CODEMA19-URB-1874

CODEMA19-URB-1874

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SummaryLibro "Tratado completo de urbanidad en prosa y verso para uso de los jóvenes, ilustrado con notas sobre el modo de producirse cortésmente", publicado en Málaga en 1874. Autor del libro: presbítero José Codina.
RepositoryArchivo Díaz de Escovar
TypologyOtros
Date1874
PlaceMálaga
ProvinceMálaga
CountryEspaña
TranscriptorBojana Radosavljevic

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TRATADO COMPLETO DE URBANIDAD EN PROSA Y VERSO PARA USO DE LOS JÓVENES, ILUSTRADO CON NOTAS SOBRE EL MODO DE PRODU- CIRSE CORTESMENTE por DON JOSÉ CODINA, PRESBÍTERO, Obra aprobada para que sirva de texto en las Escuelas Públicas. CUARTA EDICION. Librería Clásica DE LOS HIJOS DE J. G. TABOADELA. Calles de Molina-Lario, Granada y Duque de la Victoria. MÁLAGA. -1874. La propiedad de esta obrita pertenece á los hijos de J. G. Taboadela, quien habiendo cumplido con las disposiciones que previene la Ley de propiedad literaria, llevará á los tribu- nales al que sin su autorizacion legal la reim- prima toda ó en parte. Establecimiento Tipográfico de Manuel Oliver Navarro. PROEMIO. El hombre no se basta á mismo, y por lo tanto no ha nacido para vivir aislado. Débil por naturaleza y desde su primer vaguido asal- tado de contínuo por necesidades sin cuento, impelido por deber y por instinto á conservar su existencia y á perfeccionar sus diversas fa- cultades, busca la sociedad en la que tan sola- mente le será dable encontrar medios de proveer á aquellas. El consorcio de sus seme- jantes, despertando el amor propio que el Criador le infundiera, engendra á su vez el deseo irresistible de lograr su estimacion. Y ¿qué talisman mas prepotente puede existir para atraernos mútuamente que la Urbanidad bien entendida? Porque, si manifestamos á los otros nuestro aprecio con palabras y modales ordenados con discrecion y agrado; si les tri- butamos los miramientos y distinciones á que son acreedores, no podremos menos de disponerlos á favor nuestro, y de recibir de ellos las muestras de consideracion á que tene- mos derecho. De este cambio de finas aten- ciones, esclusivo de las naciones civilizadas, resulta el equilibrio de la balanza social. Pros- críbase de entre ellas la cortesía, y no tarda- reis en verlas niveladas con los pueblos bárbaros del Africa, ó con los salvajes de la América y Occeanía. Y si de la hipótesis descendemos á los he- chos é invocamos el testimonio de la expe- riencia, nos convenceremos desde luego que el hombre constituido en sociedad, aunque fuese un tipo de virtudes, aunque abarcase con su inteligencia la mayor suma de conoci- mientos que caben en su limitada órbita, en vano esperaría brillar en el gran mundo, si á pesar del saber y probidad no diese realce á su persona con la inestimable joya de la buena crianza. Por lo que llevamos indicando fácilmente se concibe que no hablamos de aquella cortesía falaz, que mas bien que cortesía, es un con- junto de ceremonias ridículas, de mentidas y frívolas protestas, y en suma, una engañosa máscara que sirve de velo á la hipocresía, á la ambicion y vanidad. La urbanidad verda- dera, la que tanto encarecemos, es aquella que procede de la Moral cristiana; es esa virtud preciada que unida á la caridad nos impele á complacer á los hombres, haciéndonos al pro- pio tiempo agradables á los ojos del Señor. Estas ligeras reflexiones que no necesita- mos esplanar, bastan para inculcar á nuestros jóvenes, á quienes las dirigimos, (I) toda la importancia de la civilidad, y á par de ella la necesidad de cultivarla desde los primeros al- bores de la vida. Mas tarde fuera empresa po- co ménos que imposible el querer arrancar de cuajo los hábitos groseros que en el abando- hubiesen germinado en su ánimo; descuido funesto que llenos de rubor deplorarían cuan- do adultos, al verse rechazados del honroso trato de la culta sociedad. Nada hay mas mo- lesto y repugnante que un sugeto impolítico; y por el contrario nada mas dulce y atractivo que una persona cortés. Reasumir pues en breves páginas los pre- [margen inferior: (1) En otro libro que lleva por título el Pensil de las niñas, y así mismo aprobado para texto, dejamos consignados en prosa y verso y los principios de urbanidad y decoro peculiares al bello sexo.] ceptos de la buena crianza, estableciendo al mismo tiempo clara y sencillamente las bases sobre que estriba; tal ha sido el objeto que nos hemos propuesto al redactar este libro. Convencidos por otra parte del gusto y facili- dad con que los niños aprenden las composi- ciones en verso, hemos adoptado esta forma para que se fijen mas grata y hondamente en su memoria unas reglas que el humano trato ha eregido en leyes inviolables. Y por último, nos prometemos que este nuevo trabajo con- sagrado á la juventud española y que somete- mos al criterio de sus ilustrados preceptores, no será enteramente infructuoso. Tan hala- güeño presentimiento compensa ya en cierto modo los breves ratos de solaz que nos ha ab- sorvido la obra que publicamos. LA URBANIDAD EN VERSO. [subtítulo: Importancia de la cortesía.] 1. En vano el mas opulento, si le falta cortesía, con sus riquezas confía adquirir reputacion; pues la cuna mas ilustre y los bienes materiales sin bellas prendas morales solo cubren de baldon. 2. Do quiera que te destine la suerte adversa ó propicia te harán cumplida justicia la virtud y urbanidad. Estas, al par que la ciencia, granjean ilustre nombre, y hacen descollar al hombre en la culta sociedad. 3. Son la humildad y el decoro, la caridad y prudencia, el despejo y deferencia bases de la urbanidad. Ella odia el desaliño, la ficcion y grosería, la insufrible altanería, y en fin, la curiosidad. [subtítulo: Reglas generales de urbanidad.] 4. Si quieres ser estimado, cual cumple á nuestro destino, por tu porte amable y fino con todos te has de mostrar. Jamás á persona alguna nombres por motes ni apodos; y arguye falta de modos á los demás tutear. (A) 5. Delante de otras personas no te muestres encogido, pues por un simple es tenido el que ostenta cortedad; y en el estremo contrario no dés de ser un osado, que tamaño desenfado se atribuye á vanidad. 6. Si la llaneza escesiva con razon es reprobada, la etiqueta refinada tambien llega á molestar: un medio á tales estremos tiene de ser preferido; y está bien todo cumplido, cuando es lícito, apear. 7. La civilidad no exige hablar con frases limadas, ni maneras afectadas opuestas al natural: lenguaje puro y genuino buen porte y finos modales requisitos esenciales son para el trato social. 8. Tus palabras y maneras serán siempre mesuradas y al lugar acomodadas, tiempo, personas y edad. Serán cortés si á corteses por dechado te propones, imitando sus acciones, despejo y modo de hablar. 9. Cuando en calidad y sexo las personas son iguales, los respetos principales son debidos á la edad; pero si el rango es diverso enseña la cortesía que el de mas categoría [faltan páginas] para el dueño, y ten por norte que por la punta ó el corte no se ha de entregar jamás. 17. Si en la precision te vieres de estornudar ó toser, y no puedes contener un bostezo ó el eructar, desvía entonces la cara volviéndola al lado opuesto y el pañuelo ó mano presto á tu boca has de llevar. [subtítulo: Del aseo y limpieza.] 18. Lávate manos y cara luego que te hayas vestido, y hacer lo mismo es debido cuando sucias las verás: córtate tambien las uñas si necesidad hay de ello; péinate en fin el cabello, y limpio lo mantendrás. 19. La ropa que has de ponerte de cepillar ten cuidado; tambien la que hayas usado y que se debe guardar: aunque sea pobre y viejo no ha de llevarse un vestido rasgado ni descocido, ni manchas ha de mostrar. 20. Lleva siempre tu ropaje bien compuesto y aseado, debiendo ser adecuado á tu haber, rango y edad; seguir la moda en el traje permite la cortesía, si se une á la economía buen gusto y comodidad. 21. Enjuágate cada dia la boca; y limpia los dientes, con tal que no haya presentes personas de autoridad: toma baños de limpieza, mayormente en el verano; y los piés tambien es sano de vez en cuando lavar. [subtítulo: Del decoro religioso.] 22. Cuando despiertes y veas el albor del nuevo dia, tu primer suspiro envía á tu Dios y Creador; dale gracias por haberte en la noche conservado, y adórale penetrado de , esperanza y amor. 23. Encomiéndate á la Vírgen, que es Madre amorosa y pía con sus devotos MARÍA, y grande su proteccion: tambien á tu Angel custodio pidele sea tu guía; y en la intercesion confía del Santo que es tu Patron. 24. Al Señor ofrece la obra que va á ser por empezada, y de verla coronada la gracia le pedirás; y si algun trabajo ó pena en el decurso del dia para probarte te envía, tambien se lo ofrecerás. 25. Será, niño, tu respeto al Templo de Dios constante, y si pasas por delante la cabeza inclinarás; tomarás agua bendita cuando entrares ó salieres, y á aquellos con quienes fueres luego se la ofrecerás. 26. No hables, rias ó divagues la vista dentro del Templo, de cristiano un buen ejemplo esmérate en presentar. A los divinos oficios asiste devotamente, y con la boca y tu mente al Eterno has de loar. 27. Procurarás oir Misa cada dia, si te es dable, pues devocion tan loable sin premio no ha de quedar; ayúdala, porque de ángel es el oficio que se hace, y al Señor mucho le place ver á un niño en el altar. 28. A JESÚS Sacramentado que en el Sagrario se encierra, con una rodilla en tierra reverente has de adorar; mas si estuviere Patente, (lo que llaman descubierto,) ambas rodillas te advierto que entonces debes doblar. 29. El alma que Dios te ha dado si no recibe alimento, no dudes por un momento que moribunda estará: son del espíritu el pasto la Eucaristía y la gracia; con su celeste eficacia nueva vida cobrará. 30. Como niño religioso al Sacerdote venera cual á un padre, y considera que es un Ministro de Dios; salúdale reverente su mano humilde besando, sus doctrinas escuchando como del Señor la voz. [subtítulo: Consideraciones debidas a los padres.] 31. Despues de Dios á sus padres honrar debe todo niño, agradecido al cariño que le profesan sin par. De los tuyos obedece los preceptos y consejos, y á desvalidos ó viejos sosten le has de prestar. 32. Luego de estar levantados, cuando de casa saliéreis ó que de vuelta estuviéreis, tras del comer y cenar, antes en fin de acostaros, á vuestros padres queridos como hijos reconocidos la mano debeis besar. 33. Cuando fueres reprendido nunca te parezca injusto, ni pongas el ceño adusto á tu padre ó director; resígnate, y algun dia concebirás claramente que es el castigo prudente el beneficio mayor. 34. Antes de salir de casa como hijo respetuoso de vuestros padres celoso permiso solicitad; pues si hiciérais lo contrario á vuestro antojo marchando, hubiéseis ido ignorando, ¡cual no fuera su ansiedad! [subtítulo: Respeto que se merecen los maes- tros y modo de portarse en la escuela.] 35. En el estado salvaje sumido el hombre yaciera todavía, si no fuera por la civilizacion: esta antorcha manejando los mentores de la infancia, disipan nuestra ignorancia é ilustran nuestra razon. [margen derecha: 2] 36. La educacion, niños mios, que os dan vuestros Directores les constituye acreedores á gratitud eternal: cuando su vida os dedican y mil afanes prolijos, sed con ellos unos hijos, ya que es su amor paternal. 37. Tras del almuerzo y comida á la hora prefijada y la leccion estudiada, á la escuela marcharás; y saludando al Maestro con la atencion que es debida, á tu puesto en seguida y las lecciones darás. 38. La Moral y el Catecismo aprenderás diligente como asunto el mas urgente digno del primer lugar; que el estudio de las ciencias, sin la Doctrina cristiana, es ocupacion muy vana, solo es humo y vanidad. 39. Cuando hallándote en la escuela entre ó salga un Superior, un estraño ó un Preceptor, en pié te debes poner; y esta actitud respetuosa guardarás grave y atento hasta que á tomar asiento se te permita volver. 40. Con todo alumno que sea mas que aventajado, en ser dócil y aplicado procura rivalizar; porque, si es pundonoroso, pronto se granjea el niño de su maestro el cariño, y el premio llega á alcanzar. 41. Quien acusa á un condiscípulo sin que el maestro lo ordene, ó porque rencor le tiene, es un vil, un delator: ya que las veces de padre vuestro preceptor os hace, vuestro ánimos enlace un mútuo y fraterno amor. 43. Y no salgais de la escuela con desórden, dando gritos; los grandes á los chiquitos guárdesen de atropellar; caminen pues á sus casas sin que el vade-mecum ruede, y nunca á jugar se queden, ni piedras osen tirar. [subtítulo: Atencion para con los mayo- res y el bello sexô.] 43. Siendo de Dios en la tierra imágen un Soberano, debes cual fiel ciudadano honrar á Su Majestad; obedece sus mandatos, y respeta como es justo á los que en su nombre augusto ejercen autoridad, 44. No te burles del anciano, del pobre, ni estropeado, que un proceder tan malvado á Dios suele provocar. Llamaron calvo á Eliseo unos niños, y dos osos aparecieron furiosos el insulto á castigar. 45. Rendid honor á los sabios igualmente que á los viejos; sus lecciones y consejos en vuestra mente grabad: ved en ellos, hijos mios, un depósito de ciencia, de virtudes y experiencia acopiada con la edad. 46. Si ocupando un asiento vieres sin el á un sujeto que es digno de tu respeto, pronto se lo has de ceder: no lleves á mal si acaso te corrige de algun vicio, antes bien tan gran servicio le tienes que agradecer. 47. Cuando un mayor te reprenda sin haberlo merecido no te muestres resentido de ver su equivocacion; suplícale en este caso que tenga á bien escucharte; y procura sincerarte con decoro y sumision. 48. Delante de superiores os abstendreis de rascaros, y estando en pié de apoyaros en algun mueble ó pared; ni tengais cuando sentados entrambas piernas cruzadas, y el tenerlas estiradas que es ridículo sabed. 49. Los piés y nariz no toques ni te suenes con ruido, y lo que de ella ha salido es asqueroso mirar. Los lábios y uñas morderte evita, y esperezarte; las manos no has de frotarte, ni los dedos estirar. 50. Con personas de carácter no hables con tono subido, ó en estremo deprimido, ni con precipitacion: en general ten en cuenta que es mas grata y preferible una voz dulce y flexible sin viciosa entonacion. 51. Si bien con todos urbano ha de ser un caballero no obstante al sexo hechicero le debes mas atencion: muéstrate con las señoras siempre fino y complaciente, usa un lenguaje decente y lleno de discrecion. 52. Al subir acompañado, ó al bajar una escalera, que pase primero espera el que fuere superior: si vas con una señora, para apoyarse la mano ofrécele cortesano; si hay varias, á la mayor. [subtítulo: Modo de portarse en la mesa.] 53. Al ser llamado á la mesa el caballero discreto las personas de respeto deja primero sentar: y á las mismas en ponerse la servilleta ó servirse, comer, beber ó salirse no se debe anticipar. 54: Cuando se halle convidado con una dama el urbano deberá darle la mano hasta á la mesa llegar. Al dueño hacer corresponde los honores de la mesa: solo quien tenga destreza ha de ponerse á trinchar. (I) 55. En la comida y la cena antes de tomar bocado, del sustento preparado no omitas el bendecir; y en habiendo concluido [margen inferior: (1.) Véase el apéndice al fin de esta obra.] este acto, á la Providencia que te la subsistencia gracias le debes rendir. 56. Las viandas soples ni huelas, no te atragantes comiendo, ni el cubierto con estruendo en el plato hagas sonar: de fijar has de abstenerte la vista de hito en hito en un manjar esquisito, ó á los que comen notar. 57. El comer á dos carrillos y hablar con la boca llena son defectos que condena severa la urbanidad. Apoyar manos y codos en la mesa es muy grosero; y evitarás con esmero algo asqueroso nombrar 58. No desprecies plato alguno, (E) ni pidas lo mas sabroso; pasarás por un goloso si comieres con afan: limpio, jovial y sóbrio, que en la «mesa y en el juego la educacion se luego» conforme dice un refran. 59. Con la servilleta el lábio siempre que beber quisieres, ó que bebido ya hubieres, no te olvides de limpiar: llenar no debes el vaso, ni apurarlo con ruido, y en habiendo concluido guárdate de resoplar. 60. Si te sirve una persona que está contigo en la mesa si te alarga una fineza ó brinda por tu salud, al favor que has recibido corresponde finamente, y al otorgarte haz presente cuán viva es tu gratitud. [subtítulo: Del paseo.] 61. Cuando vayas por la calle ó te halles en el paseo mirar atrás es muy feo y al que pasa criticar. Un modesto continente guarda en todas ocasiones; evita el dar empujones, y al transeunte pisar. 62. Los piés no arrastres, ni debes levantarlos demasiado; no has de ir atolondrado, dar silvidos ó cantar: muestra en caso de pararte una decente postura; yendo con otros procura tu paso al suyo arreglar. 63. Saluda á los conocidos siempre quitado el sombrero, y en hacerlo el primero si fuesen de distincion. Cuando otros se te anticipen correspóndeles atento adaptando el tratamiento á su sexo y condicion. (F) 61. Darás el lado derecho al mayor que acompañares, y en cederle no repares la acera en la poblacion; y si á hablar se detuviese con una persona amiga, apártate, no se diga que oyes su conversacion. 65. Si son tres los que pasean el centro (ténlo presente) es el lugar preferente que el mayor debe ocupar; en iguales circunstancias los de un mismo traje vemos colocarse á los extremos y simetría guardar. [subtítulo: De las visitas y concurrencias.] 66. En cualquier paraje público, reunion ó concurrencia preséntate con decencia sin pretender deslumbrar. El que con trajes ridículos sobresalir piensa necio, solo se atrae el desprecio del que le llega á mirar. 67. Para hacer una visita escoje el tiempo oportuno, no en hora de desayuno, de ocupacion ó comer; advierte que ha de ser corta si es visita de cumplido; y al que te ha favorecido cuanto antes la has de volver. 68. Si el sugeto á quien has ido á visitar está ausente, por su salud diligente entonces preguntarás; y mostrando sentimiento de no haberle en casa hallado, una tarjeta ó recado para el mismo dejarás. 69. Siempre que á una casa fuéreis y esté la puerta cerrada, para conseguir la entrada recio no habeis de llamar: luego que os hayan abierto dad llanamente el recado á la doncella ó criado, y en la antesala aguardad. 70. Una vez introducido preciándotede hombre urbano con el sombrero en la mano al dueño saludarás: (G) pregunta cómo lo pasa, y si con él hay reunidos su familia ó conocidos, lo mismo practicarás. 71. Hallándote de visita, á no mediar gran franqueza, descubierta la cabeza durante ella mantendrás: sobre una mesa ó una silla al entrar pon el sombrero; mas sobre una cama espero que nunca lo dejarás. 72. Cuando alguno entre en la sala levantaos en seguida, y con el que se despida usad de igual atencion; y si no hablais con reserva sentado que esté el sugeto, le enteraréis del objeto de vuestra conversacion. 73. Por delante de personas no cruces ó nada entregues; y que dispensen les ruegues si así te es forzoso obrar; tambien cuando separarte de ellas te sea preciso, antes de hacerlo sumiso debes su vénia implorar. (H) 74. No descubras un secreto, ni al que te lo ha revelado: ¿quién te diera por fiado si viese tu indiscrecion? Ni tampoco de curioso te acredites preguntando de qué se estaba tratando al llegar á una reunion. 75. La urbanidad una cosa hacer ó citar nos veda que una idea escitar pueda triste, horrorosa ó soez. (I) De bostezar ó dormirte delante de otros abstente, y de mostrarte impaciente inquriendo la hora que es. 76. Oye mucho y habla poco, y siempre oportunamente, porque el silencio elocuente es en mas de una ocasion. En conversacion agena no entres sin ser invitado; si lo fueres, mesurado toma parte en la cuestion. 77. No leas papel ó libro sin haber pedido antes permiso á los circunstantes para poderlo efectuar. Fumar sería impolítico, y el que una lengua estrangera que el concurso no entendiera llegases con otro á hablar. 78. Jamás salgan de tus labios alabanzas escesivas, pues suelen ser ofensivas cuando inmerecidas son; y si acaso una persona elogiase en tu presencia algo de tu pertenencia, ponlo á su disposicion. 79. Vuelve á un lado la cabeza cuando escupir te es preciso, y la saliva te aviso que al instante pisarás; si te hallas en un estrado las esputos en el suelo no arrojes, en el pañuelo con disimulo echarás. 80. Ten presente cuando entres ó salgas por una puerta esté cerrada, ó abierta, asi la debes dejar; y si al penetrar por ella que otro va á hacerlo, es el caso, tienes que franquearle el paso y saludarle á la par. 81. Cuando te hayan noticiado una boda ó nacimiento, debes visitar atento á quien te lo hizo saber; y en vista de su alegría con tan plausible motivo, con tono el mas espresivo la tuya le has de esponer. (J) 82. Si alguien te ofrece su casa, ó si has sido convidado debes, sino has aceptado, á quien te honró visitar. Este debe por su parte al que su favor admita de atencion una visita dentro ocho dias pagar. 83. A las personas que debas en las pascuas (I) y en sus dias renueva las simpatias de tu aprecio y amistad; y cuando les sobrevenga un suceso venturoso hazles presente tu gozo por tanta felicidad. 84. Cuando á un sujeto que amas ocurra una desventura, en cuanto puedas procura prestarle consolacion. (L) Las obras mas elocuentes que las frívolas protestas en ocasiones como estas solo endulzan la afliccion. 85. De los amigos y deudos es natural se despida aquel que está de partida, [margen inferior: (1) Menos la de Pentecostés. En ciertas provincias se acostum- bra felicitar los cumpleaños y el día 1.º de año nuevo. Todas estas visitas pueden suplirse por medio de una targeta en que se escribe el nombre del visitante.] por si algo quieren mandar; mas cuando se halle de vuelta se le debe una visita en que se le felicita si llegó sin novedad. 86. Si una visita recibes de una persona decente le rogarás que se siente, y en seguida lo harás: á la misma al retirarse hasta la puerta acompaña, y si aquella fuese estraña tu casa le ofrecerás. [subtítulo: Del juego.] 87. No siempre en trabajos sérios puede ocuparse la mente; y darle tregua es prudente con alguna distraccion: un juego por pasatiempo, un paseo, la lectura, cada uno al hombre procura una amena diversion. 88. Acredita la esperiencia que es un vicio muy funesto el juego, sin fin honesto y solo por interés. aquí sus consecuencias: [margen inferior: 3] pierde el jugador vicioso dinero, tiempo, reposo y su crédito á la vez. 89. Si en el juego entran señoras darles á elegir es justo el que sea de su gusto, y seguid su voluntad. En las jugadas dudosas no disputeis porfiados, y de los no interesados la decision acatad. 90. Cuando ganes, no te entregues á una alegría escesiva porque sería ofensiva al sugeto que perdió: generoso en el juego, y pon el mayor cuidado en no mostrarte enojado si otro acaso de venció. [subtítulo: Acciones contrarias á la civilidad.] 91. Delante de otros abstente de vestirte y desnudarte, las uñas no has de cortarte, ni á nadie en secreto hablar; tampoco interrumpir debes al que habla, ó cuenta dinero; (M) siendo tambien muy grosero lo que otro escribe mirar. 92. Jamás salga de tu boca palabra alguna indecente que oyeres á aquella gente falta de moralidad; y en presencia de mujeres pon aún mayor cuidado en que sea respetado su pudor y honestidad. 93 Ya estés en pié, ya sentado manten el cuerpo derecho, sin caerte sobre el pecho ni la cabeza voltear: saludar dando palmadas y hablar haciendo ademanes lenguaje es que los gañanes suelen tan solo emplear. 94. Una sonrisa oportuna posee cierto atractivo y muestra un genio festivo lleno de amabilidad: al contrario, aquella risa sin motivo y destemplada ofende y es reputada por una simplicidad. 95. De ignorante y majadero se acredita quien pretende censurar lo que no entiende, ó por sabihondo pasar. modesto al producirte, pues nada es tan ofensivo como el tono decisivo que el pedante suele usar. (N) 99. El fijar de hito en hito la vista en algun sugeto es sumamente indiscreto y ofende la honestidad; pero el estremo contario de desviarla enteramente es una muestra patente de orgullo ó rusticidad. 97. Tocar objetos curiosos de su dueño sin licencia seria de una imprudencia en el esceso incurrir; si en tu casa ó en la agena dinero ó alhajas vieres, huye al momento si quieres de la tentacion huir. 98. Jamás desmintais á nadie de un modo brusco y grosero tratándole de embustero, ó que falta á la verdad; (Ñ) solo se debe en tal caso manifestar sin enfado que quizás equivocado, y las pruebas alegad. 99. Siempre que á alguna persona dirigirte se te ofrezca no te arrimes que parezca que la tratas de besar; hablar con ella jadeando sería cosa ofensiva, y su rostro con saliva guárdate de salpicar. [subtítulo: Conclusion.] 100. El jóven que es religioso, cortés sin ser estremado, discreto, afable, aseado y sábio sin hinchazon, cualidades atesora tan nobles y relevantes, que escita en sus semejantes el amor y admiracion. [subtítulo: ADVERTENCIA.] Cediendo á los consejos de algunos comprofesores que nos han estimulado á publicar este libro, y á fin de poder llamar mas particularmente la atencion de los jóvenes sobre los diversos puntos que abraza en su parte métrica, insertamos á continuacion un catá- logo de preguntas correspondientes á un número igual de octavas que les sirven de respuestas. PREGUNTAS RELATIVAS A LAS OCTAVAS QUE PRECEDEN. 1.ª Puede prometerse un opulento merecer el aprecio y consideracion de sus semejantes por sus meras riquezas materiales? 2.ª Qué prendas hacen brillar al hombre en la culta sociedad? 3.ª Cuáles son las cualidades que sirven de base á la buena crianza, y cuales son los vicios que se oponen á ella? 4.ª Qué medio es el mas fijo para granjearnos la estimacion ajena? 5.ª Para conducirnos bien en la sociedad, qué estremos harto comunes deberemos huir? 6.ª La escesiva llaneza y la etiqueta refinada son conformes á la urbanidad? 7.ª Qué exige la cortesía con respecto al len- guaje y á los modales? 8.ª A qué circunstancias tienen de acomodarse las palabras y acciones? 9.ª A qué personas cederemos la preferencia segun su calidad, edad y sexo? 10.ª Tolera la urbanidad la exageracion y el ar- tificio en los modales y espresiones? 11.ª Qué circunspeccion requieren las palabras? 12.ª Se permitirá Vsted echar en cara á otra per- sona una falta ó flaqueza? 13.ª Qué conducta hemos de observar para con las gentes groseras que nos hagan objeto de sus acechanzas? 14.ª Si alguien contradijese nuestro parecer, sería prudente mostrarnos ofendidos? 15.ª Cuando en su presencia le alaben, se mos- trará Vsted engreido? 16.ª Si á un sujeto se le cayere de las manos al- guna cosa, qué practicará Vsted al momento? 17.ª El que se vea en la necesidad de toser, es- tornudar, bostezar, etcetera qué debe hacer? 18.ª Es preciso atender al aseo y limpieza de nuestra persona para conservar la salud y no cau- sar hastío á los demás? 19.ª Qué esmero pondrá Vsted en su vestido? 20.ª Hay algunas reglas que merezcan tenerse presentes en órden al porte y á las modas? 21.ª Son útiles los baños de limpieza? 22.ª Què deberes para con Dios tiene que llenar todo buen cristiano al despertar por la mañana? 23.ª Despues de nuestro Criador, á qué Santos del cielo nos encomendaremos principalmente? 24.ª Antes de comenzar nuestras tareas diarias qué es muy loable efectuar? 25.ª Debemos mirar con respeto el templo del Señor? 26.ª Qué compostura guardará Vsted en la iglesia? 27.ª Es muy provechosa la costumbre diaria de oir Misa, y aun de ayudarla si es posible? 28.ª Qué observará Vsted en punto á las genuflec- siones que exige el culto divino? 29.ª Es necesario frecuentar los sacramentos de la Penitencia y Comunion? 30.ª Qué veneracion se merecen los Sacerdotes? 31.ª Despues de Dios ¿á quiénes debemos mas amor y respeto? 32.ª En qué ocasiones besará Vsted la mano á sus padres? 33.ª Si alguna vez fuere Vsted reprendido por sus padres o maetros como se portará? 34.ª Saldrá Vsted jamás de casa sin permiso de sus padres? 35.ª La educacion es esencial al hombre? 36.ª Deben los discípulos amar y obedecer á sus preceptores? 37.ª Al entrar en la escuela, que practicará Vsted desde luego? 38.ª De los diversos ramos de instruccion cuales son los mas indispensables? 39.ª Cuando estando Vsted en la escuela entrase ó saliere el maestro ú otra persona de carácter, qué efectuará Vsted? 40.ª Una noble emulacion es necesaria y pro- vechosa á todo el que aprende? 41.ª Aprueba Vsted la conducta de los alumnos so- plones? 42.ª Al salir de la escuela qué deben hacer los niños bien criados? 43.ª Estamos obligados á respetar á nuestros Soberanos y á las demás Autoridades que nos go- biernan? 44.ª Qué le parece á Vsted de aquellos niños inso- lentes que se mofan de los viejos y de los infelices estropeados? 45.ª Qué consideraciones son debidas á los ma- yores en edad y saber? 46.ª Cedería Vsted su asiento á una persona respe- table que viese estar en pié? 47.ª Si un superior mal informado le reprendie- se sin motivo, se manifestaria Vsted ofendido? 48.ª Qué acciones bajas tienen que evitarse 49.ª principalmente delante de los mayores? 50.ª Cuando se dirige la palabra á otra persona cuál debe ser el tono de la voz? 51.ª El hombre fino qué ha de observar en el trato con las señoras? 52.ª Al pasar por una escalera con una señora ó un mayor, qué debemos hacer? 53.ª Cómo se portará Vsted al ser llamado á la mesa? 54.ª A quién corresponde hacer los honores de la mesa? 55.ª Qué actos religiosos es muy justo practicar antes y despues de comer? 56.ª Qué defectos han de evitarse cuando se come? 57.ª Hay otras groserías de que debemos abste- nernos en la mesa? 58.ª Qué reglas es preciso no perder de vista al comer? 59.ª Se limpiará Vsted los lábios antes y despues de haber? 60.ª Si alguno de los comensales nos regalare una fineza ó brindare por nuestra salud, qué nos exige entonces la cortesía? 61.ª Qué observará Vsted en órden al andar? 62.ª 63.ª Cuando por la calle encontremos á un su- geto conocido, de qué modo le saludarémos? 64.ª Siempre que Vsted vaya en compañía de una persona superior, qué practicará? 65.ª Cuando son tres los que se pasean juntos, cuál es el lugar preferente que debe cederse á la persona mas caracterizada? 66.ª Qué porte debe observarse en los parajes públicos y reuniones? 67.ª Qué reglas tendrá Vsted presentes para ha- cer una visita á otra persona? 68.ª Si el sugeto á quien hemos ido á visitar no se halla en casa, que efectuarémos entonces? 69.ª De qué modo llamará Vsted á la puerta de una casa agena? 70.ª Qué atenciones usarémos con una persona que visitemos? 71.ª Durante la visita que deberemos observar? 72.ª Qué hemos de hacer siempre que entre ó salga un sugeto de la sala en que nos hallamos reu- nidos? 73.ª Delante de otras personas tienen de evi- tarse algunas groserías? 74.ª En las conversaciones es prudente revelar los secretos agenos, y el manifestar curiosidad? 75.ª Debemos asi mismo abstenernos de soltar palabras asquerosas, y de citar hechos tristes en ocasiones de alegría ó diversion? 76.ª Qué máxima conviene tener presente en las conversaciones? 77.ª Tiene que pedirse licencia á su dueño para poder tocar libros, papeles ó adornos en una casa agena? 78.ª Es lícito jamás escedernos en las alaban- zas? 79.ª Cuando Vsted se halle en la necesidad de es- cupir estando en presencia de una persona de res- peto, qué efectuará? 80.ª Las puertas de qué modo tienen que de- jarse? 81.ª Cómo se portará Vsted cuando le hubieren no- tificado una boda ó alumbramiento? 72.ª En qué otros casos debemos visitar á cier- tas personas? 83.ª A los sugetos de nuestro mayor aprecio qué atenciones les debemos en sus dias, en las pas- cuas y siempre que les sobreviniere algun fausto suceso? 84.ª Se interesará Vsted en la desgracia de otra persona, mayormente si fuese de su particular es- timacion? 85.ª El que va á emprender un viaje, qué debe observar para con sus amigos? 86.ª Cuando una persona favorezca por la vez primera nuestra casa, qué atenciones usarémos para con ella? 87.ª Cuáles son los pensamientos mas útiles y honestos? 88.ª Qué dice Vsted de los que juegan únicamente por el sórdido interés? 89.ª Cuando entren señoras en el juego, que deferencia les debemos? 90.ª Qué conducta observará Vsted en un juego pór diversion? 91.ª Hay algunas acciones que reprueba el trato social? 92.ª No es tambien contrario á la cortesía el usar palabras indecentes? 93.ª Qué otras groserías debe evitar una per- sona bien criada? 94.ª Que calificacion merecen los que rien sin metivo ó á grandes carcajadas? 95.ª La urbanidad no reprueba igualmente la pedanteria? 96.ª Es conforme á la cortesía el clavar la vista en las personas, ó desviarla enteramente de ellas? 97.ª Se tomará Vsted jamás la libertad de tocar objetos curiosos en una casa agena, sin permiso de su dueño? 98.ª No se opone á la urbanidad el desmentir abiertamente á una persona? 99.ª En qué defectos procurá Vsted no incurrir al conversar con un sugeto? 100.ª Cuáles son las ventajas que reporta á un jóven la buena crianza? NOTAS. [subtítulo: A. (correspondiente á la octava 4.a)] Al dirigirnos á una persona de respeto ó con la cual no tenemos mucha familiaridad, en vez del pronombre yo, se dice un servidor de Vsted; y si nos hiciese alguna pregunta, jamás contestaremos á secas: ó , pues estas espresiones han de ir acompañadas de señor ó señora, añadiendo al mis- mo tiempo el título cuando la etiqueta se lo con- ceda por su rango. La persona con quien hablamos ha de ponerse en primer lugar cuando la nombremos, y nosotros en él último; asi dirémos: cuando Vsted y yo volvamos á tal puesto, etcetera. Debemos ser muy parcos en hablar de nosotros mismos y nuestras familias, y siem- pre lo harémos con mucha modestia. En este úl- timo caso evitaremos el decir: mi señor padre, mi señora tía; pero ese dictado de señor ó señora de- berá añadirlo un tercero que pregunte por la sa- lud de estos. En la conversacion debe huirse la repeticion de estas expresiones: Está Vsted?–Suponga Vsted–Digo bien? Si Vsted quiere, y otras frases supérfluas y empa- lagosas hijas de un mal hábito. En la relacion de un hecho tampoco han de usarse con frecuencia los verbos dice, dijo, pues señor, ya se , como iba di- ciendo amigo de mi alma, etcetera. La narracion tiene que ser breve para no molestar quizás á los que nos escusan, y hemos de abstenernos de soltar dichos que nos parezcan agudos, porque sobre esto el amor propio suele engañarnos con harta frecuencia. [subtítulo: B. (correspondiente á la octava 10.ª)] Deben desterrarse del trato social las protestas exageradas, si no falsas, que ciertos entes se per- miten á cada paso, tales son por ejemplo: yo soy, Señora, el mas rendidor servidor de Vsted; me tendré por el hombre mas bienhadado si merezco el alto honor de recibir vuestras órdenes. Valgámonos de otras frases mas naturales y genuinas, verbi gratia: sírvase Vsted reconocerme por su servidor; ó disponga Vsted con fran- queza en lo que me reconozca útil etcetera. Se puede ser cortés sin ser falso é importuno; y galante sin ser adulador. Ni tampoco debemos de incurrir en el estremo contrario de usar palabras que denoten mando ó superioridad cuando dirigímos la palabra á perso- na con quien carecemos de positiva franqueza, di- ciendo: haga Vsted esto; dígame Vsted tal cosa; venga Vsted mañana: sino que la sustituiremos por estas otras: ¿quiere Vsted hacerme el favor de tal cosa?; sirvase Vsted de- cirme tal otra; ¿tendrá Vsted la bondad de venir maña-na?; dispense Vsted la libertad que me tomo de incomo- darle; si no le sirve á Vsted de modestia... ¿me haria Vsted el gusto de... etcetera. [subtítulo: C. (correspondiente á octava 14.ª)] Cuando alguno contradiga nuestra opinion, ma- yormente si lo hace en términos decorosos, como por ejemplo: si Vsted no lo lleva à mal, me tomaré la franqueza de advertirle que en lo que ha dicho padece equivocacion, contestaremos sin calor y hasta con agrado: mas bien que llevarlo á mal, me hará Vsted mu- cho favor en rectificar mis errores; no dudo haberme equivocado, y espero se servirá Vsted manifestármelo. [subtítulo: D. (correspondiente á la octava 15.ª)] Cuando á uno le alabon en su presencia guárdese de responder, como algunos, con las palabras Vsted se burla; sino modestamente con estas ú otras análo- gsa: es favor que Vsted se sirve dispensarme; ó que debo á la bondad de Vsted; he cumplido solamente con mis de- ber; Vsted me confunde con unos elogios de que no soy digno. Debemos abstenernos de hacer comparaciones, en especial si recaen en dos ó mas indivíduos de una misma reunion, porque siempre son odiosas, como el decir: la señorita N. ha cantado ó bailado con mas gracia que la de tal; pues á esta se le hace un disfavor imperdonable en su concepto. Adhe- rirse esclusivamente á una señora delante de otras es faltar al miramiento que se les debe á estas. Si una persona nos prestare algun servicio ó nos regalare alguna cosa, le agradecerémos su esmero en estos ú otros términos semejantes: estimo el fa- vor de Vsted: aprecio muchísimo su atencion; acepto su fineza con el mayor gusto, y le doy á Vsted mil gracias. El presentar y recibir alguna cosa se verifica con la mano derecha y quitado el guante, ménos cuan- do se da la mano en señal de amistad, en cuyo ca- so se dice: salvo el guante. Al citar un obsequio que hayamos recibido de una persona, mayormente si es superior, en vez de decir: D. N. me visitó; la señora tal cumplió mi en- cargo, podrán usarse estas espresiones: D. Fulano me hizo el honor, ó tuvo la bondad de visitarme; la señora de tal se tomó la molestia de cumplir con mi encargo. Hay sugetos que queriendo darse una importan- cia diplomática, no cesan de repetir: mi tio el Mar- qués N.; mi amiga la Condesa de T. me ha convidado hoy á comer, etcetera. Semejantes personas, léjos de captarse con tales palabras la reputacion que se imaginan, no adquieren sino émulos y criticadores que desean ver humillada una arrogancia tan im- pertinente que revela siempre una alma baja. [subtítulo: E. (correspondiente á la octava 58.ª)] El que tenga repugnancia á algun plato ó bebida nunca diga: esto no me gusta; yo no cómo de tal cosa; yo no bebo de tal licor; sino que ha de tomar lo que le sirven, y despues de hacer una demostracion de probarlo, entregará con disimulo el plato ó el vaso á uno de los sirvientes, ó lo tendrá delante hasta que se lo muden. [subtítulo: F. (correspondiente á la octava 23.ª)] El modo de dirigirse á los Reyes es hincando la rodilla izquierda y se besa su mano diciendo: Señor ó Señora, á los reales piés de Vuestra Magestad. Pero á los demás indivíduos de la Familia real ó Infan- tes de España se les saluda inclinando modesta- mente el cuerpo (no la cabeza) y se les besa tam- bien la mano diciendo: Serenísimo Señor, beso la mano á Vuestra Alteza; ó Serenísima Señora, á los reales piés de Vuestra Alteza. Al presentarse á un Arzobispo ú Obispo se incli- na respetuosamente el cuerpo, se espera su bendi- cion y recibida esta, se le besa la mano ó anillo dándole el tratamiento de Usia Ilustrísima. A los Cardenales Arzobispos de Toledo, de Sevilla, se les el tratamiento de Vuesaeminencia y Eminen- tísimos Señores. Corresponde el de Vuecencia y el de Escelentisi- mo Señor á cada uno de los Ministros de la Corona, Consejeros reales, Embajadores, Caballeros del Toison de oro, á los Grandes Cruces de las demás órdenes, à los Grandes de España con sus primogé- nitos, á los Capitanes generales y Tenientes gene- rales del ejército y de la armada, á los Mariscales de campo con banda, á las Diputaciones provincia- les, Audiencias territoriales y Ayuntamientos de las capitales de provincia. Se da el tratamiento de Usía y Muy ilustre Se- ñor: á los Senadores y Diputados á Córtes, á los Magistrados, Gobernadores de Provincia, Inten- dentes, Mariscales sin una Gran Cruz, Brigadieres, Coroneles, á los Duques, Condes, Marqueses, Baro- nes y títulos de Castilla en general, y á varias cor- poraciones, tales como los Consejos provinciales, Ayuntamientos de las ciudades subalternas de pro- vincia, Juntas de comercio, Academias de letras, ciencias ó artes, Sociedades económicas, Cabildos eclesiásticos etcetera. Los demás tratamientos mas frecuentes en la so- ciedad son el de usted y el de . Se el primero á las personas á quienes debemos respeto, como tambien á nuestros iguales y aun á los inferiores si no median íntimas relaciones de amistad, pa- rentesco ó familiaridad. Sin embargo, cuando una persona de título lo apea en una conversacion y conocemos que no es por mero cumplimiento, sino con voluntad, podremos usar el de usted sin abu- sar de su modestia. El llamarse de es propio solamente de amigos y parientes, sea cual fuere la calidad de las perso- nas. No obstante, el tratamiento de es mas pro- pio de gente ordinaria que de personas circunspec- tas, y no es tan conveniente ni suena tan bien como el de usted. [subtítulo: G. (correspondiente á la octava 70.ª)] Si es una señora la persona á quien saludamos se dice: á los piés de Vsted, Señora; y si un caballero, beso á Vsted la mano, ó servidor de Vsted. Luego se pregunta por su salud con una de estas frases: como lo pasa Vsted? ó ¿Vsted sigue bien?; y despues de habérsenos contestado: sin novedad, ó á la disposicion de Vsted, añadiremos gracias, y pasaremos á tomar asiento en la silla que nos haya presentado el sugeto que nos recibe. Mas, si el asiento fuese de preferencia, por ejem- plo, un sofá ú otro fijo, no debemos ocuparlos sin una ligera demostracion de repugnancia, y sola- mente despues que nos lo haya rogado por segunda vez el dueño de la casa. Lo mismo observarémos cuando este se empeñe en que nos cubramos o de- jemos el sombrero. Los lugares distinguidos que debemos ofrecer á una persona superior ó á la que deseamos obse- quiar son: en una sala el sofá, segun queda adver- tido; en un palco los asientos de enfrente, y entre estos los de los áng, especialmente aquel desde el cual se la funcion sin volver la cara; en un coche la testera ó los asientos de delante, pre- [margen inferior: 4] firiéndose los ángulos, sobre todo el de la derecha; y por último en la mesa lo es la cabecera. [subtítulo: H. (correspondiente á la octava 73.ª)] Siempre que una precisa ocupacion, una necesi- dad corporal ú otro motivo nos obligue á dejar momentáneamente á la persona ó personas con quienes vayamos ó nos hallemos reunidos en una casa, etcetera les pedirémos antes licencia diciendo: con permiso de Vstedes, caballeros, ó me disimularán Vstedes si me separo de su amable compañía para hacer una diligencia, ó hablar dos palabras con tal sugeto. Al volver á reunirnos añadirémos dispensen Vstedes; pe- ro el asunto era tan urgente... A lo cual se responde: no hay para qué disculparse; era Vsted muy dueño. Para despedirnos serémos breves y nos valdré- mos de estas ú otras frases semejantes: con permiso de Vstedes me retiraré; y despues que nos lo hayan otorgado, añadirémos: pues de ese modo estoy á la disposicion de Vstedes; me alegro de ver á Vsted tan bueno: celebraré que Vsted descanse, ó que pase felices noches, etcetera: quede Vsted con Dios etcetera. Y si se nos encarga un recado ó espresiones para nuestra familia, debemos corresponder á esta atencion respondiendo: serán muy bien recibidas; agrarecerán la fineza; pero nun- ca contestaremos gracias, segun suelen algunos, pues esto es darlas de un obsequio que no va diri- digo á nosotros. Si el que nos despide nos dijere: estimaré se sirva Vsted ponerme á los piés de su señora madre, etcetera contestaremos: será Vsted servido, ó reci- birá el favor de Vsted. Sin embargo á las personas mas autorizadas que nosotros, nos guardaremos de en- comendarles memorias ó encargos para otros. Si fuese la primera visita que se hace á un su- geto, ha de decirse: Señora ó caballero, celebro tener el gusto de ponerme á los piés, ó á las órdenes de Vsted; ó dignese Vsted reconocerme por su servidor y amigo. La persona visitada debe á su vez ponerse á nues- tra disposicion en estos ú otros términos equiva- lentes: tengo el honor de ofrecer á Vsted mis respetos, y de suplicarle que favorezca esta su casa siempre que guste; á lo cual replicaremos: yo seré el mas favo- recido en frecuentarla; ó me aprovecharé de las bon- dades de su dueño, ó simplemente se responde: gra- cias, ó estimo la atencion de Vsted. [subtítulo: I. (correspondiente á la octava 75.ª)] No lleveis á la sociedad vuestras pesadumbres ni desazones, para no ir á turbar la alegría de los otros. Si no podeis contribuir á esta, quedáos en casa con vuestras ideas melancólicas; pero si tra- tais de disiparlas con las distracciones de la socie- dad, no impongais vuestras penas por castigo á to- dos sus indivíduos. [subtítulo: J. (correspondiente á la octava 81.ª)] Las frases que pueden servir de norma en este y otros casos análogos se hallarán en nuestro Ra- millete de felicitaciones en verso adaptadas á las ocurrencías principales de la vida social, tercera edicion. () Por lo demás, el trato con personas [margen inferior: () Las frases gratulatorias á que aludimos se hallarán, aunque espresadas en verso, en los ejemplares de la tercera edicion de di- cha obrita, refundida y aumentada por nosotros. Y si bien figuran] finas y elegantes será el mejor maestro para apren- der estas y otras fórmulas corteses, pues la Urba- nidad no puede enseñar mas que las reglas estable- cidas por el buen gusto á fin de dirigir las palabras y acciones del hombre puesto en sociedad. [subtítulo: L. (correspondiente á la octava 84.ª)] Cuando á alguno de nuestros deudos ó amigos le haya sobrevenido una desgracia le manifestarémos la parte que en la misma nos tomamos, como tam- bien nuestro deseo de aliviarle diciendo segun el caso: siento en el alma el pesar que aflige el corazon de Vsted por tal adversidad; pero si mi persona y facul- tades pueden contribuir á su consuelo, las emplearé gustoso en su obsequio. La novedad ocurrida en la salud de D. N. me tiene en el mayor cuidado, y no ce- sará este hasta su total restablecimiento.–Todos he- mos de pagar tarde ó temprano el feudo comun al Criador, y debemos conformarnos con sus altos jui- cios. Procure Vsted pues consolarse con la dulce convie- cion de que la madre de Vsted en premio de sus virtu- des estará ya gozando de mejor vida. Acompaño á Vsted en el justo dolor que le aqueja por la muerte ines- perada de su apreciable hermano, rogando al mis- mo tiempo al Señor le conserve á Vsted muchos años como el único que puede reemplazar una pérdida tan sensible. [margen inferior: en sus páginas algunas erratas por no habérsenos remitido para su correccion las pruebas al estamparse en Barcelona, á lo ménos el original no ha sufrido esta vez las adiciones de pluma agena, ni otras modificaciones que sin nuestro conocimiento hizo en las im- presiones anteriores el propietario del RAMILLETE Don Manuel Sau- . No ménos inexactitudes por igual omision tenemos que lamentar en la publicacion de nuestros RUDIMENTOS DE ORTOLOGÍA CASTE- LLANA, cuyo manuscrito enagenamos así mismo al referido editor.] [subtítulo: M. (correspondiente á la octava 91.ª)] Al contar un suceso, para confirmarlo nunca deben usarse los juramentos ú otras aseveraciones que sin serlo, lo parecen. Cuando escuchemos una historia, nunca se ha de interrumpir con pregun- tas nécias é impertinentes, ó cortar á la persona que habla, diciendo como algunos descorteses: eso lo yo muy bien; esa anécdota me acuerdo de ha- berla leido en tal libro. Semejante defecto no solo es una grosería insufrible, sino que tambien un desaire para el sugeto que pensaba complacernos con su relacion. Al que acaba de hacerla seria desmentirle abiertamente, si, poniendo en duda al- guna circunstancia ó algun pormenor de poca en- tidad, se le dijese: á ser cierto lo que Vsted refire; ó si Vsted dice verdad... etcetera en lugar de decir: segun lo que Vsted refiere; ó atendido lo que Vsted acaba de manifes- tar, etcetera. Alguna vez será permitido á fin de amenizar la conversacion con la variedad, continuar la narra- cion que acaba de concluirse, usando préviamente de estas espresiones: ahora que me acuerdo; ó á propósito de esto; en confirmacion de lo dicho por el Señor ó Señora N., voy á referir un lance etcetera. Cuando á la persona que habla le falte algun término, no debemos sugerírselo, á menos que ella misma lo pidiere. [subtítulo: N. (correspondiente á la octava 95.ª)] No hableis á cada uno sino de aquellas cosas que puede entender; acomodaos siempre á la edad, ins- truccion y situacion de las personas. Hablar de táctica á un religioso, y de litúrgia á un militar, fuera tan ridículo é impertinente como el osten- tar conocimientos de química delante de una mu- jer, y hablar de modas y de tocador á un austero filósofo. [subtítulo: Ñ. (correspondiente á la octava 98.ª)] Si nos vemos precisados á contradecir á una per- sona, no hemos de desmentirla abiertamente di- ciendo: es mentira; eso es falso, ó no es así como acostumbra la gente sin educacion; en tal caso nos valdrémos de estas espresiones: Vsted me disimu- lará, pero creo que está equivocado: ó dispénseme Vsted, caballero, si le digo que su opinion no me parece la mas acertada; siento no estar conforme con el dictámen de Vsted; pero me parece que debe ser así... Al referirise un hecho que ha ejecutado la perso- na con quien hablamos, los actos que no le hacen favor deben ponerse en impersonal ó espresarse vagamente; verbi gratia uno se enfada á veces sin motivo suficiente, en vez de decir directamente: Vsted se en- fada sin ton ni son. Jamás la urbanidad se mani- fiesta mejor que cuando el hombre se ve obligado á decir una verdad desagradable. APÉNDICE. SOBRE el modo de trinchar y servir en la mesa. Los puestos de honor en la mesa, despues de la cabecera, son los de la derecha é izquierda de la se- ñora de la casa. Otros dos sitios de preferencia son los de cada lado del dueño. Este y su esposa pa- ra mayor comodidad del servicio se colocan frente á frente ó en el centro de la mesa, y por regla ge- neral á una distancia proporcionada á todos los co- mensales. El que haga los honores de la mesa debe observar las siguientes reglas: 1.ª Sentados ya todos, comenzará por servir la sopa á las personas convidadas, prefiriendo en igualdad de circunstancias las señoras á los caba- lleros, y á estos segun su calidad ó el órden de sus puestos empezando por la derecha. 2.ª Indicará á la persona á quien vaya á servir, las clases de sopa que hubiere, y despues que con el cucharon haya puesto en un plato la que aque- lla prefiere, se lo entregará con la mano derecha y recibirá al propio tiempo con la izquierda el plato que la misma le alargue, el cual llenará des- de luego pasando á servir á otro sugeto. 3.ª Atenderá al número de los que ocupan la mesa y á la cantidad de los manjares que á ella salgan, á fin de hacer otras tantas partes ó algunas mas; pero repartirá de todo de manera que siem- pre sobre y nunca falte, sin incurrir en la demasia para no dar con la escasez. 4.ª No tomará para hasta que los demás es- ten servidos. 5.ª Lo que se sirva á otro se pondrá general- mente un plato limpio, y no se dará con el cu- chillo, el tenedor ó la cuchara, mayormente si fue- se los que acabamos de usar. Sin embargo, el pan ya sea entero, como cuando es pequeño, ya en re- banadas, se sirve con la punta del cuchillo. Antes de repartir el cocido se pone en un plato todo lo que hubiere de tocino; el ave, carnero, vaca ú otra especie de carne se traslada á otro, y la ver- dura, los garbanzos, etcetera que quedaron en la fuente se reparten con cuchara. En el interin, se corta el tocino en pequeños trozos y las carnes al través en tajadas mas ó menos largas y proporcionadas, des- pojándolas de los huesos, tendones y grasa. Hecho esto, se coloca un tenedor limpio en el plato, que se hace pasar en seguida para que cada uno tome lo que apetezca. Las aves de algun tamaño, como el pavo, la ga- llina, el pollo, etcetera se cortan () con trinchante y cuchillo bien afilado. Para esto se sujeta el ave cla- [margen inferior: () Seria mejor que se sacasen á la mesa ya trinchadas para evi- tar al que trincha algun percance y otros inconvenientes anejos.] vando el trinchante, ó en su defecto, el tenedor en la parte inferior del ala, y con el cuchillo se desco- yunta esta por su parte superior llevando el ma- yor trozo posible de la pechuga, la cual luego se separa tambien del ala y se divide en lonjas trans- versales. Acto contínuo se procede á cortar el muslo, se saca entera la rabadilla, se acaba de se- parar la pechuga, y finalmente se parte el espi- nazo en dos mitades, ó se deja el esqueleto solo en caso de ser un pavo el ave que se trincha. Para desprender bien las ancas y los alones, cuídese de fijar bien el cuchillo en las conyunturas. El ánade y toda ave de agua se dividirá en lon- jas comenzando por los lados del estómago, y con- cluyendo por los muslos y alones. La perdiz se trincha comunmente con cuchara partiéndola á lo largo y separando con el tenedor las piernas y la pechuga, la cual es un bocado pre- ferible. Los pichones se parten así mismo de arriba abajo con la cuchara si estan bien cocidos, ó bien se di- viden en cuatro partes. El pedazo de la rabadilla es regalo de cariño. Las aves embuchadas y sin huesos se cortan á lonchas como el salchichon, y el relleno se sirve con cuchara. El lomo de carnero, lechon ó becerro se corta al hilo y al través en pequeñas lonjas; el riñon y el solomillo en ruedas. La carne de los guisados cuando viene á grandes trozos se coloca primeramente en un plato, y des- pues de cortada en porciones mas pequeñas y pro- porcionadas, se sirve sin la salsa; al que guste de ella se le pone luego en su plato. El conejo y la liebre se parten á lo largo desde el cuello, se levantan en seguida los lomos desde la estremidad anterior hasta las ancas; se cortan al través en pequeños trozos, y despues se separa la parte carnosa de las ancas y se les quita la cola con porcion de carne. Mas, si es un gazapillo tierno se le corta la cabeza y se divide al través sin qui- tarle el lomo, de modo que este y los lados queden reunidos. Un corderillo ó cabrito se parte de arriba abajo pasando el cuchillo sobre el espinazo; luego cada mitad se subdivide en costillas iguales, se sepa- ran las espaldas y piernas, las cuales se cortan igualmente en pedazos. Las partes mas delicadas del cabrito son las del cuarto trasero, y las del cor- dero lo son las costillas. En el lechon y en todo cuadrúpedo pequeño se separa la cabeza y se prosigue como al trinchar un corderillo. Las partes mas estimadas de la cabeza de la ter- nera son las quijadas, las sienes y las orejas, sien- do tambien muy esquisitos los ojos y los sesos. Se servirán estos últimos con cuchara dando á cada uno una pequeña porcion y al mismo tiempo un trozo de lengua, carrillos y demás partes que de antemano se habrán partido en ruedas chicas. El que ha de trinchar un jamon, y tambien una pierna ó espalda de carnero etcetera la coloca de través delante de ; con la mano izquierda sujeta el cabo (que regularmente viene envuelto en un papel), y con el cuchillo irá cortando en trozos perpendicu- lares al hueso, los cuales separará luego de este poniendo horizontal el cuchillo. Se vuelve en se- guida la pierna y se practica la misma operacion. En el jamon, las lonjas han de ser mas delgadas, procurando que sean iguales en gordura. Los pescados pequeños que se presentan fritos ó asados se sirven enteros. Los pescados mayores se trinchan con cuchara ti- rando un corte recto desde la cabeza hasta cerca de la cola por en medio del costado; luego se dan otros cortes transversales que penetren hasta la espina, y los pedazos que resultan se colocan en otro plato, ó bien á medida que se van levantando se sirven con la salsa si la hubiere. Cuando se haya comido ya un lado, se practica lo mismo con el otro. Las ruedas del medio son por lo comun los bocados de preferencia, menos en el sollo y la tru- cha. que lo es la cabeza. La anguila se divide en ruedas con el cuchillo. Para servir la langosta debe aderezarse antes la salsa conveniente; luego se pasa á mondar toda la cola despojándola de su coraza, se corta en por- ciones medianas la parte carnosa la que se sirve en seguida; y si alguno apeteciere las patas ó vientre debe despojarlas todo lo posible de la concha. Los langostines se sirven enteros, presentando al propio tiempo las vinagreras para que se los aderece cada uno. A mas de los langostines, se sirven sin aderezar las aceitunas, las anchoas, los rábanos, los pepinillos y algunos otros manjares. Los fritos, como buñuelos, croquetas etcetera se sir- ven con cuchara. En convites de etiqueta los huevos pasados por agua únicamente han de sorberse, pero no debe empaparse en ellos pan. La sal y pimienta se toman con la punta de un cuchillo limpio y se colocan á un lado del plato del que come. La crema, el manjar blanco, las fresas, el dulce en almibar, las gelatinas, los requesones, y otros manjares semejantes se sirven con cucharas po- niendo una limpia en cada plato al servirlo, si es que no ha salido ya con ella á la mesa. Las pastas grandes, como las tortas, empanadas y rellenos (que casi siempre tienen cubierta, se des- tapan pasando el cuchillo alrededor por debajo de ella, separándola en otro plato; se sirve luego con cuchara lo que contenga el pastel, y cortándola en figura de estrella, se de la hojaldre al que la apetece. Las pastas pequeñas se presentan enteras en pla- to separado para cada indivíduo, sin levantar la cubierta. Las frutas secas, el queso, el salchichon, las cerezas, los albaricoques, etcetera se toman con la mano la mis- mo que el dulce; y algunas frutas como las nueces, avellanas, almendras tostadas y peladillas, se repar- ten con cuchara. Antes de servir las frutas tiernas, verbi gratia las pe- ras, manzanas, melocotones etcetera, se mondarán de alto á bajo con limpieza y sin que los dedos toquen la carne interior de ellas, procurando igualmente que al cortar la piel no se rempa ó separe, con el objeto de ofrecer cubierta con ella la fruta despues de cojerla con la punta del cuchillo ó de un tene- dor limpio. Tambien se acostumbra servirlas en pedazos á lo largo dejando aislado el hueso. Las naranjas se suelen mondar con cuchara en vez del cuchillo. No es falta de urbanidad dejar que cada uno de por se sirva las frutas. La sandía se corta y se sirve en tajadas circula- res; el melon en rebanadas á lo largo. El café se sirve en tazas con sus platillos y cu- charitas respectivas, echando de la cafetera el que baste, y si se ha de mezclar leche, hasta derra- marse el café en el plato: luego tomando la cucha- ra general se echará el azúcar necesario. Despues se llenarán las copas de licores, alargándolas á cada uno de los que pidan. Por último, el dueño de la casa ó autor del con- vite ha de abstenerse de alabar plato alguno por delicado que sea; debe con política y jovialidad escitar á los comensales á que coman y beban, pero sin forzarles con importunas instancias cuando digan que tienen bastante, ó conozcan su repug- nancia á alguna vianda ó bebida; y si alguno de los criados cometiese una falta, por ejemplo, el poner mal un plato, romper un vaso, etcetera evitará reprenderle en presencia de los convidados. FIN. INDICE. {h 32rª} PROEMIO LA URBANIDAD EN VERSO. Importancia de la cortesía. Reglas generales de urbanidad. Del aseo y limpieza. Del decoro religioso. Consideraciones debidas á los pa- dres. Respeto para con los maestros, y modo de portarse en la escuela. Atenciones para con los superiores y el bello sexo. PAGINAS. III 7 8 12 13 16 17 20 {h 32vª} Modo de portarse en la mesa. Del paseo. De las visitas y concurrencias. Del juego. Acciones contrarias á la civilidad. Conclusion. Preguntas relativas á las octavas. Notas á las mismas. Apéndice sobre el modo de trin- char y servir en la mesa. PAGINAS. 23 25 27 33 34 37 38 44 55

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