y tres de marzo del año de mil ochocientos catorce, después de aseverarse en ella ser ciertos los méritos y ser- vicios que van referidos, se añade para mayor comprobación de la buena conducta eclesiástica y patriótica de este interesado que ningún español le ha excedido en celo por la santa iglesia y religión, como en el decidido amor a nuestro augusto monarca el señor don Fernando el VII, habiendo sufrido por esta causa la pérdida de todos los bienes de su curato, miles de privaciones y muchísimos trabajos. Últimamente, en el año de mil ochocientos doce ocurrió ante su diocesano, suplicándole le concediese licencia por dos años para pasar a estos reinos así para ver si con los aires nativos se restablecía de su enfermedad, que cada día se le agravaba, como para poder atender a la testamentaría de su difunto padre y cuidar de sus hermanos menores, ofreciendo obtener la correspondiente del virrey de Nueva España cuyo prelado, penetrado de las justas causas que le asistían para ello y de su notorio patriotismo acreditado nuevamente en la cesión que le hacía en la representación que le dio de la mitad de los proventos que le están asignados de su curato por el tiempo de los referidos dos años, adhirió a su pretensión, expidiéndole en su consecuencia las correspondientes letras testimoniales con fecha de diez y seis de mayo del mismo año con inserción de la expresada gracia, añadiendo es un eclesiástico de providad, que no se halla suspenso, entredicho ni ligado con censura alguna ni canónico impedimento que le obste para venir a estos reinos; y en su consecuencia, obtenida la del expresado virrey de Nueva España se trasladó a esta península en el año de ochocientos quince. Como todo más individualmente resulta de una relación de méritos formada en veinte y nueve de mayo de mil ochocientos uno en esta secretaría de Nueva España por don Francisco de Soto y Mata, oficial que fue de ella, y de otros documentos legalizados en debida forma presentados en la misma por la parte, a quien los devolví. Madrid, diez y nueve de setiembre de mil ochocientos diez y siete. Es copia de la original formada en la mencionada secretaría, adonde queda. Gastó de su peculio 400 pesos en la solicitud de que se hiciese un corateral en su propia parroquia. Con motivo de su enfermedad pasó con la debida licencia a Méjico en donde, incorporado en la congregación de eclesiásticos oblatos, desempeñó a satisfacción del arzobispo todos los egercicios piadosos de ella. En todos tiempos ha sido el primero a contribuir por medio de sus prelados con donativos voluntarios para las urgencias de la corona. En la invasión de esta península se mostró decidido enemigo del tirano de la Europa, contribuyendo con donativos para la defensa de los derechos de nuestro augusto soberano el señor don Fervando VII. En la insurrección de aquella península se puso de parte del rey y de su justa causa. Fue segundo capellán de los batallones de patriotas formados para la defensa de Méjico y exortó y predicó a las tropas animándolas a ella, dando toda su plata labrada y los 750 pesos fuertes con que le contribuía su coadjutor, perdiendo el capital y réditos de diez mil pesos que tenía en el tribunal de Minería, como igualmente más de veinte mil en su curato. El venerable deán y cabildo de Méjico, aseverándose ser ciertos sus méritos como igualmente su patriotismo y amor a nuestro soberano. Últimamente, penetrado el reverendo obispo de Mechoacán de las justas causas que le expuso, le concedió licencia por dos años para venir a estos reinos, expidiéndole sus letras testimoniales, aseverándo en ellas es un eclesiástico de providad y que no se halla ligado con censura alguna; en su consecuencia y obtenida la del virrey de Nueva España se ha trasladado a esta península. Méritos , egercicios literarios y servicios del bachiller don Juan José Simón de Haro, cura propietario, vicario juez eclesiástico del beneficio de Cutzamala, en la diócesis de Mechoacán. Es natural de la ciudad de Vera, diócesis de Almería, de 56 años, hijo legítimo y de legítimo matrimonio. Estudió latinidad, se aventajó a los ocho selectos y enseñó dos años gramática. Cursó tres de filosofía , defendió dos actos generales de toda ella. Estudió un año de Melchor Cano y otro de Juénin de [lat.: locis theologicis, y tuvo cuarenta conferencias claustrales. Empleó tres años en la teología dogmático eclesiástica, defendió otros tantos actos. Hizo oposición de media hora de sesión y otra media de argumentos a la presidencia numeraria de la academia que se expresa y la obtuvo tres años. Se opuso segunda vez a la numeraria de teología dogmática y por no haberla se le concedió supernumeraria, que desempeñó otro tanto tiempo. Predicó dos cuaresmas en la ciudad de Vera. Fue opositor a las capellanías numerarias de Marina, se le dio una y sirvió por espacio de cuatro años. Tiene licencia para leer todo género de libros prohibidos. Las tiene absolutas de celebrar, predicar y confesar por los prelados que se citan. En el tiempo que residió en el arzobispado de Méjico estuvo encargado de la administración de los santos Sacramentos en los pueblos de Iguala y Atotonilco el Grande, que desempeñó con el juzgado eclesiástico por encargo del muy reverendo arzobispo de Méjico. Le expidió testimoniales con motivo de pasar al obispado de Guadalajara y las amplió para el de Mechoacán y expresó en ellas los méritos que había contraído. Se opuso en el año de 96 a curatos de la diócesis de Mechoacán y fue presen- tado por el virrey en el de Cutzamala y se le dio el cargo de vicario juez eclesiástico. Es comisario del Santo Oficio. Le expidió el reverendo obispo de Mechoacán testimoniales en 18 de diciembre de 1800; por ellas se evidencia haber servido sin interrupción los cargos en que se halla a toda su satisfacción con utilidad es-piritual y temporal de su feligresía, franqueando lo necesario para el culto: que es un eclesiástico celoso y adornado de las me-jores prendas: que no tiene impedimento canónico y es digno de las reales piedades en cualquiera de sus pretensiones: En el dila-tado tiempo que ha servido su curato ha predicado 1708 pláticas, y 284 sermones: Sostuvo dos vicarios por el tiempo de 6 años, y no pudiendo continuarlos , se le facultó para poder decir dos mi-sas diarias; y por atender á la necesidad de un enfermo cayó en un rio, de que le resultó la enfermedad de pecho que padece:

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