CODEMA19-VERGELAND-1845-2
CODEMA19-VERGELAND-1845-2
Resumen | Revista El Vergel de Andalucía: periódico dedicado al bello sexo (tomo 1, número 3) |
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Archivo | Biblioteca Nacional de España |
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Typology | Otros |
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Fecha | 1845/11/02 |
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Lugar | Córdoba |
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Provincia | Córdoba |
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País | España |
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[margen superior: Noviembre 2. Año de 1845.] EL VERGEL DE ANDALUCÍA.
Periódico dedicado al bello secso. CORRESPONDENCIA DE UNA COQUETA.
(Conclusión.)
VI.
Federico a Celia.
«Señora, para que el caballero Adolfo no vuelva a to-
mar celos ni desconfianzas porque otro necio como nosotros
dos haya dado a usted una rosa, devuelvo ese billete, que he
recibido por una venturosa equivocación. Acompaño tam-
bién, para que usted suplique al favorecido que lo acepte en
mi nombre, esa sortija con su lema de SIEMPRE Y SOLO, y
el rizo de pelo que recibí en el mismo día. Deseo a ese ca-
ballero tan gratas ilusiones y tan provechoso desencanto co-
mo ha logrado, gracias a usted, su afectísimo, etcétera.»
VII.
Carlos a Celia.
«No merecía mi atrevimiento tan cruel castigo como el
de hacerme leer un billete dirigido a otro amante mas di-
choso, y que en él se me trate de insípido y alelado. Co- [margen inferior: Tomo 1.º Número 3.º]
nozco que tal vez mereceré el primer epíteto, y en cuanto
al segundo es un modo injusto de pintar el enagenamien-
to y profunda melancolía en que vivo desde que vi unos di-
vinos ojos, por los cuales, a pesar de este amargo desen-
gaño, sabré morir, pero moriré en silencio.»
VIII.
Adolfo a Celia.
«Muger ingrata y fementida, ¿no te has contentado
con la perfidia, sino que añades el descaro, enviándome
copia del billete que dirijes al nuevo favorito, al imbécil
Carlos? Pues bien, surtirá su efecto, buscaré a ese necio,
le atravesaré de una estocada el corazón, y después vol-
veré la punta contra el mío, que ha tenido la debilidad de
amar a una fiera, a un monstruo, a quien detesto en es-
te instante con toda mi alma.»
IX.
Celia a Laura.
«Vuela a mi socorro, Laura mía, yo me muero: es-
toy en la cama postrada a una violenta calentura que tal
vez acabará conmigo. Ven a los brazos de tu amiga, y te
confesará, aunque con rubor, el castigo que ha recibido
por su indiscreción y atolondramiento.»
X.
Laura a Luisa.
«Mi imprudencia ha estado a pique de causar muchas
desgracias. Se hallaba Celia en la cama, entró el médico
y todos le rodeamos ansiosos de oír su pronóstico sobre la
enfermedad de nuestra amiga, cuando al buen hombre se
le antojó divertirnos con la relación de una anécdota, y
sin más rodeos nos contó que Adolfo ha buscado a Carlos,
y llenándole de improperios y de insultos, a que no ha por-
dido resistir su moderación, le ha obligado a salir a batirse.
Oír esto Celia, y caer en un violento delirio fue obra de
un momento: todos acudieron a ella, y yo a enviar quien
averiguase el resultado del duelo. Parece que Adolfo ha
sacado una ligera herida, que fue desarmado después por
su adversario, y que la generosidad de este y la interposición
de alguno amigos terminó el asunto. Tiemblo de pensar
en un lance que me servirá de escarmiento. La enferma
sigue mejor, y lo ha sabido todo por mi boca.
MAGDALENA Y EL ARCÁNGEL.
Magdalena: ¿Dónde tu límpida frente
llevas, hermoso querube?
¿Por qué tu boca inocente
se sonríe dulcemente,
cual ángel que al cielo sube?
Adónde, dime, cual veloz centella
en alas de tu cándido ropaje
tu vuelo tiendes hoy?
Rafael: A vuestro mundo me lanzó mi estrella;
de la dicha el espléndido celaje,
niña, buscando voy.
Mas tú, joven hermosa, y de tus ojos
una lágrima ardiente vi rodar!!!
¿Qué causa, di, tu duelo?
Tú que a la luz del sol dieras enojos
¿conoces ya la senda del pesar?
¿No eres ángel del cielo?
¿Acaso en el mundo hay penas
para los ángeles, di?
No son las áuras serenas,
y el ambiente de azucenas;
no es el paraíso aquí?
Mas si es parodia vil del firmamento,
si es mansión del dolor, calma tu llanto;
cesa, garza real, en tu lamento,
vuelve al cielo a cantar!
Magdalena: ¡Volver! Dulce palabra que en mi oído
suena cual del querube el dulce coro:
¿quién de la paz me volverá el tesoro?
¿Cómo al cielo volar?
Escucha: sueños de rosa
mecieron mi abril de paz;
como niña caprichosa,
ligera, cual mariposa,
hendí los aires fugaz.
Encantóme la hermosura
de las flores matutinas;
bebí en ellas la ventura,
y la encantada frescura
de las rosas purpurinas.
Y mis alas pintadas
de fúlgido color
perdieron en las zarzas
su místico primor.
Y destrozó la rosa
con su punzante espina
mi blanca vestidura,
mi tez alabastrina.
Mi virginal corona
de tibio rosicler
abrasaron las auras
de amoroso vergel.
Y sus flores marchitas
cayeron a mis plantas,
hundiéndome en el pecho
gusano roedor.
Arcángel de ventura,
que con tu voz me encantas,
huye de ese tirano,
qué el mundo llama amor!
Rafael: ¿Amor?
Magdalena: iiiAmor!!!!
Rafael: ¡Amor! iVoz celestial! Triple cadena,
que une al hombre con Dios! iLuz del Eterno!
Magdalena: iReflejo del infierno!
Rafael: iEco de la celeste cantilena!
Magdalena: iBaldón de la inocencia!
Rafael: iFresca rosa
de ardiente caridad!
Magdalena: Esos amores
¡ay! no conozco yo!
Rafael: No, qué insensata,
adornaron tu sien livianas flores.
Corriste presurosa
buscando la ventura,
y hallaste la tristura
que hiela el corazón.
Mas ¿quieres ser dichosa?
Magdalena: iOh! Sí….
Rafael: Sigue mi planta;
allí un Dios se levanta;
inmenso es el perdón!
Crucemos el espacio……
Magdalena: Que con mi llanto ardiente
del Dios omnipotente
yo alcancé el sumo bien.
Rafael: Ya distingo los ecos
del arpa del querube;
sube, ángel mío, sube
al celestial edén!
Magdalena: iOh cielo! Ya percibo
las celestiales huellas,
las fúlgidas estrellas
más cerca están de mí;
ya, dulcemente asida
de tu mano, camino;
querube peregrino,
no me alejes de ti!
Rafael: ¿No escuchas esa arpas
que vibran mil amores?
¿y de aéreos cantores
el mágico compás?
Magdalena: Si, ya tanta ventura
percibo dulcemente,
y el fuego de mi frente
me dice «cerca estás.»
Mas ¡ay! ante el Eterno
¿cómo osaré postrarme?
¿cómo al fuego acercarme
del místico vergel?
Querube misterioso,
tú que inocencia exalas,
cúbreme con tus alas
para llegar a ÉL!
Robustiana Armiño.
Del número 185 de LA MODA, revista semanal de litera-
tura, que se pública en Cádiz, y que recomendamos a
nuestras suscritoras, tomamos lo siguiente:
El Vergel de Andalucía. Periódico de literatura y artes.
Se nos ha remitido un elegante prospecto de este pe-
riódico dedicado al bello secso, y que desde el día 19 del
que rije saldrá a luz en Córdoba todos los domingos. De él
nos ocuparemos con mejor conocimiento de causa tan luego
como le leamos; pero entretanto llamaremos la atención
sobre una circunstancia notable de su redacción, que sos-
pechamos no dejará de interesar a nuestras amables lectoras.
El bello sexo, que hasta aquí en España ha desdeñado
las tareas literarias, comienza ya a envidiar los laureles ad-
quiridos en otros países por las Stael, las Cottin y las Sand.
La florida imaginación de nuestras paisanas aspira a los ho-
nores de la prensa literaria; tiene confianza en su porvenir,
y no le faltan ejemplos propios que la animen y la conduz-
can. La señorita de Avellaneda ha visto aplaudir con entu-
siasmo sus bellas producciones dramáticas, y puesto que la
barrera se ha roto, nadie puede ya temer el lanzarse a la
arena para disputar a los hombres esta otra gloria que ellos
monopolizan como todas las demás.. Por eso notamos nue-
ve colaboradores en El Vergel de Andalucía, siendo una de
ellas la directora del periódico; y por eso esperamos que
esa nueva bandera que se levanta tenga numerosos prosé-
litos femeninos a poco que el triunfo corone (como es de
esperar) los esfuerzos de nuestras nuevas y amables cofrades.
Verdad es que nosotros los hombres debiéramos temer
hasta cierto punto que esta afición se desarrollase; porque
en rigor pudiéramos decirnos a nosotros mismos: «si el
bello secso solo con sus gracias y su hermosura nos da aho-
ra tanto que hacer, si en buena y leal lid siempre nos
vence, ¿cómo no ha de temerse que ahora de todo punto
nos sojuzgue y avasalle sin resistencia una vez que le ser-
virán de auxiliares un talento cultivado, una imaginación
rica y amena, y en fin el prestigio de la celebridad?»
Lo largo del artículo nos impide insertarlo íntegro,
como quisiéramos; sin embargo, damos las gracias a la re-
dacción de La Moda, y en particular a D. F. F. A. au-
tor de el artículo, advirtiéndole pierda todo temor, pues
no es nuestro objeto avasallar al hombre, pero sí colocarnos
a su nivel, que es nuestro verdadero lugar, del que injusta-
mente se ha pretendido y se pretende lanzarnos. A UNA ROSA MARCHITA.
Triste flor sin hermosura
en el polvo sumergida,
di ¿qué mano fiera y dura
preparó tu sepultura
en lo mejor de tu vida?
Ayer eras deliciosa,
mi mano no osó tocarte,
¡tan divina, tan preciosa,
tan pura, tan candorosa,
que he temido marchitarte!
La brisa suave y hermosa
blandamente te mecía;
y la bella mariposa
volando de rosa en rosa,
tus aromas recojía.
Pero una mano malvada
que sobre ti se lanzó,
de tus hechizos prendada,
con crueldad estremada
tu tierno tallo tronchó.
Tus gracias se han acabado,
de ti la frescura huyó;
el aroma delicado
y tu color sonrosado
para siempre concluyó.
Y la dama que en su frente
con orgullo te llevó,
hoy te pisa indiferente;
tu desventura no siente,
y con desprecio te holló.
Valladolid 1845.
Su cariño se ha estinguido
porque no tienes belleza;
porque tu brillo has perdido,
y por siempre han concluido
tus gracias y gentileza.
Mi compañera serás, flor de todos despreciada;
de mí no te apartarás,
siempre conmigo estarás,
que también soy desgraciada.
Pero es más triste mi historia;
tú al fin puedes recordar
momentos de dulce gloria,
que vendrán a tu memoria
y calmarán tu penar.
Mas ¡ay! yo siempre llorosa,
sin amigos, sin amor,
no hallé un alma cariñosa
que enjugase bondadosa
mis lágrimas de dolor.
No halla mi pena consuelo,
nada espero al porvenir
si no me socorre el cielo.
¿Qué me queda aquí en el suelo?
Amar, llorar y sufrir.
Siempre pena me dará
cuando recuerde tu suerte;
dime ¿por ventura habrá
un ser que derramará
una lágrima a mi muerte?
Manuela Cambronero.
No habiendo tenido lugar en este número la continuación
de la novela JULIA, advertimos a las señoras que nos han
pedido que se publique con más celeridad, que desde el
prócsimo número lo haremos en cuanto esté de nuestra
parte. [margen inferior: Córdoba: establecimiento tipográfico de don Fausto García Tena, calle de la Librería número 2.]
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